{1.1} Someone you really love

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Parte 1

Lo único que sabía de aquel muchachito de mirada dulce era que tocaba el saxofón. Lo había visto, estaba seguro, en alguno de los actos de esas obras de teatro y musicales en los que tanto le gustaba participar. Sabía que había visto esos ojos oscuros, curiosos y tímidos en algún lado pero no podía asegurar nada, siempre que estaba arriba del escenario parecía verlo y le atormentaba no poder mantenerlo suficiente en su vista para recordarlo con detalle. Damon estaba por primera vez genuinamente curioso acerca de un niño, ese niño.

Fue así como llegó a meter la pata uno de esos días cuando lo encontró por los pasillos de la escuela e, inconscientemente, lo abordó y le dijo lo primero que se le vino a la cabeza, nervioso de pies a cabeza, sin demostrarlo, claro, intentando ser lo más carismático que podía, arreglándose el cabello mientras se miraba por el escaparate del edificio de música, intentando de cualquier modo evitar mirarlo a los ojos por más de tres segundos.

— Hey, tus zapatos no son tan buenos como los míos —sí, al no poder mirarlo a los ojos de tan cerca lo único que pudo ver fueron sus zapatos baratos, y claro, tenía que salir el comentario aturdido arruinando toda la cosa— Los míos, en cambio, son auténticos amigo —le informó luego.

Claro, en ese entonces no pensó que fuera un error, en su mente lo había visto reír, había visto al muchachito de ojos oscuros riendo con él por la broma, luego aceptando ser su amigo, ese era el plan.

Ese-era-el-plan, y si había algo que odiaba era que no todo saliera de acuerdo a sus planes, como en ese momento, en el cual ante un silencio sepulcral, una mirada atónita y unas mejillas profundamente sonrosadas, supo que se había equivocado y que probablemente si en un futuro encontrara una forma de enmendarlo, el chico probablemente seguiría sin olvidarlo. Lo había humillado, había jodido todo.

— Eh... yo... —el pequeño moreno de once años boqueó y luego salió corriendo, eso había sido todo, ni siquiera lo enfrentó y Damon comprendió que era natural, él era un año mayor que el chico y quizás se había comportado como un bravucón, como todos esos que le hacen bromas a diario por su cabello rubio o sus ganas de participar en el club de teatro en vez de ir a jugar deporte como todos demás de su grado.

Y ahora, luego de semanas de aquel suceso, no había parado de pensar en el modo de acercarse una segunda vez, y parecía haberlo encontrado luego de tanto investigar.

Si Graham —sí, así se llamaba, unas chicas del mismo año del susodicho le soltaron el nombre luego de intimidarlas un poco con una sonrisa cálida y atenta, derritiéndolas— tocaba saxofón, él compondría una canción que necesitara de un solo de saxofón. El truco era que siendo el único niño en toda la escuela que tocaba el instrumento, tendría que ayudar al pobre rubio en apuros de todos modos, a no ser que se negara rotundamente, lo cual Damon dudaba porque podía ver que el niño era la gentileza personalizada, es decir, Graham no parecía ser de las personas que se niegan a algo así ¡Todo calzaba perfectamente!

Incluso Jessica, su hermana, comenzó a extrañarse cuando Damon en vez de jugar o pelear con ella la ignoraba olímpicamente para ir a encerrarse a su habitación cada vez que llegaban de la escuela. Así fue como una noche, cuando sus padres los enviaron a la cama luego de cenar, se coló en su habitación y lo encontró escribiendo en su escritorio con mucha concentración, arrojando papeles arrugados al basurero que tenía a un costado de vez en cuando.

— ¿Day? —lo espantó, el rubio se volteó con algo de fastidio por haber sido interrumpido.

— Jess, mamá y papá se enfadarán si te ven despierta...

SingWhere stories live. Discover now