7• Te va a doler sólo un poco

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Con un movimiento de manos algo disimulado, tanteo a mi alrededor algún arma que pueda ayudarme a salir del apuro, y en su lugar solo encuentro una rama. Damien se rié al ver mis intenciones, y con un pisotón rápido y feroz, me aplasta la mano. Estoy tan asustada que ni siquiera puedo gritar de dolor.

«Amy, es un hecho. La mala suerte te va a acompañar hasta el día de tu muerte»

Con una risa un tanto perturbada, se acerca mucho a mi, y de forma siniestra me huele el cuello. Cierro los ojos por la repugnancia que me está suponiendo su cercanía, y reprimo un grito ahogado, cuando susurra las siguientes palabras:

—Huele delicioso

«¿Mi colonia?»

—Lástima que el mundo se vaya a perder una belleza como tú.

—¿Perdón? —Mi voz es un fino hilo de voz, que deja al descubierto todas mis emociones. Ni siquiera puedo reprimir un grito de asombro cuando observo como sus dientes, se van convirtiendo en colmillos; afilados y sangrientos.

«Un momento... ¿Colmillos?»

—Generalmente suele doler; ¿qué sentido tendría mentirte? Pero por ser tú, voy a intentar hacer el dolor más ameno. Digamos, qué me has caído bien...

No me hace gracia su doble ironía psicópata. Pataleo hacia todos lados, y no tengo más remedio que replantearme dos opciones viables para esta situación.

O la diarrea me ha venido muy fuerte y estoy alucinando o... ¡¡Este tío es un puto vampiro!!

Reconsidero más bien la segunda, aunque la primera no la descarto para nada, y me quedo embelesada por la forma en la que sus rizos se pegan a la sangre de su frente.

Lo siento; puede que sea un psicópata y todo ese rollo, pero no se puede negar lo innevitable. La belleza la tiene.

«¿Pero tú te estás oyendo?»

Vale, quizás este no sea el mejor momento para comenzar una relación seria.

Su rostro se acerca demasiado al mío, y con los ojos cerrados le pido a Dios que se apiade de mí, y que no me deje parapléjica o vegetal. Pido que sea rápido y leve; y antes si quiera de darme cuenta de lo que está pasando, y encoger el cuello, por el daño que me producen sus colmillos, Damien cae al suelo como un ser inerte.

Abro los ojos de forma apresurada y miró hacia todos lados en busca de una respuesta coherente. Como no la encuentro, tomo aire por la boca, y lo expulso de nuevo, sintiéndome más confusa que al principio.

Definitivamente no ha sido mi mal aliento.

Las piernas me tiemblan como falnes cuando hago un esfuerzo sobrehumano por levantarme, pierdo el equilibrio, e inmediatamente me desplomo contra el suelo esperando impactar de forma abrupta contra el suelo. Claro que no contaba con los brazos rígidos y familiares que de pronto me envuelven rodeándome la parte baja de la cintura.

Ni siquiera soy capaz de abrir los ojos antes de desmayarme en la franqueza de sus brazos.

Bendito déjà vu.

[•••]

A

l incorporarme sobre la cama, un dolor estrepitoso me cruzó la cabeza de principio a fin. ¿Qué demonios había pasado anoche? Tanteando indiscreta mente la mesilla, agarré el móvil de la forma más racional que me fue posible, y con los ojos todavía entornados, marqué el número de Thalia.

A los cinco toques, Thalia contestó.

—¿Amy?

Su voz sonaba áspera y endeble.

—¿Que pasó anoche?

Sin embargo mi voz sonaba ansiosa y desesperada. En parte, ni siquiera parecía que acababa de levantarme.

—Bebiste un poco, me dijiste que estabas mareada y que querías salir fuera. —Lo recordaba todo, menos su versión de beber poco; en mi opinión personal, tres cervezas y cinco cubatas no es una cantidad mínima de consumición.

»Luego te desmayaste en el aparcamiento y Ethan casualmente también pasaba por allí, y al verte desvalida, decidió llevarte a casa. Cuando te encontró tenías una brecha en la parte trasera de la cabeza, así que supongo que por eso no recuerdas nada; y hablando del tema, ¿recuerdas como te la hiciste?»

—¿Ethan? —cuestino, pasando por alto su pregunta.

—Si, él es el que te encontró. Estás extraña Amy, ¿te ocurre algo?

«¿Por qué no recordaba nada?»

—Amy, ¿te encuentras bien?

Su voz es pausada, y mi mente está demasiado dispersa como para prestarle atención. Ni siquiera sé lo que me ha preguntado.

—Te tengo que colgar. Luego hablamos.

Cuelgo el teléfono mientras me levanto de la cama sintiendo un vértigo inmenso e inexplicable.

¿Qué demonios había pasado y por qué no tenía ninguna idea lo suficientemente clara como para formar mi propia versión de los hechos?

Solo recordaba sangre; sangre y unos ojos rojos inyectados en rabia, furia y ansia.

Antes de que pueda percatarme de lo que estoy haciendo, ya me he vestido, —recordando por supuesto que Ethan me ha vuelto a ver desnuda porque he amanecido con pijama— y he abandonado mi casa sintiéndome más insegura que nunca. No sé por qué lo estoy haciendo, ni siquiera tenía pensado buscar respuestas, hasta que golpeo varias veces la puerta de la casa de Ethan con insistencia, esperando buscarle soluciones razonables a mis preguntas.

Ahí en medio, inmersa en la pelea interna que batallo conmigo misma sobre sí ha sido una buena idea no pensar las consecuencias que acarrearían mis actos, me veo precipitada a salir corriendo; huyendo del pánico que ahora mismo me carcome por dentro.

Justo cuando mis pies comienzan a retroceder el camino ya deambulado, una voz dulce y suave me hace detenerme en seco.

—¿Amy?

—¿Megan?

Está situación se ha vuelto más incómoda de lo que esperaba.

Séptimo capítulo
[Editado y corregido]

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