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Capitulo 38

Ultimo día (Sábado en la madrugada): Al oeste de la ciudad los edificios se iban desvaneciendo detrás de nosotros, las casas elegantes desaparecían y eran reemplazadas por humildes y escasas casas. Todo era monte y el camino (una carretera recta sin fin), parecía alargarse cada vez más.

Habíamos conducido por horas y horas y no creíamos que pudiéramos llegar al final de la madrugada a la plaza de toros que era donde nos guiaba la siguiente pista que Bryan Rogue había dejado para nosotros.

El hambre lastimaba nuestros pobres estómagos que crujían reclamando alimentos. Tuvimos que parar en una gasolinera puesto que el autobús también se estaba quedando sin combustible. Por suerte un viejo restaurant en la gasolinera estaba abierto las 24 horas del día.

— No veo la hora de llegar a la plaza de toros –anunció el Topo con la boca llena de comida.

— ¿A dónde creen que nos llevará la siguiente pista? —preguntó Wilana Lana. Todos la observamos pues lo obvio salió a flote.

— Esto se está volviendo un poco tedioso —se quejó Charlotte—. No sé a qué juego esté jugando Bryan Rogue, ¿Por qué nos está haciendo recorrer tantos kilómetros para nada?

En realidad no era para nada. Él estaba ganando tiempo y nosotros éramos parte de su despiste así que debíamos seguirle la corriente a su jueguito.

Mientras comía, tenía mis ojos enfocados en la comida que estaba delante de mí. La miraba fijamente. No le quitaba la mirada de encima ni por un segundo. Era una estupidez. No creo que esta fuera a desaparecer si me descuidaba. En fin, algo me hizo desviar mi mirada de la comida. Mi teléfono sonó dentro de mi bolsillo y me apresuré a sacarlo. Era Matt Parson.

— ¿Hola Matt?

Los chicos enfocaron sus miradas en mí.

— ¡MALDITOGUSANO!

— Espera Matt... Tú no lo entiendes... Yo...

— ¡No quiero tus malditas explicaciones! ¡Voy camino a ese restaurant en el que estás!

Entonces lo comprendí todo. Colgué la llamada sin importar lo mucho que Matt Parson pudiera enojarse conmigo. Ya lo había entendido todo. Era por eso que el siempre nos encontraba. Era por eso que la Bestia siempre me encontraba. Ellos habían puesto dispositivos GPS en algún lado. No sabía si se trataba del autobús de Bryan Rogue o si se trataba de mi teléfono. No sé si se trataba de alguna prenda de vestir, pero fuera lo que fuere teníamos que deshacernos de todo.

— ¡Vamos chicos! No hay tiempo.

Les ordené y ellos me siguieron fuera del restaurant a una tienda que estaba al lado de este. Era una tienda de recuerdos y vendían suéteres y pantalones que hacían alusión a las corridas de toros.

— Desvístanse —les dije una vez dentro de la tienda. Todos me miraron con cierto desconcierto—. ¡Vamos a comprar ropa nueva chicos! Esta ya no nos sirve.

Con el dinero que Bryan Rogue nos había dejado en una bolsa negra, compramos ropa nueva. Toda hacía alusión a las corridas de toros.

— ¡Ahora denme sus teléfonos!

Ellos me dieron los teléfonos y en menos de 10 segundos cinco teléfonos inteligentes sucumbían en el piso ante el poder de mis nuevos zapatos con cachitos.

— ¡Que haces! —intentaron detenerme, pero yo seguía aplastando los teléfonos en el piso.

— ¡Esa es mi vida! —lloraba Cara.

— Podrás comprarte una nueva vida y mejor cuando por fin consigamos el tesoro —la consolé.

— ¿Por qué has hecho eso Ps3? —me preguntó Wilana Lana.

— Porque así es como nos encuentran. ¿No lo ves? Siempre nos encuentran. Ahora solo hay que conseguir un nuevo automóvil.

— ¿De qué hablas huevón? Los automóviles no caen del cielo —me decía el Topo, pero mi atención estaba centrada en unos chicos que estaban echándole gasolina a su automóvil.

Fui hasta donde esos chicos estaban.

— ¡Ey! —los saludé—. Bonito auto.

Ellos asintieron.

— Ese es mío —les dije señalándoles el autobús de Bryan Rogue. Cuando Bryan Rogue se enterara de lo que iba a hacer, seguramente me asesinaría.

— Está bonito —dijeron ellos—. ¿Lo vendes?

— Lo cambio por su automóvil —les propuse y pronto estábamos yendo rumbo a la plaza de toros en un automóvil nuevo. Les dije a los chicos que se dirigieran lo más al este que pudieran, así despistaríamos un poco a nuestros perseguidores.

El sol estaba a punto de salir cuando al fin llegamos a la plaza de toros. Ni siquiera nos hizo falta bajarnos del automóvil, pues la pista estaba justo frente a nuestros ojos. Estaba en una gran pancarta en las afueras de la plaza de toros. La pista decía así:

"Al este donde el pensador descansa en su roca y observa el mundo a su alrededor, encontraran la ultima pista."

No nos hizo falta buscar en ningún lado la respuesta a la nueva pista pues todos sabíamos hacia donde nos llevaría esta. Hacia el lago de la ciudad donde había una pequeña isla con un telescopio para ver la ciudad. El lago quedaba ya casi al final de la ciudad, al este. Nuestro viaje seria aun más largo que el que acabábamos de hacer. Si teníamos suerte, llegaríamos al final de la tarde.

Nos pusimos en marcha en el nuevo automóvil. En el camino volvimos a pasar por la gasolinera y el autobús de Bryan Rogue aun estaba allí, seguimos nuestro camino a toda velocidad sin detenernos y nos cruzamos con el automóvil de Matt Parson. Este ni siquiera nos notó por suerte, pero no faltaba mucho para que el llegara a la gasolinera y descubriera que habíamos cambiado el automóvil de Bryan Rogue.

Pronto Matt Parson encontraría nuestro rastro, pero primero debía ir a la plaza de toros y descubrir lo que la siguiente pista significaba. Cuando lo hiciera, ya nosotros le habríamos sacado un mundo de ventaja y estaríamos muy lejos de él, así que había tiempo para lo que sea. Incluso para descansar.

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Gracias por seguir leyendo!!!! Espero que puedan continuar hasta el final!!! Nos leemos pronto :)