Capítulo 23

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—¿Por donde empezar?

—Ehh, por el comienzo, diría yo —dice Dean obvio. A lo que yo me río sarcásticamente.

—Idiota.

—Así me quieres. Ahora, ¿qué preguntas tienes para este chico? —dice recostandose y apoyando sus brazos tras su cabeza.

—¿Cómo... Cuando... Qué?

—Termina una pregunta, por favor.

—¡No sé por dónde empezar!

—Ya te dije que por el comienzo, Candle.

Ruedo los ojos y sonrío.

—No seas idiota.

—Es mi personalidad —se encoge de hombros y sonríe.

—¿Cómo rayos sacas el dinero? Se supone que la droga... Cuesta mucho.

—Verás, Candle, hay una droga muy barata. Es la ketamina, te... —baja su mirada y suspira, y no vuelve a mirar arriba —te transforma, te lleva a otro mundo. Sientes que escapas de tu realidad.

Saco mi celular y conecto el Internet, pongo Ketamina en el buscador y me sale una página buena, leo un poco de reojo para no dejar solo a Dean, pero me llama la atención un párrafo, éste dice, en resumen, que la ketamina es buena si se consume en poca cantidad y en un ambiente tranquilo y agradable; por el contrario, es perjudicial para la salud.

Apostaría lo que sea a que Dean hace esto, en una fiesta ruidosa y en exceso.

—¿Por qué tienes bruxismo? Desde pequeño eres así, o es culpa de las drogas o...

—Tranquila, chica. Entendí tu pregunta. Que observadora, ¿eh? Y la verdad, obviamente, la ketamina no es la única droga que consumo, existe otra... MDMA. Ésta —hace una pausa más larga que la anterior, mientras yo solo lo miro concentrada —te puede provocar bruxismo.

—¿Por qué? Sé que esto lo haces, para escapar de tu realidad, porque sé que el mundo es duro, más duro de lo que dicen y creen, pero hay una cosa que no entiendo.

—Mierda, Megan. No más. Me voy de acá—dice levantándose sin dejarse ver la cara y se va directo al piso de arriba.

Frunzo el ceño mientras lo veo alejarse, ¿qué le pasó?

Sé que le dí todo de un solo golpe, pero él sabía que si comenzaba, tenía que terminar.

Subo a mi habitación, pero ésta está cerrada con seguro.

—¿Dean? —digo con la voz más dulce que tengo.

—Vete —dice con voz temblorosa.

—Bien, estás en mi casa —intento hacer una broma, pero no hay rastro de risa.

Espero unos segundos más apoyada en la puerta, hasta que él la abre y yo entro.

—¿Qué te pasó allá abajo? —pregunto ahora con voz más dura.

—Solo... Recordé.

Real (Wattys 2017) Where stories live. Discover now