Capitulo 17

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Simplemente no podía descifrar el momento exacto en el que la bestia regresaría y yo tendría que haberme ido de su apartamento ya. El lapso era de tres días, pero no sé si empezaban a correr desde ese domingo en el que ella me había despertado con el balde agua. Si así era, yo simplemente había dedicado el resto del domingo que me quedaba a recordar las locuras que la noche anterior había hecho en compañía de mis nuevos y viejos amigos. Luego simplemente intenté analizar si de verdad la vida era una mierda. Tal vez no. Solo si simplemente decides que así sea, pues aunque a veces corremos en el drenaje por el cual pasa la mierda, siempre podemos sacar un buen recuerdo de ese momento, siempre podemos disfrutarlo, sentirnos vivos. La vida es una mierda si es que así la queremos ver, pero es una mierda muy divertida.

Luego de martirizar mi cabeza con lo que vendría ahora (el trabajo, la mudanza, mi aventura con Wilana Lana), simplemente me quedé dormido.

Al día siguiente desperté enrollado entre mis sabanas como una especie de tequeño humano. Pasé varios minutos intentando descifrar el gran misterio de por qué simplemente no podemos levantarnos de la cama en el preciso momento en el que abrimos los ojos, tenía dos teorías:

Teoría número uno: Una fuerza llamada "Gravedad" nos obliga a mantenernos atados a la cama.

Teoría número dos: Una fuerza aun mayor llamada "Pereza" adhiere nuestros cuerpos al colchón en el que dormimos.

Luego llegué a la conclusión de que ambas fuerzas iban tomadas de la mano y yo decidí hacerlas a un lado y levantarme de la cama. Era lunes por la mañana y simplemente tenía que armarme de valor y enfrentar lo que ahora me deparaba el futuro. Me di un buen baño, me vestí, fui en autobús al trabajo y al llegar vi que la Gran Bestia estaba de pie justo en la puerta de entrada, esperándome con una sonrisa maliciosa sacada de la más horrorosa película de terror. Seguí caminando mientras intentaba juntar el valor que se escondía detrás de mí. Me imaginé la cantidad de insultos que la Gran Bestia y yo compartiríamos en nuestra discusión. Seguí caminando y me percaté de que el vidrio de la ventana que Wilson había roto la noche anterior, ya había sido cambiado por uno nuevo. Todo estaba tan perfecto en el restaurant como siempre. Mientras me dirigía directo hacia el lugar en el que se encontraba la Gran Bestia, por una extraña razón que aun desconozco mi mano derecha se empuñaba con más y más fuerza (creo que era solo un por si acaso). Llegó el momento en el que nuestros cuerpos simplemente se cruzaron, no hubo toque; solo un pequeño viento llenó el vacío de cinco centímetros que quedaba entre nosotros. Él me observó con su extraña sonrisa de oreja a oreja y me dijo:

— ¡Buenos días señor Patrick! —su sonrisa era real. No era para nada fingida. Él no intentaba ocultar ningún enojo tras esa sonrisa maliciosa. Él estaba feliz y yo más tarde descubriría el por qué.

— Buenos días —simplemente respondí un poco asustado y me dirigí hacia mi área de trabajo. Solo encontré al Topo que trabajaba en silencio. No parecía feliz a pesar de que había perdido su virginidad ya. Intercambiamos saludos y seguimos trabajando en silencio. Yo esperaba por la llegada de Wilson, pero nunca llegó.

Después de dos horas decidí romper el incómodo silencio que gobernaba el ambiente.

— ¿Dónde está Wilson?

Hubo un silencio que el Topo adorno con su mirada más triste y luego me respondió:

— El no vendrá.

La confusión se apoderó de mí. Recordé la sonrisa maliciosa que la Gran Bestia me había regalado e intenté unir eso a lo que me había pasado el día anterior y a la ausencia de Wilson, pero no pude deducir que era lo que sucedía y por qué Wilson no vendría a trabajar. Entonces simplemente pregunté:

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