Capítulo 24

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El teléfono vuelve a vibrar, ni siquiera me molesto en fijarme de quien se trata puesto que lo sé sin necesidad de mirar.
—¿Otro mensaje? que alguien le corte el internet a ese chico.
—Chasqueo la lengua y asiento.
Cambio la vibración por el silencio absoluto y sigo limpiando la máquina.

Tom aparece en la cocina y, con gesto cansado, levanta la mano y me señala.
—Drew me está acosando.
—Evito reír e ignoro sus palabras.
Un móvil suena pero no es el mío.
—¿¡Puedes parar de una vez?!
—Mis ojos buscan al enfadado y cansado Tom, que grita a su teléfono.
—¡Te voy a denunciar por acoso! —Cuelga el aparato y me fulmina con sus ojos.

—A mí no me mires. El pesado es él, no yo. —Bufa.
—A saber que le has dado al pobre muchacho que le tienes loco... —Arrugo toda la cara y le enfoco. Abro la boca para responder pero eleva un dedo para que haga silencio. —Déjalo, no quiero saberlo.
Pone cara de asco, provocando que me ría.
Termino de limpiar el filtro de la máquina y resoplo. Un mechón salvaje escapa de mi moño desaliñado y lo recojo con cuidado de no mancharlo.
Me deshago de los guantes para fregar que estoy usando y reviso el teléfono.
Empiezo a tararear en voz baja.
—Drew estaba enviando mensajes a Jane... como veía que no respondía, le envió otro mensaje. Y ya son 427 mensajes los que el pesado le ha enviado. —Canto.

—¿Jane...? ¿pero que narices...? —Mis ojos se desvían a Moira, ésta me mira como si estuviera loca. Frunzo el ceño y realizo lo que estoy haciendo.
—¿Qué estoy...? ay, perdón. Me estoy volviendo loca. —Vuelvo a resoplar y paso las manos por mi cabello.
—Empiezas a tener serios brotes de locura. —Comenta, revisando mi rostro.

Seguimos trabajando durante un par de horas más, atendiendo a los habituales.
—Niñas, hora de cerrar.
—Frunzo el ceño.
—¿Tan pronto? —Asiente.
—Tengo comida romántica y de todas formas no hay nadie.
—Toma su chaqueta y me lanza las llaves.
Retiro el delantal de mi cintura y agarro el abrigo.
—Vámonos, Moi.
La rubia grita un "voy" y vuelve corriendo del vestuario.

Salimos los tres y nos despedimos. Envío un corto mensaje a mi madre "voy para allá, x".
Me abrazo a mí misma y apreto más el abrigo, tratando de entrar en calor.
La casa no está demasiado lejos y voy caminando a ritmo rápido.
En diez minutos, ya he llegado.
Toco el timbre y espero que abran la puerta.
Mi madre me recibe con un caluroso abrazo y mi padre tan sólo me da un beso.

—Por fin estamos todos juntos. Voy a por algo de picar. —Mi madre se levanta de un salto y corre a la cocina.
—Yo voy a... —Él, en cambio, no me da una excusa si no que se levanta y la sigue.
Muerdo mi labio inferior y siento el asqueroso sonido de un mosquito derrapando en mi oreja.
Se posa en mi pierna y le doy un golpe seco.

Eso me recuerda los días en que mi pierna estuvo lastimada. Ahora, como me dijo el médico al pasar un mes, está totalmente sana.
Suspiro y me dejo caer hacia atrás, chocando contra el respaldo del sofá.
Mis padres vuelven con una bandeja entre las manos y mi correspondiente bebida burbujeante.

—Gracias. —Susurro no muy confiada cuando me entregan la bebida.
—¿Cómo estás? ¿qué tal va tu vida? —La rubia me mira con ojos chispeantes.
Entrecierro los ojos en su dirección y espero durante unos instantes.
—Va bien, mamá. Con el trabajo, las chicas y... da igual. —Alterno mi mirada del uno al otro.
Drew y la venganza pasan por mi mente pero descarto ambas ideas al segundo.

—¿Por qué tanta pregunta?
—Cuestiono, tirando del hilo.
—Tan sólo queremos saber como va todo. —Responde al toque mi progenitor.
Humedezco mis labios, asiento y sonrío.
—Todo va bien. Ahora, por favor, ¿podéis decirme que está pasando? —Se miran entre sí y mi madre carraspea.

Dulce venganzaWhere stories live. Discover now