Capitulo 12

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No entendía sus palabras, pero según me dijo, esa era la idea, que nunca entendiera del todo su forma de ser. La verdad no tenía mucho sentido, pero así era Bryan Rogue, podías analizarlo una y otra vez durante toda tu vida y nunca llegarías a comprenderlo del todo. Pero yo de verdad quería saber por qué rayos se había arriesgado de esa forma.

— ¿Qué tal si los policías te hubiesen disparado? —le pregunté.

El clavó sus ojos de color verde sobre mí, su mirada pasiva me escudriñaba el rostro, una sonrisa se dibujo en su rostro tranquilo y simplemente abrió la boca para hablar:

— hay tres posibilidades a mi parecer:

1) Sus balas no me hubiesen alcanzado y estaríamos aquí teniendo una discusión muy similar a esta.

2) Alguna de sus balas me hubiese herido y entonces ahora estuviésemos en el hospital o en la cárcel. Quizás ambas.

Y.

3) Todas sus balas me hubiesen alcanzado y de seguro habrían acabado con mi corta, pero divertida vida y ahora estuviesen haciendo los preparativos para mi funeral.

Después de decir esto; Bryan Rogue simplemente se quedo en silencio sin inmutarse, como si su muerte no importara lo suficiente como para preocuparse, como si la muerte no fuera más importante que la aventura.

— ¿De verdad pensaste todo eso antes de lanzar la botella? —le pregunté confundido.

— ¡Por supuesto que no idiota! —esa fue su respuesta—. No había tanto tiempo como para pensar en algo tan complicado —dijo y nuevamente no le daba importancia a aquello.

El enojo se hizo presente en mí, estuve a punto de golpearlo en la cara, pero Wilson y el Topo intervinieron.

— ¡Ese es tu maldito problema! —le grité. Wilana Lana se asustó, lo pude ver reflejado en su hermoso rostro que se volvió más pálido al ver mi enojo—. ¡Tú nunca piensas en las consecuencias de tus actos! ¡No piensas en el futuro! ¡No aprendes sobre tus actos del pasado! ¡Nada te importa Bryan Rogue!

— ¡Es ese tu problema Ps3! —me dijo con el mismo tono de voz con el que yo le estaba hablando. Charlotte, Cara y Ámbar intentaron hacer que se callara pues sus palabras de seguro empeorarían las cosas, pero ninguna de ellas pudo detenerlo. Cuando a Bryan Rogue se le metía algo en la cabeza no había nadie que lo detuviese—. Eres un esclavo del tiempo. Por lo tanto eres esclavo de lo relativo ya que el tiempo es relativo.

— ¡Te voy a matar! —le grité pues ahora estaba más enojado que antes, mucho mas. Me solté del agarre de mis amigos y me abalancé sobre Bryan Rogue, pero él simplemente me tomó por la cintura y me lanzó sobre el asfalto de golpe. El golpe me raspo la espalda y removió mis órganos. Yo estaba a su merced. Ahora el estaba encima de mí y yo tendría que escuchar lo que él tenía que decirme quisiera o no quisiera.

Bryan Rogue abrió su boca y a continuación sus palabras salieron:

— El pasado es recordar, el futuro imaginar. Solo el presente es algo concreto, pues el tiempo no es más que un producto de nuestros pensamientos.

Él tenía razón. Por más que añoremos nuestro pasado o planeemos como será nuestro futuro, es en el presente que viviremos por siempre. Entonces, si bien es cierto que hay que velar por nuestro bienestar, también debemos disfrutar los momentos en que somos felices pues nunca sabremos lo que nos queda de vida.

Seguimos caminando en silencio por las calles de una ciudad que parecía muy quieta en las noches, al parecer muchas personas temían a los horrores de la noche. Muchas, pero no nosotros. Nosotros disfrutábamos de la noche tanto como se puede disfrutar del día.

El silencio perduró hasta que por la mente de Wilson se atravesó un recuerdo de algo muy importante para él y que por alguna razón que desconozco él había olvidado.

— ¡Mierda chicos! —todos nos detuvimos pensando que algo malo había ocurrido. Wilson estaba tan desesperado como quien se toca el bolsillo del pantalón en busca de su celular y no lo siente—. ¡Mi minivan! ¡La he dejado olvidada en la fiesta!

— No te preocupes Wilson —lo calmó Bryan Rogue—. Tu minivan está a salvo, mañana mismo iremos a buscarla. Hoy iremos en el Corroncho.

Bryan Rogue tenía un autobús, uno muy bonito, uno que dejaba en pena a la minivan de Wilson, pero Bryan Rogue había decidido nombrarlo el Corroncho. Fuimos a buscarlo en el hotel en el cual Bryan Rogue se estaba quedando a dormir. El autobús de Bryan Rogue era por dentro una pequeña casa con una cama, una cocina, un baño, un comedor y unas escaleras para subir al techo donde unas barandas de hierro cuidaban de que no te cayeras al suelo y unas pequeñas sillas de playa soldadas al techo esperaban a ser ocupadas.

Wilson conducía junto a Ámbar que iba de copiloto. El Topo había decidido dormir un poco junto a Charlotte y Cara. Mientras, Bryan Rogue, Wilana Lana y yo estábamos en el techo del autobús sentados en las sillas soldadas, disfrutando de unas cervezas bien frías.

Recordábamos los tiempos en que éramos niños y que nos divertíamos sin parar, pero entonces Bryan Rogue interrumpió nuestros recuerdos para hablar acerca del libro de mi padre.

— ¿Ya has decidido si me acompañarás a buscar el epílogo del libro de tu padre? —me preguntó.

— Me gusta mucho la historia —le respondí—, pero ¿Por qué piensas que existe tal epílogo?

— Porque la historia está incompleta —me dijo—. Al final hay una página que dice epílogo, pero no hay nada escrito en ella...

— Eso es porque mi padre tenía la mala costumbre de dejar sus historias inconclusas.

— ¡Espera no he terminado! —me interrumpió Bryan Rogue—. No hay epílogo, pero si una pista. Una frase que dice: "si de verdad quieres conocer los secretos que se esconden en su interior, debes mirar a través de sus paredes."

Wilana Lana nos miraba confundida con el ceño fruncido. Ella no sabía de qué estábamos hablando Bryan Rogue y yo. Ella no recordaba la existencia del libro de mi padre e ignoraba que yo lo tenía en mi poder.

— ¿De qué se trata esto? —Wilana Lana intervino en la conversación.

— Del último libro que mi padre escribió antes de morir.

— ¿Qué hay con eso?

— Bryan Rogue está obsesionado con él.

— Es la octava maravilla del mundo —dijo Bryan Rogue con admiración. Siempre lo hacía cuando hablaba de mi padre y de sus trabajos literarios—. Y solo tú eres capaz de encontrar el epílogo.

— Es solo el epílogo de un libro que nadie más que ustedes dos conoce ¿Por qué es tan importante? —preguntó Wilana Lana.

Bryan Rogue se quedó en silencio por un momento como si ocultara algo y luego hubiese decidido contárnoslo.

— Porque hay algo más —respondió Bryan Rogue.

— ¿Qué? —preguntamos Wilana Lana y yo al mismo tiempo. Ambos estábamos sorprendidos ante la nueva noticia.

— Un tesoro, chicos.

Lo miramos confundidos. Al parecer el alcohol estaba afectando sus neuronas. Sí, de seguro el exceso de alcohol había atrofiado el cerebro de Bryan Rogue. Él esperaba una respuesta de nuestra parte, pero Wilana Lana y yo solo lo observábamos con recelo.

— Es en serio chicos —insistió Bryan Rogue—. Hay un tesoro escondido en alguna parte esperando a que nosotros lo consigamos.

— Estás loco —le dije intentando reprimir el ataque de risa que se avecinaba—. Cuando mi padre se suicidó, mi madre tuvo que hacer milagros para pagar su entierro pues él no le dejó nada más que deudas, ¿De verdad crees que mi padre tenía un tesoro? ¡Vamos! ¡No seas idiota Bryan Rogue!

— No tu padre. El del tesoro era tu abuelo, el gran escritor Patrick Samuel Rogue.

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