Capítulo 19: Rocky

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Al fin había llegado el viernes. Aquel viernes que iba a ser tan especial para mi mejor amigo. 

Estábamos almorzando sentados en las escaleras de la parte de atrás del instituto. Raúl al fin se había atrevido a contarle a Rose que era virgen, y como yo ya había deducido, no se había reído en su cara ni nada por el estilo. Se sorprendió muchísimo, al igual que yo. Ninguna de las dos, ni nadie que conociese a Raúl, hubiese adivinado que era virgen, pero lo era, y en parte, por muy ridículo que pudiese sonar, Rose se había tranquilizado mucho al saber que Raúl no tendría el listón tan alto como se había imaginado. 

— ¿Y si no consigo ponérmelo? -preguntó y, una vez más, volví a poner los ojos en blanco. Terminé de comer el trozo de sandwich que tenía en la boca y le di un trago a mi botella de agua antes de hablar. 

— ¿Vas en serio? ¿Por qué no ibas a poder ponértelo?

— ¿Y si estoy nervioso y me tiemblan las manos?

— Si tanto te tiemblan las manos que no puedes ponértela, se lo pides a Rose. Según lo que me has contado ella sabrá hacerlo.

— ¿Por qué me tienes que recordar que ella ya sabe cómo va todo eso? ¿Quieres ponerme más nervioso?

— ¿Más nervioso? ¿Raúl, te estás escuchando? Desde hace diez minutos no dejas de hacer preguntas ridículas. Es solo sexo, ¿vale? No vas a desactivar una bomba nuclear, solo vas a tener sexo. 

— Ya, se nota que tu ya lo has hecho. Estoy convencido de que tu también estabas como un flan cuando lo hiciste con Daniel. 

— Ya te lo dije, no tenía ni tiempo para ponerme nerviosa. Además, tenía la misma suerte que tienes tu; Daniel tenía experiencia. Es mucho mejor que Rose sepa lo que está haciendo, si te quedas en blanco y no sabes que hacer ella te ayudará. 

— ¿Crees que me quedaré en blanco?

— La siguiente vez que hagas una pregunta tan tonta que tiro el libro de matemáticas a la cabeza. 

— Vale -aquella vez fue él quien puso los ojos en blanco. 

Saqué mi móvil al sentir la vibración al recibir un nuevo whatsApp. 

Katy, pero al final no puedo ir con vosotros a la tienda.
Voy a quedar con Carlos, ya hablaremos luego. 

— ¿Qué pasa? -preguntó Raúl. Le enseñé el mensaje que me acababa de enviar nuestra amiga-. Parece que al final se va a atrever a decirle la verdad, sea cual sea.

— Parece que este viernes no será especial solo para ti. 

— ¿Crees que romperán?

— Ni idea, para eso tendríamos que saber lo que le pasa a él. 


(***)

Esa tarde...

— No. 

— ¿No te lo vas a probar?

— No, no voy a ir así vestida. 

— ¿Qué te cuesta probártelo? Seguro que te queda bien -insistió. 

— Daniel Wilson, no pienso ir de la Mujer Maravilla. 

— Dame una buena razón. 

— Es morena -dijo un chico que había en la tienda y andaba hojeando el catálogo de disfraces. 

— Tener que ponerme una peluca es lo de menos -le dije al desconocido. 

— Ya, supongo que lo que no te va, es ir tan expuesta como irías vestida de conejita de Playboy -dejó el catálogo y se nos acercó-. Aunque no sería mala idea, estaría bien de conejita. 

Te amaré, eternamenteWhere stories live. Discover now