22• Recuerdos que asustan

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—Sí, más o menos —digo, mientras me levanto lentamente—. Para ser un restaurante de lujo, tienen el baño de mierda.

Oigo varias risas, y seguidamente un carraspeo. Ethan vuelve a hablar.

—Subo ya. Hazme sitio.

Comienzo a buscar el pestillo a tientas y cuando escucho sus palabras observo a la pared anonadada.

—¿Como vas a subir? ¿Acaso ahora sí eres Supermán?

Pasados varios segundos me di por vencida. Ethan se habría ido a fumar, o quizás me hubiese dejado aquí abandonada a mi suerte; pero como si fuese cosa del destino el hecho de que me persiguiese hacia todos lados, de un momento a otro lo tenía al lado, susurrándome en el oído:

—Algo así.

—Si hubieras echo eso antes nos hubiésemos ahorrado un tiempo bastante valioso, ¿no crees?

Pongo los ojos en blanco, y todavía a tientas sigo intentando que la puerta se abra, pero como no, no lo consigo.

—Contigo no habría funcionado. Es más difícil si tienes a otra persona subida encima.

Y otra vez más, mi mente celosa me recordó que él lo sabía porque ya lo había hecho antes.

—¿Por qué la puerta no se abre?

—¿Has probado quitar el pestillo?

Estando los dos apretujados en el baño minúsculo, se adelanta a mí, y comienza a toquetear la puerta por todos lados. Está concentrado, así que me parece divertido entretenerlo.

—¿Ves? ¡Ya te he dicho que no hay!

Cambiamos de posición y de nuevo estoy yo más cerca de la puerta. De repente, me quedo justo en frente de él, y su brazo comienza a pasar peligrosamente alrededor de mi cadera. Trago dificultosamente, y como acto reflejo cierro los ojos. Noto su respiración muy cerca de la mía, y después un clic que me saca de desconcierto.

—Amy. Estaba justo detrás de ti.

Pasa por mi lado, me roza el hombro con sutileza, y después abre de par en par la puerta del baño. Al final resulta que no había mirado lo suficientemente bien.

[•••]

Ethan me sigue, guardándome las espaldas, pero aún así seguimos dando el cante. A mí también me resultaría extraño que una pareja saliese del baño de minusválidos, con el pelo revuelto, que la chica caminase dando pasos en falso, y qué él la acompañase con la respiración entrecortada. Lamentablemente dábamos la sensación de haber hecho cosas indebidas.

—¿Se puede saber cuál es el plan ahora?

De repente, lo ví todo muy claro. Había una mesa de cuatro asientos justo a nuestro lado. Nuestro camuflaje serían las cartas dónde se elige el menú, y así yo podría descubrir por qué Thalia utilizaba tanto secretismo para quedar con Dalan.

—Esto no va a funcionar. —Vuelve a replicar Ethan. Le chisto para que se calle, y con rapidez vuelvo a subirle la carta, hasta taparle los ojos.

—Si te ven, por supuesto que no.

—¡Esto es una tontería Amy, está sola!

Y es cierto, Ethan no mentía. Thalía estaba sentada sin acompañante en una mesa de dos, sirviéndose vino a mansalva, pero había algo raro en su actitud, y en los cubiertos que tenía colocados enfrente suyo. Estaban sin tocar, pero algo me decía que en ese mismo sitio se estaba sentando alguien.

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