Capítulo 7

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Sopeso las opciones que tengo de si ceder o no. Admito que si no lo hago lo más probable es que él entre al establecimiento, y se lleve la llave dejándome esperando en el auto más de lo necesario sólo para vengarse de mí.

De todas formas sé que no se muere por tomar ningún café, sólo quiere ir allí para molestarme haciendo lo que le da la gana.

Salgo del auto y ambos caminamos hasta llegar al lugar. Cuando Amîr abre la puerta, entra, y continúa su camino hacia el mostrador dejándome atrás. Ruedo los ojos y entro al lugar pudiendo así apreciar el ambiente.

El lugar es muy acogedor y discreto. Toda la decoración está hecha con una fachada en madera, las paredes, el piso y el techo. La luz del día no se filtra lo suficiente por las ventanas, así que el local sólo es alumbrado por las radiantes luces provenientes de las lamparillas del techo.

Camino hacia una de las mesas del fondo, a pesar de que hay muchas más desocupadas. Me siento en una de las sillas pegada a la pared, porque no me siento cómoda dándole la espalda a la gente. Sé que suena tonto en esta situación, pero así soy.

Miro a la mesa de mi derecha, donde hay dos rubias tomándo un café. Hablan y ríen con poca discreción. Al parecer a nadie le molesta, y en verdad a mí tampoco, al contrario, me causa nostalgia porque la risa de la rubia de ojos azules me recuerda a Emma.

Saco el celular de mi bolsillo para llamar a Helen y explicarle la razón de mi tardanza, pero retrocedo la acción cuando veo que Amîr viene en camino.

Justo en el momento en que Amîr se aproxima, las dos chicas que observé en la otra mesa, dejan de reír y entonces comienzan a susurrar cosas  entre ellas. Sé que lo que sea que murmuran es referente a Amîr  porque no dejan de mirarlo. Estoy segurísima que están comentando lo guapo que es y no las culpo.

Siempre he admitido que Amîr es muy actractivo, y agregado a eso el aura de misterio que desprende lo hace ver interesante.

La rubia que me recuerda a Emma se muerde los labios cuando mira a Amîr más de cerca y se le van los ojos detrás de él hasta hubicarlo en mi mesa.

Si tan sólo supieran...

-Pedí dos expresos ¿Quieres algo más? – me pregunta de pie frente a mí esperando mi respuesta.

-No tomo café – le digo, porque es la verdad. Amîr vira los ojos y me pide que escoja algo mas. Yo opto entonces por un chocolate caliente. 

Amîr vuelve a la barra para cambiar la orden del café por la otra bebida, y me pregunto porqué hace eso si un personal puede venir a tomar la oden. Al final no me importa si se quiere complicar la vida.

Segundos después, el sobrino de Támara regresa para sentarse frente a mí con la intención de ignorarme tecleando el celular. Como sé que no se esforzará en hablarme, aprovecho el momento para llamar a Helen y decirle dónde estoy. Ella parece confundida por un momento, pero dice que está bien.

-Aquí está su pedido – me distraigo al escuchar la voz de un chico el cual coloca una taza de café y una taza de chocolate caliente sobre la mesa.

Como sé que Amîr no intentará agradecerle por su servicio, entonces decido hacerlo yo. Sin embargo, al levantar la mirada y hacer contacto visual con el chico que nos atiende, no me salen las palabras al haberlo identificado.

Es el mismo muchacho de mirada acusadora que vi la primera vez que fui al gimnasio, y por su expresión me doy cuenta de que él también me reconoció.

Nathan, recuerdo que se llama, está vistiendo una camisa negra y un pantalón del mismo color. Es una sorpresa para mí encontrarme con él justo aquí; más ahí lo tengo sirviéndome una taza del chocolate, mirándome a los ojos como aquella vez, sin disimular su odio irracional. Su mirada se ve estancada y sé que la mía igual porque no puedo mirar otra cosa.

Mas de ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora