Capitulo 11

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Mis pies estaban cansados de tanto correr y arrugados como una pasa de tanto remojo, pero igual continué caminando al igual que lo hacían los demás. Al principio ninguno de nosotros puso en duda que Bryan Rogue nos sacaría de la cañada, pero después de media hora de carrera y la confusión en su rostro, las dudas comenzaron a aparecer.

— ¡Mierda! ¡No correré más! —dijo Cara, la amiga de Charlotte. Todos nos detuvimos, no por la fuerza de sus palabras sino porque nuestros pies nos lo rogaban.

— ¡Entonces quédate en medio de esta mierda! —le gritó Wilson.

— ¡No te metas con mi amiga o juro que te mataré aquí mismo pedazo de basura! —le gritó Charlotte.

— ¡Primero te la tendrás que ver conmigo! —lo defendió Ámbar.

— ¡Por favor cálmense! —esta vez fue Wilana Lana la que intervino.

— Déjalas —propuso el Topo—. Esto será como una pelea de chicas sexys en el lodo, pero en vez de lodo habrá mierda.

— ¡Cállate tonto! —dije solo para participar en la discusión.

— ¡Basta Ya! —el grito de Bryan Rogue logró captar la atención de todos—. Hemos llegado chicos. Al fin saldremos de este agujero —nos dijo señalando por encima de el con ambas manos.

Comenzamos a escalar la montaña y nuevamente llegamos al borde de esta. Volvimos a caminar entre la maraña de árboles y mosquitos y al fin estábamos fuera de la cañada, pero ahora había un obstáculo más.

Una enorme valla de ciclón de por lo menos cinco metros de altura se imponía delante de nosotros.

— ¿Y ahora qué? —preguntamos al unísono.

— Debemos saltarla —nos explicó Bryan Rogue.

— ¿Qué hay del otro lado? —pregunté.

— Tres pequeñas canchas de béisbol, otra valla un poco más alta que esta, una pequeña cancha de fútbol y luego una valla del mismo tamaño que nos llevará hasta la salida.

— ¿Qué pasa si nos descubren? —pregunté.

— Pasaríamos la noche juntos en una celda en la pequeña cárcel de esta ciudad —todos miramos boquiabiertos a Bryan Rogue—. Pero descuiden. Eso nunca pasará.

— Yo no entraré a ese lugar —se opuso Cara.

— Yo tampoco —Charlotte hizo lo propio.

— De verdad pienso que ya han sido demasiadas locuras solo por esta noche —Ámbar estuvo de acuerdo con ellas.

— Yo hago lo que mi novia diga —dijo Wilson.

— Pues eres un puto —le dijo el Topo—. Yo si voy.

— Por primera vez en esta noche estoy de acuerdo con el Topo —dijo Wilana Lana.

— ¿Y tú? –me preguntaron al unísono. Parecía que yo estaba a cargo de las decisiones del grupo.

— Pues... Es esto o regresar por la mierda y rogar porque los policías ya se hayan largado.

Y entonces comenzamos a escalar la valla: introduciendo un pie en cada orificio, uno por encima del otro, con las manos realizando la misma tarea. Tarea que fue muy fácil, el problema de verdad era bajar, pero de todas formas lo hicimos, entonces corrimos y atravesamos la cancha de béisbol, luego subimos la valla más grande y en pocos minutos ya estábamos en la cancha de fútbol. La grama estaba un poco alta y aun mojada, de seguro había sido regada unas pocas horas antes de nuestra llegada.

— ¿Y ahora? —le preguntamos a Bryan Rogue. El negó con la cabeza y simplemente sonrió. Acto seguido, se sentó en la grama sin importarle que el culo se le mojara.

— Nada chicos —nos dijo—. Simplemente sentarnos a disfrutar de las estáticas estrellas fugaces —y entonces de un bolso que hasta ese momento no había visto, sacó una botella de ron. Bebimos y contamos historias por más de una hora, no hicieron falta muchas palabras para que nos sintiéramos cómodos, Bryan Rogue nos había unido como hermanos y en pocos minutos parecíamos conocernos de toda la vida. Pero la diversión tendría fin, los aspersores se encendieron. No entendíamos por qué, se suponía que no había nadie en el lugar, pero no era así. Alguien nos había visto y había llamado a la policía.

— ¡Bien chicos! ¡Quédense donde están! ¡No hay escapatoria los tenemos rodeados! —nos informaron a través de su megáfono. Pero solo había una patrulla así que Bryan Rogue pensó que él podría con ellos.

— ¿Saben que me enoja? —dijo Bryan Rogue. Fue una pregunta, pero él no esperaba una respuesta—. La maldita sociedad que con sus muchas normas va mutilando nuestras ideas, nuestros pensamientos, hasta que ya no nos permite crecer de forma libre —él tomó la botella medio vacía en sus manos—. Siempre quieren encerrarnos en sus jaulas y esconder las llaves —él se dirigía hacia donde estaba la patrulla y los dos oficiales

— Bryan Rogue ¿Qué harás? —pregunté con temor.

— A mi señal —señaló hacia un costado de donde estábamos—. Corran. Estoy muy enojado y la mejor forma de desahogarme es esta.

Bryan Rogue continuó caminando en dirección a la patrulla.

— ¡Todo está bien oficiales! —les gritó. Nos fuimos alejando despacio. Esperando su señal, pero no sabíamos cual era. Quise preguntarle cual era la señal, pero entonces el arrojó la botella de ron sobre el vidrio de la patrulla el cual se hizo añicos al instante. Ahí estaba la señal. Corrimos rápidamente hasta donde el no los había indicado. Verifiqué varias veces la reacción de los dos policías al ver como un chico había roto el vidrio de su patrulla con una botella de ron. Ellos simplemente se quedaron petrificados en el sitio, sin poder creer lo que había sucedido. Nosotros por nuestra parte seguimos corriendo, los aspersores mojaban nuestros cuerpos, era como una lluvia que caía sobre nosotros de abajo hacia arriba. Corrimos hasta llegar a la última valla, luego la saltamos y nos echamos a correr por las calles de la ciudad.

— ¡No entiendo porque has hecho eso Bryan Rogue! —le dije cuando pudimos detenernos a tomar un poco de aire.

El me observo con picardia y no hizo el mas mínimo intento por ocultar su sonrisa maliciosa, luego simplemente me dijo:

— Algún día podrás ponerte mis zapatos. Recorrerás las calles que he recorrido. Pisarás la misma mierda que he pisado. Te lastimarás con los mismos vidrios rotos con los que ya yo me he lastimado, el asfalto caliente quemará tus pies al igual que ya lo ha hecho con los míos. No importa cuánto calzas, si quieres puedes ponerte mis zapatos y ver el mundo desde la perspectiva en la que yo lo veo, pero nunca comprenderás porque hago lo que hago y mucho menos la razón por la cual aun sigo aferrado a esta dolorosa vida.

XxxxxxxxxxxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora