{8.1} You'd love my bed, you took the other instead

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Parte 1

1998

Tocó tres veces y esperó. Tenía los ojos rojos pero esta vez no era por el efecto ni de la heroína o algún otro estupefaciente; se sentía como ese jovencito confundido de los ochenta que se encerró en un baño a llorar porque sus compañeros lo trataban distinto y se burlaban por haber escogido el taller de teatro en vez del taller deportivo. Era increíble que ya en sus treinta hiciera lo mismo, solo que el motivo era distinto, cuando niño no había perdido nada, y probablemente todo se le quitaría cuando su madre le diera una galleta y Graham apareciera con una enorme sonrisa en su puerta, esperando poder jugar y hablar con él. Ahora lloró, lloró y lloraría por la pérdida de dos de las personas más importantes de su vida, a una de las cuales aún amaba profundamente.

Faltaba poco para volver al estudio, y en ese tiempo no había sabido nada de él. Alex decía que se había ido con su familia —como él mismo le había comentado la última vez que lo vio— y Dave decía que seguía igual o peor con el alcohol, y que lo poco que sabía de él era lo lamentable de su estado. Por su parte, el rubio había querido permanecer al margen, fue él mismo el que le dijo que ya no más y que debía seguir solo, no podía quejarse, no podía llegar a su puerta y tocar tres veces, esperando por él, no podía volver a él ahora que no tenía un hogar, ahora que le había dejado claro a Justine que solo volvería a "casa" para buscar un par de cosas y nunca más.

Nunca-más.

Cuando el dueño del pequeño apartamento abrió la puerta, no pudo ocultar la sorpresa que generó la presencia de Damon Albarn en el lugar, ni tampoco el hecho de verlo así de vulnerable, era... chocante.

— Hola —murmuró el visitante, humillado, avergonzado. Él no era así, él definitivamente no era esa persona de ojos enrojecidos por el llanto frente a Jamie Hewlett.

El joven dibujante se pasó una mano por la barbilla, y juró haber visto a Damon sonreír tímidamente en medio de su dolorosa expresión, lo cual no era un espejismo: Albarn no había podido evitar una pequeña sonrisa al ver a Jamie con los ojos tan abiertos.

— ¿Quieres pasar? —preguntó el dueño de casa.

Damon asintió levemente y Jamie se hizo a un lado para dejarlo pasar. El pequeño salón al que entró era un total y absoluto caos, pero —como Damon podía observar— era casi un "caos artístico": pinturas, lápices, revistas, recortes, cómics, apuntes, bocetos sin terminar pegados en la pared con cinta adhesiva, todo muy llamativo, la mente de Damon se despegó de sus problemas para examinar con cuidado todo lo que veía a su alrededor, maravillado.

— Lo siento, no esperaba visitas —se mofó el pelirrojo, claramente, aunque esperara visitas, el caos no cambiaría, era su forma de ser, él no aparentaba lo que no era, Jamie debía ser la persona más auténtica que Damon había conocido en su vida.

— Puedo ver que ya has terminado de mudarte —fue lo único que comentó el vocalista.

Jamie se sentó en su único y malogrado sofá, frente al cual tenía un televisor, y se puso cómodo antes de hablar.

— Westbourne Grove ha sido un buen comienzo para mí —confesó—. ¿Qué hay contigo?

Damon esperó un poco. En ese momento Jamie sacó de su bolsillo un pequeño cigarrillo que lucía como un porro y de otro de sus bolsillos sacó un encendedor. Mientras lo encendía, sintió que el rubio lo miraba atentamente.

— ¿Quieres? Así te relajarías —comentó.

Damon supuso que sí, y se acercó al sofá, sentándose en el otro extremo.

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