Capítulo 10

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—Recuérdame porque hacemos esto—Alargó con cierta incomodidad en su voz Karma, mientras tras una gran pared de yeso se escondían Isogai y él.

—Por qué le necesitamos para la película—Declaró el moreno, en forma de susurro.

Se encontraban en el café, el famoso establecimiento del que Isogai le había hablado toda la mañana, en el cual, irónicamente, sí que trabajaba Asano; aún era un poco extraño incluso para él. Por su cabeza nunca había paseado tal imagen, un Gakushuu vestido con un uniforme de mesero, coqueteando con las chicas de una forma totalmente estúpida, sirviendo mesas y recibiendo órdenes, era una imagen completamente alejada a la realidad, sin embargo, por más irreal que sonará aquella escena se encontraba pasando justo frente a él.

—Entremos—Ordenó Isogai, mientras ambos salían de su escondite. El lugar era enorme, lujoso, demasiado para ser verdad, no era un simple café, eso estaba más que claro para Karma.

Comenzaron a recorrer el enorme establecimiento, las mesas estaban tan limpias que brillaban levemente, el menú era irrealmente largo, y el olor a dulces combinándolos lentamente con el agrió café hacían una mezcla única. Después de unos segundos ambos tomaron asiento; las chicas del lugar les veían extrañadas, no es como si un chico, que no fuera uno de los empleados se rondara mucho por aquellos lares, y es que estaba más que claro.

El pelirrojo suspiró con pesadez, mientras observaba vagamente el menú, una vez más; vamos, que por lo menos si se iba a reencontrar con Asano que al menos merecía disfrutar de un buen dulce de fresas.

Asano, Gakushuu, fue entonces cuando todo inevitablemente volvió a su cabeza, parecía estúpido, incluso infantil, el cómo ambos habían terminado odiándose a muerte, o bueno, mejor dicho el cómo Asano había terminado odiándole a muerte.

Después de que Nagisa dejó la primaria todo había empeorado para él, además de que sus padres nunca estaban y pasaba más tiempo sólo que acompañado, las personas en las que había confiado fielmente le habían traicionado, sin embargo no les culpaba, incluso él se odiaba a si mismo por todo el dolor que le había causado al pequeño peliazul. Gakushuu era uno de aquellos amigos que lentamente había comenzado a arruinarle lo poco que le quedaba de vida en aquel tiempo.

Gakushuu no era mala persona, lo sabía, había convivido con él por un largo tiempo, habían sido mejores amigos por un muy largo tiempo, habían confiado plenamente entre ellos, se atrevía a decir incluso que en aquel tiempo el pelinaranja le conocía más a él, que él mismo, pero todo aquello había cambiado tan repentinamente que su mundo terminó desmoronándose.

Gakushuu se paseó una vez más frente a él, mientras el pequeño Karma yacía tirado en el suelo, lleno de moretones y rasguños, había perdido la cuenta de cuántos golpes le habían proporcionado en aquel momento, lo único que lograba procesar su mente era dolor y más dolor, sus extremidades dolían terriblemente, su labio estaba hinchado y sangrando, tenía miedo, muchísimo miedo, porque el mismísimo Asano estaba justo frente a él. Aquel su mejor amigo en algún momento se había dedicado a eliminarlo, a golpearle día tras día, junto a su séquito de amigos y demás chiquillos de la clase, los cuales solo observaban la escena y gritaban insultos al azar dirigidos hacía el pobre niño de cabellos rojos.

—Gakushuu—Susurró, mientras temblaba, se sentía mareado aquello era malo, estaba seguro de que en cualquier momento perdería la conciencia si aquello seguía así.

Asano le miró por el rabillo del ojo, mientras mordía levemente sus labios, sabía que él quería decir algo, pero si lo decía posiblemente el pelinaranja sería el perjudicado, por lo que tan solo cerros sus ojos y esperó el siguiente golpe, aunque a cambio tan solo pudo sentir un leve susurro en su oído, "¿por qué dejas que haga esto?", reconoció inmediatamente aquella voz; sonrió levemente y luego observó a Gakushuu, el cual amenazaba con comenzar a llorar en cualquier momento.

Una silenciosa vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora