Capitulo 35

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Todo fue idea de él en realidad. Me dijo que era una muy buena forma de evitar que las cosas se me olvidaran. Cuando fuera un anciano vería mis diarios y recordaría mi infancia. Lo feliz que había sido al crecer en compañía de mis padres. Lo feliz que sería enseñándole a mis hermanos todo lo que había aprendido de la vida. Siempre había pensado en ello, así que me pareció muy buena idea y así fue como empecé a escribir este diario. No pienso pasarme la vida entera escribiendo cada día de mi vida. Solo lo haré con los sucesos que yo considere importantes.

Leía esta pequeña introducción en voz alta para que los chicos pudieran escucharla. Buscaba entre las páginas de este viejo cuaderno que sostenía entre mis brazos. Sus hojas eran muy débiles y de un color amarillento muy asqueroso.

Estaba sentado en el suelo y le había dado el celular a Wilana Lana quien lo sostenía por encima de mi cabeza. Todos estábamos sentados en el suelo y no nos interesaba lo mucho que nuestros pantalones o nuestras manos pudieran llenarse de polvo. Solo queríamos conocer un poco a este misterioso hombre que nos había llevado a vivir la más grande aventura de nuestras vidas. Este hombre que a pesar de ser mi padre nunca llegué a conocer del todo.

Solo me detuve cuando uno de los títulos me llamo la atención, decía así:

"Un día de lluvia."

La promesa de ser un hermoso día seguía en pie. Incluso la lluvia intensa no había sido capaz de opacarlo. Su furia había sido como una pequeña y débil picada de mosquito. No nos hizo daño. La buena noticia la recibí al momento en que mi padre atravesó la puerta de nuestra gran casa. La sirvienta me cuidaba mientras yo jugaba con mis carritos. Todo había salido bien. Mi madre había dado a luz a una niña muy hermosa a la que había decidido llamar Brunela. Igual que mi madre.

Viajamos hasta el hospital para que yo pudiera conocerla. Me encantó desde el primer instante en el que sus ojos azules se clavaron sobre mí. Desde siempre me habían contado una extraña historia acerca de unos bichos muy feos y con alas que aparecían con la lluvia. Venían envueltos en las gotas saladas que caían del cielo. Odiaba a esos bichos que tenían una tremenda picadura capaz de adormecerte algún miembro del cuerpo. El día en que conocí a Brunela comprendí que aquella historia tenía que ser falsa. Ella había llegado con la lluvia y era el ser más hermoso del mundo. Pronto alcancé a comprender que juntos labraríamos una hermosa amistad.

Con amor siempre, Patrick Samuel Segundo.

Nunca había escuchado muchas historias acerca de mi tía Brunela, pero esta era sin duda alguna la más hermosa que jamás había escuchado. Imagino que mi padre ya era mayor cuando la escribió, pero la manera en que lo hizo, por un momento pensé que se trataba de un hecho que había sido escrito el mismo día, pero esto era imposible ya que cuando mi tía Brunela nació, mi padre solo tenía cuatro años de edad.

— Es una historia muy hermosa —dijo Wilana Lana alumbrando mi cara con el flash del teléfono.

Cerré los ojos intentando adaptarme a la luz blanca, pero no lo logré y entonces aparté el flash de mi vista con un manotón que le di al celular.

— Es una historia demasiado cabrona para mi gusto —añadió el Topo.

— Sigue leyendo —me ordenó Charlotte.

Tomé el cuaderno nuevamente y lo puse frente a mis ojos, pero las letras eran inentendibles, solo veía la luz del flash aun presente, a pesar de que ya no estaba.

— Creo que deberán esperar a que mi vista se recupere —informé—. O ¿Alguien más quiere continuar leyendo?

Todos se quedaron en silencio. La luz del flash les alumbra la cara uno por uno. Wilana Lana se ofreció.

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