Tus manos.

4.5K 149 8
                                    


–Tus manos están distintas.– Comenté en voz baja, a la vez que acariciaba una de ellas con las mías, mis dedos estando entrelazados con los suyos.

–¿Por qué lo dices?

–Así lo siento. Es complejo de explicar.– respondí a su pregunta, continuando mis caricias sobre su tersa piel.

–El tiempo nos sobra.

–Maduraron, como tú. Si tu mente lo hace, toda tú cambias, y puedo sentirlo. Tus manos no cambiaron su suavidad, la que siempre me fascinó, ni su forma, ni su color, ni nada que alguien que no te conozca tanto como yo pueda notar.
Tus manos cambiaron su tacto, y no me malinterpretes, sigues tocando mi piel con la misma dulzura que siempre has implementado, pero ya no tiemblas, ¿sabes? –rió, ocasionando mi sonrisa como acto reflejo.– No tiemblas, no te erizas, tu tacto es más decidido, más seguro, más maduro.
Creo que al dejar atrás la etapa de tu vida en la que dudabas de ti misma, en la que aseguro, te veías adorable, cambiaste.
Cambió tu forma de vestir, de caminar, de reír, de bailar, de hablar, cambió tu forma de vivir, y por momentos me aterraba que cambies tanto que pueda perderte, que entre todos los cambios de los que fuiste víctima, o victimaria, también cambie tu amor por mí. Pero incluso ese inmenso dolor podría soportar, antes de que cambies tanto que te pierdas a ti misma, Camz.

–Tal vez sí me perdí.– Sus ojos me observaban con algo de duda en su brillo.– Me perdí al alejarme de las chicas, de mi familia, del mundo, de ti.
Me perdía cada día al no reconocerme en un reflejo que me enfrentaba con ojeras, parado sobre tacos de más de ocho centímetros, enfundado en vestidos ajustados. No veía el brillo que tú me dabas, no veía la sonrisa que tú te encargabas de dibujar en mi rostro, no veía la luz que puedo jurar desprende mi piel cuando aún hay rastros de tus manos en ella, y no volví a ver nada de eso en mí hasta que volví a encontrarte. Hasta que volví a encontrarme, como consecuencia.

–¿Cómo puedo yo, hacer que te encuentres?

–Sólo debes mirarme con tanto amor como el que expresas ahora. Sólo debes mirarme para hacerme recordar los sentimientos que me revolucionaban a los dieciséis años, y siguen haciéndolo ahora.
Dices que ya no tiemblo, o que mi piel ya no se eriza, no lo hago porque ya no soy una adolescente, aunque me hagas feliz como lo hiciste cuando lo fui. No lo hago no porque no sigas haciéndome sentir un sismo dentro mío cada vez que me rozas, sino que lo hago porque, aunque seas una maravilla, llega un momento en el que luego de dormir juntas cada noche, recibir tus besos y sentir tus caricias, se ha hecho parte de mi vida, mi parte fundamental.

–Te amo.– Sonrió, y yo también, porque ambas sabíamos que incluso luego de que cada una haya hablado un tiempo, esas dos palabras eran las únicas que siempre importaron e importarían.

Se abrazó a mi cuerpo desnudo sobre la cama en la que ambas yacíamos, cubiertas por las mantas, y besó mis labios.

–¿Sabes lo que nunca dejará de enloquecerse cada vez que mis labios rocen los tuyos? Mi corazón. Te amo también, mi amor.

Y el órgano en mi pecho se volvió loco también, y mi pecho se llenó del aroma de su cabello, y dormimos juntas una noche más tras unir nuestros cuerpos y almas, y volvimos a sentirnos como a los dieciséis años, porque el amor nunca nos dejaría mientras ambas podamos mirarnos a los ojos y nuestras manos, ahora más seguras, puedan seguir sintiéndose.

–––––––––––––––––––––

Gracias por leer, espero que les haya gustado.

Ivi.

OneShots CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora