{8.2} I wont kill myself tryng to stay in your life

552 53 31
                                    

Atención: capítulo que puede provocar un poco de malestar a los 200% gramon shippers, a los demás, espero que les guste, necesitaba hacer esto alguna vez en mi vida. 

* * *

Parte 2


— ¿Qué haces aquí? —explotó Graham al abrir la puerta y llevarse la sorpresa de ver, con un par de años encima y una barba de tres días, al único e imprudente Jamie Hewlett, el de siempre, solo que sin esa sonrisa de pícaro en la cara, lo que agradecía, estaba serio, y en su puerta. No sabía si lo que sentía en el interior era porque habían pasado largos años sin verlo o porque estaba realmente enfadado por lo sucedido con Damon.

Desde el día en el que le dijo que estaban viviendo juntos, la lejanía volvió, pero ya no peleaban, era solo distancia, pura y fría distancia.

— Necesitamos hablar.

— Me sorprende que Damon no te haya dado hasta la llave de mi casa —ironizó el guitarrista, sin moverse de la puerta, aún no lo dejaría pasar.

— No lo sé, ¿Tiene una? —sonrió Jamie.

Ahí está, esa condenada sonrisa pensó el moreno sin decir nada por un buen rato.

— ¿Qué quieres, Jamie? —murmuró con cansancio, apoyándose en la puerta mientras la tetera comenzaba a chirriar molestamente y no se callaría hasta que Graham fuera a apagar el fuego que la hacía hervir—. No tengo tiempo.

— Podemos hablar aquí afuera, pero tendrías que ir a apagar esa cocina —propuso el dibujante. Graham dudó, dándose por vencido, el muy maldito no se iría a no ser que hablaran, aunque no resolvieran nada con ello, estaba demasiado enojado como para razonar, no quería escuchar como Damon había enviado a nada más ni nada menos que Jamie para arreglar sus estúpidas diferencias, diferencias que se habían acentuado desde que le suelta, así como así, que no se le había ocurrido mejor idea que irse a vivir con él, pasar tiempo a solas con él, dejar que él lo sane.

No lo soportaba.

— Pasa —soltó y dejó que Jamie cerrara la puerta para ir a apagar esa bendita cocina.

Estar sobrio le ponía de mal humor, era un plus. No sabía lo que Jamie podía esperar encontrándolo en el peor de sus momentos; si tan solo estuviera un poco bebido estaría más alegre, lo hubiera recibido con los brazos abiertos, como antes, ese antes que parecía hace mil años atrás...

Había mentido. No estaba borracho como cuba, pero pretender que lo estaba tenía sus ventajas, lo había aprendido hace unos momentos, antes de ponerse a cantar una canción de The stone roses abrazado a él como camaradas, y mucho antes de darse cuenta de que estaban demasiado cerca como para ser simples camaradas y demasiado lejos para su gusto. Poco después, se besaban. Estaba besando a Jamie Hewlett, eso solo había aparecido en sus sueños, recurrentes y explícitos, aunque ninguno jamás se comparó a la realidad.

Jamie era para besar como era para dibujar: ágil, preciso, como un ave de rapiña justo dando en su víctima, era como si también lo hubiera esperado y eso le dio escalofríos en la nuca.

Jane probablemente ya se había ido con Justine, Damon y sus ojos no estaban por ahí, no era pecado que las cosas se salieran de control entre Jamie y él dentro de un bus totalmente vacío, la cosa se pondría fea si alguien entrara por esa puerta.

SingWhere stories live. Discover now