Capítulo 8: Your Song

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¿Puedes subir al desván? 19:26

Dejé el móvil sobre el escritorio y me levanté de la silla para dirigirme al desván. Quién sabía qué estaría planeando Daniel en aquel momento. 

Subí las escaleras hasta el último piso y entré en la habitación que más miedo me daba de la casa; daba lo mismo que Daniel hubiese construido un fuerte ahí hacía meses, ese seguía siendo el sitio perfecto para que un psicópata asesino se escondiese.

- ¿Qué quieres? -le pregunté al localizarlo al fondo, en una esquina de la habitación, entre un montón de cajas.

- Estaba buscando un álbum de fotos que hice cuando era pequeño, y ni me preguntes por qué lo quería porque simplemente se me ha metido en la cabeza que quería verlo, y de pronto me he encontrado con esto. Me tendió un marco con una foto mía y de mi padre de cuando yo tenía unos cinco años.

- Que fuerte -cogí la foto y la miré completamente anonadada-. ¿Dónde estaba?

- Dentro de una caja donde había ropa.

- ¿Ropa? -me agaché frente a la caja que me señaló Daniel-. Dios mío, son de mi padre -cogí una camisa azul y negra, a cuadros-. Que fuerte, me acuerdo de esta camisa, la tenía puesta unas navidades cuando yo tendría como ocho años. Me acuerdo porque estaba comiendo unas galletas con forma de Papá Noel que había hecho mi madre y se me cayó un diente de leche. Mi padre corrió a donde mi y me limpió la sangre -localicé la manchita de sangre que había en el puño derecho-. Nunca consiguió quitar la mancha de sangre.

- ¿Estaban buenas las galletas? -se arrodilló a mi lado; aun tenía la foto en su mano izquierda.

- No, estaban quemadas por abajo -ambos reímos. Me llevé la camisa a la nariz para oler su aroma-. No, no huele a él. Supongo que es porque esta ropa ha estado mucho tiempo aquí arriba -dejé la camisa, con cuidado, de nuevo dentro de la caja.

- ¿Estás bien? -preguntó rodeándome los hombros con su brazo.

- Sí, sí que lo estoy. Me ha hecho mucha ilusión ver esto. De hecho, creo que bajaré algunas cosas, hay camisas a las que todavía se le pueden dar una segunda oportunidad -sin decir nada más, me besó la frente y yo esbocé una pequeña sonrisa-. Te quiero.

- Y yo a ti.

- Quiero decir, de verdad, te quiero con toda mi alma, no exagero. Te amo con una intensidad que me abruma. Siento que no podría vivir sin ti, si te perdiese, me moriría.

- Pero no me perderás, porque jamás me alejaré de ti, jamás. No hay nada que puedas hacer para que deje de quererte.

- Tu tampoco puedes hacer nada para que me aleje de ti -le rodeé la cintura con los brazos y apoyé mi mentón en su hombro derecho; él envolvió mi cintura, también-. Agárrame y prométeme que no me soltarás nunca.

- No lo haré -se apartó un poco y vi que estaba sonriendo-. Que románticona estás hoy.

- Es por un libro de poesía que me ha enseñado Raúl.

- Raúl... -rodó los ojos-. ¿Por qué ha salido Raúl en el tema de conversación? -se encogió de hombros y me reí.

- Te quiero Daniel Wilson -le di un besito y de pronto me di cuenta de que estaba pensativo, tenía la cabeza en otra parte-. ¿En qué piensas?

- En que Katherine Wilson no suena nada mal -sonrió de lado.

- Eh, que te quede claro que no pienso renunciar a mi apellido cuando nos casemos. De ser será Katherine Holmes Wilson.

- ¿Eso significa que te planteas el que nos casemos? -sonrió ampliamente.

- En ningún momento he dicho que no -me encogí de hombros-. Pienso que somos demasiado jóvenes para casarnos, y preferiría esperar a graduarme en la universidad, pero claro que pienso en que nos casemos.

Te amaré, eternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora