20• Chófer personal

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No cuando estoy comenzando a tener un talón de Aquiles. No cuando ese talón de Aquiles tiene nombre y apellido, y vive en la casa de enfrente.

—Hasta mañana entonces —susurra al fin.

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—Te echo de menos —susurra Thalia sin apartar la vista del esmalte de mis uñas. Sopla varias veces para que la pintura se seque, y después me dirige una mirada desanimada—. A pesar de vivir en la misma casa, ya ni nos vemos.

Niego varias veces con la cabeza mientras suelto pequeñas carcajadas intentando disuadir un poco, la tensión de la habitación, pero esta no desaparece tan fácilmente. En el fondo sé que Thalia se acabará enterando tarde o temprano de mi pequeño secreto con Ethan, pero de momento prefiero que siga siendo personal. Ni siquiera puedo imaginarme su reacción; aunque seguramente se lo diría a mi madre, y me meterían un un psiquiátrico de adolescentes con delirios tempranos. No, definitivamente, los trapos sucios no saldrían a la luz tan pronto.

—He estado ocupada.

Pongo las uñas en dirección a la luz, y con un gesto aprobatorio, felicitó a mi amiga. Pero al parecer ella está más pendiente de mis asuntos privados.

—¿Y se puede saber con qué?

La pregunta, se escupe de sus labios como veneno corrosivo. Está bien; puede que esté un poco enfadada, pero en un futuro, cuando descubra las razones por las cuales me he visto obligada a  mentirle, me comprenderá. Pero hasta el momento, supongo que tendré que vivir con la idea de verla disgustada conmigo. Es el precio que me corresponde pagar.

—Con cosas. —Mi respuesta es cortante, y ella lo nota a leguas.

—¿Con cosas? —pregunta desconcertada y con el orgullo, seguramente  herido—. ¡Creía que tus cosas, también eran las mías

Y es cierto que siempre lo habíamos compartido todo, pero este asunto era incompatible. No podíamos simplemente turnarnos las tareas del vampiro como si fuese un animal de compañía.

—No es nada importante, de verdad Thalia, déjalo estar.

Se levanta de la cama con un salto muy veloz, y antes de que yo pueda decir algo más para intentar que se quede, agarra el pomo de la puerta, diciendo:

—Creía que podíamos confiar la una en la otra, pero ya veo que tú no piensas lo mismo. —Gira el picaporte y se despide susurrando con la cabeza gacha—: Llámame cuando quieras confiar en mi, de nuevo.

La puerta se cierra tras sus espaldas, y como si ya no fuesen suficientes cosas las que arreglar en mi vida, la madera de la puerta se esportilla a causa de su emotiva despedida. Meto la cabeza bajo las almohadas, sintiéndome derrotada, y para calmar mi ira, comienzo a respirar varias veces, a una velocidad regular.

Y de nuevo, la frase vuelve a hacer acto de presencia en mi cabeza:

«Arrasarás con lo que más quieres, aunque eso incluya a tus seres queridos.»

Qué verdad más cierta, y que poca atención le presté.


[•••]

Al menos la televisión no me juzgaba por mantener mis asuntos personales al margen de nuestra relación.

El reloj marcaba las nueve de la noche, y como cada día hasta el resto de mi vida, la soledad y yo nos habíamos vuelto a hacer amigas inseparables. Mientras tanto, Thalia está dando tumbos de allí para allá en la planta de arriba; sigue sin hablarme desde nuestra extraña conversación de hace dos días, y ni siquiera me dirige pequeñas miradas cuando estamos en la hora de la comida. Me incomoda su silencio, pero más lo hace la incertidumbre. Ni siquiera sé cuándo volverá a dignarse a dirigirme la palabra.

Dark SecretsOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz