Capitulo 14

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Sostuve la grabadora en mis manos, presioné un botón y de inmediato apareció un leve suspiro, un suspiro que pronto fue reemplazado por la voz tranquila y despreocupada de Bryan Rogue. Era como una especie de libro y a continuación Bryan Rogue contaba uno de sus capítulos:

— Capitulo ocho: Mis ideas cada vez se muestran más claras. Ya no tengo duda alguna de que lo que escondía mi tío era un tesoro. Estoy muy seguro de eso, por eso hoy he decidido ir a visitar a mi abuela en el asilo donde ha sido olvidada desde hace varios años atrás, así podré confirmarlo todo y para cuando vaya a reclutar a Wilana Lana y a Ps3 para que me ayuden a encontrar el tesoro, tendré pruebas concretas acerca de la existencia de este tesoro. Es la única forma en la que ellos me creerán. ¿Por qué los necesito tanto? Pues simplemente por lo que he dicho en anteriores capítulos. Ellos llenan el vacío que existe en mi alma.

El lugar es horrible, aunque las enfermeras se esmeran bastante en ocultarlo, huele a medicamentos y es una pena decirlo, pero el olor de la vejez que impregna el lugar es difícil de soportar.

Rápidamente voy en busca de mi abuela. Ella está en la habitación número 33. Me encantaría que Ps3 estuviese aquí conmigo.

Toco la puerta. Una voz se desquebraja en el aire y apenas y puede terminar su camino:

— Adelante.

Entro a la habitación recién limpiada. La cama está recién hecha, las ventanas abiertas dejan entrar varios rayos de sol que no son capaces de fumigar el deplorable aspecto del lugar. Mi abuela está sentada en una silla de ruedas y pienso: «Espero que mi vida no termine de esta manera». Ella me escruta el rostro con sus ojos entrecerrados, pero no logra acertar mi nombre, entonces simplemente se deja llevar por la curiosidad y lanza su pregunta:

— ¿Quién eres joven?

— Bryan Rogue —respondo secamente. No quiero que piense que mi visita es por placer. Porque no lo es. Si estoy aquí es por una causa importante.

— Siéntate hijo —lo hago. Me siento en la cama. La combinación de olores a medicamentos y vejez es más fuerte aquí—. ¿A qué se debe tu visita?

— Patrick Samuel Rogue y su tesoro —puedo ver el asombro desdibujar algunas de las innumerables arrugas en su rostro.

— ¿Cómo lo supiste?

— Patrick Samuel Segundo. El no los contó todo a Ps3 y a mí.

— Entonces mi hijo rompió su promesa —suspira y la decepción se apodera de su expresión facial.

— Entonces... ¿Si existe el tesoro? —aunque ya lo sabía, me alegra mucho haberlo escuchado de su boca—. Y ¿Cómo lo consiguieron?

— Un sueño, una pequeña e insignificante historia. Una semilla plantada en la inocente mente de Patrick Samuel Rogue. Semilla que comenzó a gestarse lentamente dentro de él y que le quitó el sueño. No pudo ser feliz hasta que plasmó aquella historia en hojas de papel —la abuela hace una pausa y aclara su garganta. Era justo, su voz temblorosa parece funcionar con unas baterías y a estas les quedan muy poco tiempo de uso—. Toda la historia que durante años conté acerca de que el abuelo había muerto al recibir la noticia de que su libro sería publicado, todo fue una mentira. La verdad es que su libro si fue publicado y fue muy famoso en aquella época. Nos trajo felicidad y riquezas y más tarde decidimos tener hijos, el primero fue un varón al que decidimos llamar como su padre: Patrick Samuel Segundo Rogue. Luego, cuatro años más tarde nacería una niña a la que decidimos llamar Brunela Rogue. Y luego dos años más tarde nacería un niño a quien llamamos Bryan Rogue, tu padre. Todo era muy feliz para nuestra familia, pero la felicidad no nos duró mucho, pronto la gente comenzó a obsesionarse con Patrick Samuel, decían que él era un genio de la literatura. Lo acosaban en las calles y no podíamos tener un momento de tranquilidad juntos. Patrick Samuel se volvió loco, él sabía que toda la fortuna que su libro le había traído no lo ayudaría a escapar de esa vida compartida con sus fanáticos que ahora él tenía que vivir. Se entregó al alcohol y luego pasó algo que solo una persona sobre este mundo sabe. Y esa persona soy yo. Antes compartía este saber con mi hijo mayor Patrick Samuel Segundo, pero como ya sabes, el se quitó la vida al igual que su padre lo hizo en su presencia cuando este solo tenía ocho años de edad.

Me sorprendo y un escalofrío me recorre el cuerpo al escuchar la similitud que la historia que la abuela me está contando, tiene con lo que yo había vivido de niño junto a Wilana Lana y Ps3.

— Solo Patrick Samuel Segundo podía recordar aquello, pues Brunela solo tenía cuatro años y Bryan dos. Eso lo traumó mucho. Yo por mi parte decidí que no quería seguir viviendo cerca de ese lugar en el que había ocurrido todo esto. Nos mudamos lejos y la herencia que nos había dejado Patrick Samuel, la cambié por morocotas de oro. Ese dinero había sido el causante de aquella desgracia y yo no quería que mi familia estuviese cerca de ella. Patrick Samuel Segundo estuvo de acuerdo y cuando cumplió su mayoría de edad escondió las morocotas de oro en un lugar lejos de nuestra familia. Así las desgracias no estarían cerca de nuestra familia. El me prometió que jamás le diría a nadie donde estaba el lugar en el que había escondido las morocotas, a menos que considerara que alguien sería capaz de usar esa fortuna sin volverse loco. Nunca pensé que él les dijera a ustedes donde estaba el tesoro. Yo considero que ustedes no son capaces de poseerlo, ningún hombre puede controlar tanto poder, pero si Patrick Samuel Segundo creía en ustedes, no hay nada que yo pueda hacer. Espero que disfrutes del tesoro.

Y así culmina nuestra conversación. No quiero preguntarle si sabe donde está el tesoro, pues conociendo a mi tío, nunca le habrá dicho nada. Él no quería que nadie supiera de su existencia, excepto Wilana Lana, Ps3 y yo. Ahora solo me queda ir en su búsqueda y convencerlos para que me acompañen a buscarlo.

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