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—¿Podrías decirme algo, Sophie? En todo el camino me haz dejado hablando solo y no respondes a las preguntas que te hago.

—¿Que quieres que te diga?

—No se, quizás podrías decirme porque carajos desapareciste. – dije aún más molesto de lo que estaba.

—¿Por que desaparecí, Tyler? Bien, quizás yo no estaba bien y quería estar sola. ¿Tal vez sea eso? – ella saco las llaves de su bolso para poder abrir la puerta de su casa. Su actitud era indiferente, nunca la había visto actuar tan raro.

—Pudiste haber avisado ¿No? Me pasé todo el día buscándote... con Josh.

—Yo no pedí que me fueras a buscar, Ty... – ella me observó un instante antes de entrar a casa para dejarme nuevamente solo. – Tal vez nos veamos mañana...

—¿Quieres que me crea eso?... Estoy seguro que no irás a la escuela estos últimos días, te conozco, Sophie. – La mirada de Sophie era diferente, esa mirada alegre que ella solía tener ahora ya no estaba más.

—No veremos otro día entonces, ahora quiero descansar.

No insistí más al respecto, no pregunte nada más. Voltee para tomar el corto camino a mi casa sin embargo me detuve antes de cruzar la calle.
—¡Sophie! – Rápidamente retrocedí hasta ella. –¡Espera un momento!

Ella había alcanzado a oír que mencione su nombre. —¿Que quieres ahora? – preguntó, rodando sus ojos.

No dije nada, sólo actúe, la abrace fuertemente unos segundos, ella confusa y dudosa  correspondió mi abrazo.
—Lamentó haberte gritado en el camino. – murmuré.

Nos separamos y nos miramos fijo el uno al otro. Yo no quería irme, yo quería permanecer con ella ahora, poder sacarle alguna sonrisa de alguna forma, poder hacerla sentir bien.
—Yo... – la mirada penetrante de Sophie poco a poco lograba enloquecerme, quería besarla, abrazarla, decirle que la amo nuevamente. – Yo me iré a casa.

—Está bien. – respondió bajando la mirada.

—Tu descansa, tienes unas ojeras terribles. – reí.

—Ya vete luego. – dijo, dándome un leve golpe en mi hombro.

Ambos nuevamente nos quedamos mirando en completo silencio.

Suspiré profundo desviando mi vista, voltee sin decir nada más y me dirigí a mi casa. Deje a Sophie atrás y me fui con las ganas de poder haberla besado pero sabía que si lo hacía algo no terminaría bien.

Metí mi mano al bolsillo de la chaqueta para sacar las llaves de mi casa, antes de entrar di un leve vistazo a casa de Sophie, ella ya no estaba.

Entre, me quite mi chaqueta y la tire sin importar dónde está cayera. Me sentía molesto pero a la vez culpable. Ella no estaba bien y yo lo sabia aún así no pare de reclamarle por la estupidez que ella había hecho, Sophie me hubiese golpeado de una maldita vez por ese mal trato pero simplemente se quedo callada mirando al suelo... Eso me daba a entender que algo sucedió con ella.

—¡Hijo! Creí que está noche no llegarías. – exclamó mi madre saliendo del baño. Ella se acercó y me dio un cálido beso en mi frente. –¿Por que traes esa cara? – preguntó ella con su sonrisa sostenida.

—No pasa nada, Ma.

—Puedes decirme, Hijo, confía en tu madre.

—No quiero hablar sobre eso. – exprese. Ella no insistió más sobre el tema.

—¿Quieres comer algo? – preguntó. Yo negué, negaba a todas sus propuesta, ahora solo quería estar solo y tranquilo para poder entender sobre algunas cosas.

Subí a mi cuarto y me encerré sin encender la luz. Me acerqué hasta la ventana, ahí tenía una perfecta vista a la casa de Sophie. Su habitación permanecía oscura, así estuve por unos minutos.

Me tire en mi cama y contemplaba el techo de mi cuarto. Sentí como todo mi cuerpo se lograba relajar e inconscientemente mis ojos se cerraban.

A mi mente se venían vagos recuerdos de mi cuando era un pequeño ángel, cuando solo tenía 6 años.

Me obligaban a hablar con nuestra vecina de al frente pero yo no quería, lo recuerdo bien, ella tampoco quería hablar conmigo, era mutuo.

Nuestros padres se llevaban lo demasiado bien que hasta incluso salían de vacaciones juntos, eso implicaba juntarme con esa niña.
A pesar de todo no fue tan malo, ella me daba de su comida y yo de la mía, nos robábamos los dulces de otros niños. Éramos el dúo perfecto.

Ese ultimo días de vacaciones yo lloraba porque no me quería ir, yo quería seguir jugando con ella, con Sophie. Creía que no la iba a ver nunca más... eso creí...

Please, don't. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora