Epílogo (2ª parte)

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Narra Katy

Ni en los libros ni en las películas había visto algo como lo que estaba presenciando en aquel instante. Era imposible que María estuviese más tranquila, era simplemente imposible. Se movía y hablaba como si se estuviese preparando para salir un día cualquiera a la calle. 

Recordaba el día de mi boda, sentía que iba a darme un maldito ataque al corazón. Tenía ganas de vomitar constantemente, y sentía que no iba a ser capaz de decir nada en el altar o que me echaría a llorar de la emoción y destrozaría todo el maquillaje o peor, que vomitaría en el mismo altar. Lo gracioso fue que yo me tranquilice a la hora de la ceremonia y el que balbuceó como un bobo fue Daniel. 

Sin embargo María estaba totalmente relajada, de hecho estaba disfrutando de todos los mimos que estaba recibiendo por parte de los estilistas que llevaban revoloteando alrededor de ella desde hacía más de media hora. 

Estaban a punto de terminar su peinado y acto seguido se iba a poner el vestido. Todavía nadie le había visto con el vestido puesto, se lo compró con su hermana, y dijo que además de ella y de las dependientes de la tienda, nadie le vería con el vestido puesto hasta el mismo día de la boda; pero estaba convencida de que había roto aquella promesa con Carlos. Lo intuí cuando hizo un comentario sobre el corsé que se iba a poner; si sabía qué ropa interior se pondría, suponía que también sería conocedor del vestido. 

— ¿Se puede? -preguntaron al otro lado de la puerta. María le dio permiso a Raúl para que entrara; Rosamund estaba en sus brazos-. Hola... ¡vaya! -exclamó al verla con su ropa interior nupcial-. ¿Te planteaste alguna vez dejar medicina y ser modelo?

— No, prefiero que la gente fantasee y se imagine como soy y que solo aquellos que yo decida tengan el privilegio de ver cómo estoy realmente. ¿Ocurre algo? Iba a avisarte para que vinieras al acabar de vestirme. 

—  Son tus padres. Tu madre se había dejado algo en casa y tu padre se ofreció a llevarla pero han pinchado y el coche del seguro debe de estar tardando una eternidad. 

— ¿Y dónde está mi hermana?

— Ya le he preguntado a ella si podía ir a buscarla, pero resulta que ella y su novio vinieron en taxi, no tienen transporte para recogerlos. Han intentado pedir un taxi pero por algún motivo no consiguen dar con ninguno. 

— No pasa nada, Alicia busca a Luis o a Daniel y ve a por mis padres -dijo manteniendo la calma.

— ¿Yo? ¿Y por qué tengo que ir yo?

— Oh, lo siento ¿no te viene bien? Espera que ahora mismo me pongo un chandal y voy a buscar a mis padres, o mejor, que vaya Raúl, tenía que ayudarme con mis votos matrimoniales pero ¿qué más da? No, espera, mejor que vaya Katy, venga, que Katy vaya corriendo a buscar a mis padres, a espera, que no puede correr. No te ofendas -dijo mirándome. 

  — Tranquila, no me ofendo, es verdad, no puedo correr. 

— Está bien, lo siento -contestó Alicia levantándose-, voy a ver a quién encuentro antes.  

Se levantó y salió de la habitación. Raúl y yo nos echamos una mirada de complicidad y luego miramos a María que estaba con los ojos cerrados respirando tranquilamente. 

  — Esta es mi boda, nadie me lo estropeará, y si lo intenta, me encargaré personalmente de hacer de su vida un inferno. 

— Tranquila María, todo saldrá bien -contestó mi mejor amigo mientras me daba a Rosamund y se sentaba en una silla al lado de María-. Bien, ¿empezamos? -preguntó mientras sacaba del interior de su chaqueta un trozo de papel y un bolígrafo. 

Te amaré, eternamenteOù les histoires vivent. Découvrez maintenant