1

15.2K 1.4K 249
                                    

—¿Quieres hablar de ello, Stiles? —preguntó la mujer poniéndose bien las gafas redondas sobre el puente de la nariz.

—¿Más? —repuso con ironía—. No es como si no hubiera estado hablando sobre eso desde que llegué —comentó algo irritado—. Sí, he soñado de nuevo con el ataque del lobo. No es que sea raro, todos los meses me pasa esto y no hay que darle mayor importancia...

—¿Cómo que no? —inquirió la mujer—. Que quites importancia a un trauma de la infancia...

—No le quito importancia a ese evento, se lo quito al hecho de soñar con él. Es perfectamente normal, si no lo tuviera aún en la cabeza sería para preocuparse —murmuró el chico castaño de veinte años casi recién cumplidos.


Jugueteaba con un hilo de su camiseta blanca con las mangas rojas, evitando mirarla. No quería hacerlo, porque casi que se vería obligado a contarle sus más oscuros secretos, y no le apetecía en absoluto volver a hablar de cómo el lobo le fue acechando y acabó mordiéndole. Y como el olor a sangre se le impregnó en la memoria tanto que seguía recordándolo.

Su cabello castaño estaba más largo que de costumbre: había dejado de lado su look adolescente con el rapado y se lo había dejado crecer un poco. No era mucho de tomar el sol, su piel pálida era testigo de ello. Además, ésta estaba decorada con lunares aquí y allá, y sus largos y finos dedos no dejaban de presionar su antebrazo, con nerviosismo.


Era más que obvio que sus nervios le afectaban: su complexión era muy delgada, y a pesar de su altura, estaba seguro de que pesaba menos de lo normal, pero era todo por culpa del nerviosismo del que siempre era preso. La mujer lo miraba con una ceja enarcada, pero Stiles siempre había sido así de reservado con ella -y con todos- siempre. Desde el ataque, sus padres se habían obcecado en mandarle a una psicóloga, y aunque le había intentado decir a ambos que no le gustaba nada contárselo una y otra vez a una persona desconocida, ellos no paraban de ir de un psicólogo a otro, intentando que cesara su terror nocturno, esperando que dejara de gritar por las noches.

Porque Stiles mentía, aquello no era cosa de una vez al mes: soñaba con el ataque todos los días. Llevaba sin dormir bien, de un tirón, pues desde hacía quince años, los mismos que hacían desde el ataque.


Pero aquello no fue sólo lo que le pasó. El añadido de todo aquello, lo que más le afectó, fue el miedo que le cogió a todos los animales. No sólo a los cánidos, que fue lo más grave, sino incluso a pollos, cerdos, vacas... su padre tuvo que buscar otro empleo, y se mudaron de casa, lejos del campo.

No fue eso lo más grave, si le añadimos más desgracia a Stiles, sino que también obtuvo algo que él siempre intentaba fingir que no existía, pero allí estaba, en una parte de su mente, leía el pensamiento a los animales.


¿Qué demonios había hecho en la otra vida para merecer aquello? Oía las voces en su cabeza, y cuando creían que era sólo su imaginación, algo pasaba que le aseguraba a ciencia cierta que era el animal el que estaba pensando, que no era su cabeza, que estaba realmente mal.

Cada vez que veía un animal, se alejaba lo más que podía de él. Su miedo se convirtió en terror visceral solamente por aquel hecho de no poder saber por qué escuchaba los pensamientos de cualquiera de ellos, fuera el que fuese.


Había tenido problemas en el colegio, con lo que entraba en la universidad dos años después de lo que debía. Iba a estudiar ingeniería aeroespacial: cuanto más alejado de la tierra y de aquellos animales, su mente iría mejor. A pesar de haber tardado dos cursos más en madurar mentalmente por culpa del ataque del lobo, Stiles resultó ser un chico muy listo y capaz, con lo que las universidades casi se lo rifaron, aunque iría a la de Stanford. Después de todo, era una de las mejores universidades del país.

Lo bueno de todo aquello era que los animales no estaban permitidos en el campus. Nadie tendría mascota, y no escucharía vocecillas en su cabeza que no quería oír. Menos mal. Quizás escuchara de vez en cuando cómo una paloma quería robarle el bocadillo a algún alumno. Era tan absurdo que hasta le hacía gracia.


—Si no me quieres hablar de tus sueños, háblame de tu universidad. —Stiles suspiró, luchando con todas sus fuerzas por no poner los ojos en blanco.

—Todo bicho viviente sabe de la existencia y de cómo es Stanford, ¿podemos ahorrarnos la charla y me voy ya a tomar un café? No les diré a mis padres que he estado menos tiempo en su consulta.


La mujer suspiró, rendida ante tanto pasotismo, y levantó la mano, señalándole la puerta. Stiles sonrió y se puso su sudadera, saliendo rápidamente del despacho, por si la mujer se arrepentía y no le dejaba salir.

Salió del portal casi corriendo, colocándose la ropa bien y bajando por la calle en dirección al centro, queriendo llegar cuanto antes a su sitio favorito de la ciudad: el sofá de la cafetería que siempre frecuentaba.


Caminaba mirando el móvil, distraído, sin querer mirar a ningún lado, porque si lo hacía, vería a un animal, y si lo veía, le podría leer el pensamiento. Y no tenía ganas de echar a correr a su casa, realmente quería un café. Necesitaba cafeína para funcionar en su día a día.

Giró la esquina que llevaba a la calle por donde estaba su cafetería favorita sin levantar la vista de su teléfono, provocando así que se chocara estrepitosamente con alguien que caminaba en sentido contrario, haciendo que el teléfono se precipitara al suelo y se estampara, sonando muy mal contra el pavimento.


—¡Joder! —gritó el castaño alzando la vista y encontrándose con aquel con el que se había chocado de forma tan brusca.

—¡A ver si miras por dónde vas!


"Qué ojos más bonitos" resonó en su cabeza. Y a pesar de que pudiera ser sus pensamientos, porque aquel moreno tenía los ojos verdes más bonitos que había visto, resonó en su cabeza como la voz de aquel tío, dejándolo confuso. ¿Había desarrollado los poderes y ahora leía el pensamiento de tíos guapos?

Era toda una ventaja, desde luego.


---


Me he portado bien, he subido el primer capítulo prontito. Espero que os haya gustado el capítulo, y para los ansiosos que sólo quieran porrrno, he creado una obra de one shots sólo de smuts, que se llama así, Smut:

 Espero que os haya gustado el capítulo, y para los ansiosos que sólo quieran porrrno, he creado una obra de one shots sólo de smuts, que se llama así, Smut:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La podéis encontrar en mi perfil, la portada es la de arriba. Espero que os podáis pasar, que ya hay dos shots colgados jjjjj

Votad y comentad, y gracias por leer

Wolf out [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora