7• Te va a doler sólo un poco

Start from the beginning
                                    

—¿Tienes ganas de vomitar?

Niego con los ojos abiertos como platos, y después le agarro la mano, que altruistamente me tiende.

El chico es atractivo. Tiene varios rizos rubios que le caen en forma de cascada, y una sonrisa radiante que me mira preocupada todo el rato. Sus ojos marrones parecen tan preocupados como los míos.

—Puedes venirte a mi coche si quieres.

A pesar de estar tremendamente borracha sé que cuando un tipo al que acabas de conocer te invita a entrar en su coche, nunca trae buenas consecuencias consigo. Así que, con una sonrisa gentil, me incorporo y niego con la cabeza.

—De verdad me encuentro mucho mejor. —Le suelto la mano que antes he sujetador tan amistosamente y a regañadientes le regalo una sonrisa más forzada de lo que esperaba—. Me están esperando, así que...

—Vale, creo que no nos hemos presentado de la manera más gentil posible. —Se rasca la nuca de forma nerviosa, y después vuelve a ofrecerme la mano con cortesía—. Soy Damien; Damien Tanner.

—Yo... De verdad que me tengo que ir, Damien. Pero ha sido un placer conocerte.

Comienzo a caminar hacia el lado opuesto del que tendría que ir, y accidentalmente mis zapatos chocan contra una piedra bastante grande. Miro hacia el suelo con la intención de apartarla, y lo que encuentro a continuación son unos ojos inertes y bien abiertos que me miran sin pestañear. Trago en seco con la boca semiabierta, y a continuación las náuseas vuelven a mí de forma crispada.

Notó una mano rodearme el codo con firmeza, y cuando me giro en dirección a la sombra, me percato de que Damien tiene pequeñas manchas rojas en la camiseta.

Ahora es el momento en el que me digo a mi misma: «Corre para salvar tu puta vida».

—Todavía puedes venir a mi coche.

La sonrisa que tira de sus labios es tan macabra, que inconscientemente los pelos de mi nuca se erizan como escarpias. Se relame lentamente los labios, y por mi cabeza nublada por el alcohol aparece la idea más brillante de la noche.

—Está bien.

Me acerco a él en sobre exceso, y sintiendo asco por mí misma, le acaricio los rizos traseros de la cabeza. Los milímetros que nos separan son escasos; le sonrió con la mueca más creíble que soy capaz de formar, y de manera desorbitada levanto la rodilla hasta clavarla con firmeza en sus partes nobles. En el proceso en el que se retuerce de dolor, observo como sus facciones se arrugan poco a poco, y como su presión en mi brazo desaparece totalmente; y es entonces cuando salgo corriendo.

Mis pies escuecen a causa de la presión que estoy ejerciendo en ellos; las piedras más pequeñas se meten dentro de mis calcetines, y estoy viendo tantos árboles iguales y tan juntos, que una parte de mí se pregunta si realmente mi bebida contenía alguna sustancia más fuerte de la que yo quiero pensar.

No avanzo apenas cien metros, cuando la rama de un árbol se cruza en mi camino, y no tengo tiempo siquiera para frenar el golpe y seguidamente la caída. Tendida en el suelo, miro hacia el cielo, y me encuentro viéndolo todo más borroso que antes. Tengo las manos entumecidas, y a mi lado hay un charco de sangre que me tiñe toda la camiseta. Cabeceo varias veces intentando levantarme, pero lo único que consigo es acentuar el dolor.

—Me encanta cuando las presas se dejan cazar. Aunque la resistencia también es interesante...

Damien se agacha a mi lado, y ahora, a diferencia de antes, si veo la maldad que desprenden sus cabellos rubios y su cuerpo de Adonis. En realidad, es una lástima que los psicópatas sean tan guapos, y la gente normal como yo, no.

Dark SecretsWhere stories live. Discover now