27• Primeras sensaciones

Comenzar desde el principio
                                    

No comprendo el significado de su última frase, hasta que noto varios pinchazos sobre el labio superior. Es como si un hilo imaginario, estuviese descosiendo mis labios. Cuando la sensación de dolor desaparece, me siento aturdida.

Disimuladamente, me llevo las palmas de las manos tras la espalda, y dándome pequeños pellizcos, intento despertarme de mi propia pesadilla, pero no sucede nada más que no sea el silencio. Es curioso; quizás mi verdadero temor es vivir en una realidad dónde la fantasía no puede adaptarse a mi forma de pensar.

El chico me dedicó una mirada ambiciosa, y plenamente saciada del poder que yo le estaba otorgando con mi silencio. Este sería el momento idóneo para cambiarle el nombre a uno menos generalizado. Quizás “chico”, se quedaba muy holgado, teniendo en cuenta todas sus cualidades. Un chico no es capaz de matarte con la mirada, a menos que sea en las películas de amor, pasteleras. Este chico, es capaz de destruirme, con solo chascar los dedos, o imaginar un piano muy pesado, aplastarme la cabeza.

Silencio, más silencio. Mis dientes chirriar. El fuego flameando. Y luego mis pensamientos, aturdiéndome. Una mezcla bastante mortal hasta par alguien tan versátil como yo.

Me armo de valor. Mis ojos destilan una combinación de ira y miedo, mientras que los suyos, presumen de inalterabilidad.

—Si no me das respuestas, me marcho —digo de repente sacándolo de desconcierto. Por primera vez, lo que veo en sus ojos no es impasibilidad.

—Quieta —susurra con la cabeza gacha.

Logra intimidarme, pero aún así, le desobedezco. Me levanto de un solo salto, y comienzo a alejarme poco a poco de él. La sensación de libertad que había comenzado a sentir repentinamente, termina igual de drástica que siempre.

Una presión sobre el cuello, que no me deja respirar. El aire se atasca en mis pulmones. Hiperventilo, lucho contra mis propias manos, y después comienzo a coger un color digno de la película de los pitufos. Él sigue mirándome impertérrito. Ni siquiera sé cómo lo está haciendo, pero con seguridad sé que es él. ¿Quién si no, iba a tener el valor de intentar matar a un ser humano? Al final, todas las bestias resultaban ser iguales de crueles.

—¿Te vas a quedar? —pregunta, sin apartar la vista de mi clavícula. Quizás, lo único que quiere es dejarme inconsciente, para después beberse toda mi sangre. Lo mejor será obedecerle durante un rato.

Asiento, sin hacer movimientos bruscos con la cabeza, y su agarre disminuye. Ahora ya no tiene los brazos tan apretados como antes. Lo sabía; él es la persona en la que no debía depositar mi confianza. La única manzana podrida del manzano.

—A veces creo que subestimas el poder que puedo llegar a tener sobre ti.

—El poder lo tengo yo. —Las cuerdas vocales me pican cuando pronuncio las palabras—. Eres fruto de mi imaginación. Sí yo te he creado, yo puedo eliminarte.

Cierro los ojos y pienso en cualquier cosa que no sean mis propios temores. Encuentro recuerdos del pasado; recuerdos demasiado viejos como para ser de esta generación. Yo siendo pequeña; yo compartiendo la tarta de mi décimo cumpleaños con mi padre. Yo siendo una niña feliz; alguien quién no tenía preocupaciones. La niña que en estos mismos momentos, está sepultada bajo el montón de cenizas más grande, de todo el bosque en llamas.

—Aigue siendo ridículo, tu afán por evitar la fantasía de tu propia mente. —No ha desaparecido; ni siquiera he podido averiguar cómo escapar de mi misma—. Resulta satisfactorio ver cómo intentas descubrir tu propia existencia, a base de conocimientos humanos.

—¿Cómo si no pretendes que averigüe cosas de mi pasado? —pregunto alzando las cejas.

—No lo sé Amy. Eres tú la que debería saberlo.

Respiro con exaltación, y luego lo señalo con firmeza.

—¡¿Como demonios pretendes que averígüe nada, si no hacéis más que esconder y sepultar las pistas que se supone, debéis darme?! ¡Estoy jodidamente cansada de jugar sin pistas! ¿Dónde está mi puto comodín?

Me dirige una mirada plagada de perspicacia. Por alguna razón, ahora sé que algo de lo que he dicho en esa frase, tiene una pizca de la poca cordura que me queda.

—La ayuda solo se le ofrece a los perdedores. Así que, dame las gracias por no estar recibiendo ninguna. Creo que de todo el mundo que te rodea, soy el único que valora tus defectos y virtudes.

—No sabes nada de mí.

La sensación de que todo va a volver a esfumarse me amenaza momentáneamente. Pero de nuevo, vuelve a ser tarde, y acabo disipándome en el aire sin remedio alguno.

—Creéme. Sé más, que tú misma.

[•••]

Ni siquiera había podido imaginarme la fantasía en mis propias pesadillas cuando había pasado en la vida real. Tenía unos labios ajenos contra los míos. Sin propasarse, pero tampoco manteniéndose a raya. Mis sentidos —como siempre, alertas—, me hicieron alzar el puño por enésima vez en la semana, hasta que impactaron contra la barbilla de alguien. El impacto había resonado con un implacable clock, y de nuevo Ethan volvía a mirarme sorprendido, como si no estuviese todavía acostumbrado, a los golpes que le quedaban por detener, si seguíamos mucho más tiempo juntos. Sí quieres a Amy, debes querer también a su agresividad. Va todo en un paquete. O lo coges o lo dejas. Ambos son inseparables. Acepta a uno, y convive con obligación con el otro.

—¿Me has besado? —pregunto, intentando reprimir la obviedad de la pregunta.

Me mira exhausto, todavía recomponiéndose de la frialdad y brusquedad del golpe.

—Doy fe de que estás despierta... —hace una pausa dramática—. ¡Dios santo, ¿dónde has aprendido a pegar así?! —se frota la barbilla varias veces con la mano derecha, y después me dirige una mirada cómplice—. Iba a hacerte el boca a boca. Estabas inconsciente. No he llegado a tocarte. No sabía que iba a molestarte tanto.

Me levanto de un salto, y sin quererlo, me agarro a su hombro para no volverme a caer.

Lo siento, yo... —Mi voz suena quebrada y ni siquiera recuerdo haber llorado—. Necesito que... —Las lágrimas están comenzando a caer por mis ojos y en un intento de esconderlas, abrazo a Ethan.

—Tranquila —me susurra mientras me pasa la mano por el pelo—. Ya estoy aquí.

«Cómo si eso pudiese solucionar algo, teniendo en cuenta qué todo está en mi mente».

Está interiorizado. Sí me he cansado de pelear contra mi monstruo, será mejor que comience a aceptar todo lo demás.

Me gusta Ethan.

Siento llegar tan tarde, siento haberlo escrito tan mal. Siento todo lo que he estado haciendo estos días.

El sábado no pude actualizar, y hoy no os lo he recompensado. Ni siquiera sé cómo pediros perdón de la forma en la que merecéis.

Muchísimas gracias por las 23k leídas, y bueno... la verdad es que no sé que más decir, porque tampoco estoy de humor para hacerlo.

Espero que entendáis (y creo que se me ha notado en la forma de escribir, pero qué sé yo) que no estoy muy bien estos días, pero bueno, Wattpad me recompone, y vosotros también. Así que solo espero, que el próximo día, vuelva con muchas más fuerzas para poder recompensaros.

Besos. ❤

Pd: ahora es cuando me arrepiento de ser la llamada escritora de brújula (vamos, pa que me entendáis, que escribo cuando me sale del chichi y no planifico nada). Me está jodiendo pero bien.

[Editado y corregido]
Instagram: misspssychoo

Dark SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora