Dieciocho*

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El persistente sonido del electrocardiograma era la única cosa que mantenía a Michael despierto. Se había tomado dos tazas de café y estaba resistiéndose a tomar otra. Sabía que si lo hacía, no podría dormir en la noche y aunque quería terminar con el caso en sus manos esa misma noche, no iba a sacrificar sus horas de sueño por eso. En ese punto de su vida, el único momento donde sentía que de verdad podía respirar era cuando dormía, y ninguna promoción valía la pena tanto para arriesgar esas pocas horas al día. Ashton había estado respirándole en el cuello, revisando cada caso y asegurándose de que Michael ganase todos y cada uno, y la cantidad de presión sobre la que estaba Michael lo estaba volviendo loco. Sentía como si estuviera en clase de química otra vez, repitiéndose una y otra vez que si no pasaba la clase no se graduaría. Excepto esta vez, Michael sabía que era bueno en lo que hacía, pero ¿era lo suficientemente bueno?

Dejó el archivo en la pequeña mesa al costado de la cama, quitándose los lentes y dejándolos encima de las hojas de papel antes de frotarse los ojos. Su padre se había ido hacia unos veinte minutos, pero para Michael, se sentía como una eternidad. Solo en una cuarto de hospital mientras su madre dormía, pero no podía ir a casa y enfrentarse a Jane. Especialmente esa noche. Suspiró pesadamente, descansando su cabeza en la palma de su mano mientras cerraba sus ojos, dejando que sus pensamientos se fueran mientras se permitía comenzar a dormir. El pitido del electrocardiograma era el único sonido que llenaba la habitación, yendo al unísono con los latidos del corazón de su madre.

Fue sólo cuando el pitido incrementaba su velocidad drásticamente volviéndose una línea recta cuando Michael se obligó a despertar otra vez, levantando la cabeza y saltando de la silla de hospital. Estaba a punto de correr al pasillo, pedir enfermeras para que regresaran a su madre a la vida; su corazón latía fuerte y sus manos temblaban, pero la mirada llena de miedo que posaba en su rostro fue remplazada por una mirada dura mientras veía los ojos de sus madre mirándolo vacíamente, su mano izquierda se levantó en el aire con el parche que se suponía que estaría en su pecho.

"No hagas eso, ¡maldita sea!" Exclamó Michael, lanzando sus manos al aire y sentándose en la silla de cuero. "Pensé que estabas muerta, mujer." Karen se permitió chasquear la lengua y sacudir la cabeza. "No es gracioso, mamá."

"Bueno, no lo habría tenido que hacer si me hubieras oído llamarte las veintisiete veces que lo hice. Las conté." Atacó, pegando de nuevo el parche a su pecho y mirando como el pitido volvía a sonar antes de volver al ritmo en el que estaba. Se acomodó mejor en el colchón, sonriendo hacia su hijo.

"¿Qué es eso?" Murmuró el de cabello negro, tomando el vaso de papel que había estado lleno de café y tirándolo en el cuarto. Para su suerte, el vaso golpeó la pared y cayó directo al bote.

"¡Oi!" Chilló Karen, frunciendo el ceño ante su bebé de treinta y seis años. "¿Dónde crees que estamos? ¿en una cancha de basquetbol? Si quieres tirar algo en el cesto, párate y déjalo." Michael instantáneamente se redujo en su asiento, haciendo que un sentimiento nostálgico atravesara el cuerpo de su madre. Incluso a sus treinta y seis años, Michael reaccionaba igual que cuando su madre usaba el tono maternal con el Mikey de cinco años. Oyó a Michael murmurar una leve disculpa, mirando sus manos con un ceño. "De cualquier manera, ¿qué sigues haciendo aquí? Es tu aniversario, ¿por qué no estás con Jane?"

"Porque," Michael suspiró, tomando sus gafas de la mesa y concentrándose en el caso. "Tengo mucho trabajo."

Karen dirigió su vista a su hijo, sabiendo que mentía. Siempre podía decir cuándo mentía, y esta vez, él ni siquiera hacía que se viera creíble. Tenía una mirada miserable en su rostro y unas bolsas oscuras bajo sus ojos, se veía malhumorado. Michael siempre había sido entusiasta sobre una chica linda que veía en la escuela, o un lindo chico que se había sentado a su lado en el autobús.

Secretary • mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora