1• Miradas prolongadas

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—Pues espera sentada... —canturreo.

—¿Quién va a esperar sentada?

Mierda.

Los tacones de mi madre se perciben cada vez un poco más cerca de la puerta, y con ambas manos opto por taparme la boca para soltar una retahíla de improperios más larga que cualquier otra.

—Amy, ¿por qué está todo cubierto de agua? —Su voz no es pausada, y mucho menos razonable. El grito agudo que suelta, me da a entender que está muy enfadada—. ¡Sal ahora mismo!

Abro la puerta con miedo, y la primera imagen general con la que me encuentro, es la de mi madre —con su usual falda de tubo, y los botones de su camisa perfectamente abotonados— quién me mira con el ceño fruncido, mientras que Thalia permanece sentada en la cama, que hay a sus espaldas intentando fallidamente, contener la sonrisa.

—Thalia, ¿puedes marcharte por favor? —Thalia obedece dejándome sola ante el peligro y justo cuando ella abandona mi habitación, mi madre adopta un tono mucho más autoritario—. Quiero explicaciones, y por el amor de Dios, necesito que sean creíbles.

—Thalia... —comienzo pero ella me interrumpe.

—¿En serio vas a echarle las culpas a tu mejor amiga? —pregunta con un tono de voz acusatorio; En parte, la culpa también ha sido mía—. ¿No es más razonable decir que ha sido una de tus excusas para llegar tarde al instituto?

—No mamá, ni siquiera ha sido... —me vuelve a interrumpir.

—Dame las llaves del coche. —Su mano se extiende hacía mi con un movimiento muy veloz, y con ambas cejas indico la poca credulidad de su frase.

—¿Es en serio?

—¿De verdad crees que hago monólogos por diversión? Vamos, las llaves.

A regañadientes le entrego las llaves del coche que mis abuelos me regalaron cuando cumplí los 16, y antes de dárselas, me es inevitable preguntar:

—¿Cuánto tiempo?

—Una semana o lo que te dure la rebeldía.

Antes de que pueda apartar la mano, la suya agarra la mía, y con un movimiento frívolo —hasta para ser de mi madre—, las llaves desaparecen junto a mi felicidad.

—Esto es injusto.

—La vida en general es muy injusta Amy, cuánto antes lo aprendas, mejor la superarás.

Y con esas palabras, desaparece por la puerta, haciendo resonar las puntas de sus tacones contra el parqué.

[•••]

—¿El coche? ¿De verdad tenía que ser el coche? —Insiste Thalia desde el primer segundo en el que ponemos un pié sobre el asfalto.

—Ha sido tu culpa, no puedes reprocharme nada —digo intentando cubrirme de los incipientes rayos de sol que nos van a acompañar durante todo el trayecto.

¿Tan malo sería que alguna vez Thalia y yo tuviésemos buena suerte los primeros días de clase?

—Ahora vamos a llegar tarde.

Gimo para mis adentros, mientras meto la llave en la cerradura, y segundos después dirijo la mirada hacia ella, como si nada de esto tuviese sentido. ¿Thalia siendo responsable?

—¿Y desde cuando te importa llegar tarde? Ya sabes, es lo que hacemos siempre; Si es por nuestra reputación, me gustaría aclarar que ya no la vamos a poder recomponer.

Dark SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora