Capítulo 7: Un poco más dulce

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Me aburro, ¿qué haces?

Yo también me aburro.
Estoy en matemáticas pero no entiendo nada.
¿Qué haces tu?

¿Qué estáis dando?
Yo estoy esperando a ver si el profesor se digna a venir,
lleva más de diez minutos de retraso.

Integrales.
Si ya me comía la cabeza el año pasado con las derivadas,
ni te imaginas como estoy ahora.

A la tarde te las explico.

No puedo, recuerda que me voy con Raúl a ver la facultad de medicina.

Es cierto, vas a ver tu futura universidad.

¡Que plasta!
Dejad de repetirme todos que voy a estudiar medicina, no lo haré.

- Señorita Holmes.

El móvil casi se me cayó de las manos al escuchar el sereno pero impasible voz del profesor de matemáticas. Guardé rápidamente el móvil en la manga de mi jersey.

- Aunque lo esconda, ya lo he visto -dijo-. Sabe bien que está prohibido usar el teléfono durante las clases.

- Solo quería mirar qué hora era, me he dejado el reloj en casa -dije señalando mi muñeca a la vez que daba las gracias por haberme olvidado de ponerme el reloj de muñeca aquella mañana.

- Está bien, pero que ni se le ocurra volver a hacerlo en mi clase.

- No se preocupe -me encogí de hombros.

El profesor volvió a girarse y siguió resolviendo el ejercicio que había escrito en la pizarra hacía casi diez minutos.

Me sobresalté al sentir la vibración del aparato contra mi muñeca derecha, pero no me atrevía a volver a sacarlo.

- Acabamos de empezar el curso y ya estoy deseando que jubilen a este viejo. No me creo que nos haya vuelto a tocar con él -murmuró María que se sentaba detrás de mi mesa.

- He oído el rumor de que se jubilará el año que viene-dijo Raúl que se sentaba a mi lado -, pero no sabemos qué día es su cumpleaños así que puede que nosotros no nos libremos de él.

- Pues si se da ese caso, los de un año menos son unos malditos suertudos -murmuró mi amiga jugando con uno de sus rizos.

- Ya, bueno, pero tampoco sé si quiero cambiar ahora de profesor, quién sabe cómo sería el sustituto. Igual es peor que él -dije.

- O puede que sea encantador, divertido y ya de paso que esté buenísimo.

- Por favor, ¿para qué queréis un profesor de matemáticas que esté bueno? Ya me tenéis a mí -dijo Raúl señalándose a sí mismo.

- Hay que ver lo creidito que te lo tienes -le dije.

- ¿Te recuerdo lo que me dijiste hace unos días en el centro comercial?

- Cállate -le contesté.

- Si volvéis a hablar os iréis los tres a la calle -soltó de pronto el profesor y los tres nos callamos en el acto. Ojalá fuese cierto que iba a jubilarse aquel año, y ojalá que el sustituto estuviese bueno como decía mi amiga.

(***)

Al salir de clase Raúl, María y yo nos quedamos un rato en el aparcamiento. La hermana de María iba a recogerla. Habían quedado para comer con el novio de Sam, la hermana de mi amiga, el cual era nueve años mayor que ella; según María a su madre casi le dio un soponcio cuando su hija mayor le dijo la edad de su novio. Pero lo cierto era que hacían muy buena pareja y parecía que lo suyo iba realmente en serio.

Te amaré, eternamenteKde žijí příběhy. Začni objevovat