19• Cuestión de fuerza

Start from the beginning
                                    

—¿Acaso estás celosa?

No, definitivamente no estoy celosa.

«¿Ni un poquito?» insiste mi conciencia.

Ni de coña.

¿Celosa? —río amargamente y pongo los ojos en blanco de inmediato—. Yo no te tocaría ni con un palo.

—El otro día en la playa no pensabas lo mismo...

Algo malo podría haber sucedido si en ese mismo instante Scarlett no hubiese carraspeado, y yo no hubiese salido disparada a ayudarla. Es cierto que me caía mal; que su actitud era irritante; y que su forma de ser me causaba escalofríos, pero de alguna forma había intentado ayudarme, y eso lo valoraba demasiado.

—Te juro que no sé lo que ha podido suceder...

Scarlett termina de abrir los ojos, y antes de que pueda arrojar alguna palabra más de disculpa, sus manos se aferran a mi camiseta, y me apartan de ella.

Vaya, al parecer alguien no se ha levantado de muy buen humor.

—Sal de mi casa ahora mismo —espeta de repente. Está sudada, y ya no tiene el espléndido aspecto de antes, pero sigue siendo guapa—. ¡La gente como tú debería estar muerta!

Me toco el pecho queriendo parecer herida, pero solo consigo una mirada reprobatoria por parte de Ethan.

—¿De qué demonios estás hablando Scar? —pregunta Ethan, con preocupación.

Pongo los ojos en blanco por la estúpida abreviación, y luego río desmesuradamente al recordar que esa palabra en español significa «cicatriz». Al final, aprender más idiomas resulta útil.

Scarlett ignora la cercanía y el comentario de Ethan ya que sigue mirándome con escepticismo y sorpresa, mientras suelta por esa boca de bruja loca y malcriada, todos los insultos que le da la gana.

—Hemos evitado durante mucho tiempo a gente como tú. —Empieza a dar pasos firmes hasta mi posición y después escupe las palabras como si fuesen basura—. Y ahora no es momento de que todo acabe destruido por tu culpa.

«Eres un monstruo.»

Quizás la única persona que iba mal encaminada hacia lo que era, soy yo misma.

Y sin esperar ningún gesto menos inapropiado por su parte, Scarlett sujeta mi cuello con brusquedad, y antes de que pueda darme cuenta de lo que está pasando, me sangra la nariz, y comienzo a poner los ojos en blanco.

No puedo respirar.

—¡Scarlett basta! —Ethan interfiere, pero no consigue que su agarre disminuya.

«Eres un monstruo.»

¡Suéltala! —exclama Ethan, mientras eleva la voz para intentar hacerse oír entre mis gritos, rogando auxilio—. ¡La vas a matar!

—¡Se está condenando ella sola! —grita exhausta al comprobar que Ethan tiene más fuerza que ella—. ¡Hay que matarla antes de que ella nos mate a nosotros!

«Esta chica está loca.» Me grita mi conciencia de repente.

Y como si yo fuese la única capaz de decidir cuáles son mis propios métodos para morir, le sujeto la muñeca con más fuerza de la que me esperaba tener, y se la retuerzo en un giro de 190° perfecto. Oigo sus gritos, y veo de refilón los ojos de Ethan abiertos como dos lunas llenas, pero eso no me detiene a arrojarle una patada en el estómago, hasta separarla de mí. Cuando su mano abandona mi cuello, mi respiración todavía es pausada; apuesto lo que sea, a que todavía tengo la marca de sus dedos en mi garganta, y que no tardarán en desaparecer precisamente poco tiempo.

Dark SecretsWhere stories live. Discover now