Capítulo 2

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—Tras unos cuantos regaños y reclamos proporcionados por parte de su madre los tres días de suspensión habían pasado en un abrir y cerrar de ojos para cuando se había percatado ya estaba justo frente a la gran puerta de hierro de la escuela. Sin embargo algo había cambiado, sus compañeros se comportaban de una forma extraña, evitaban cualquier tipo de contacto con él hasta el punto de huir, si este les llamaba tan sólo pasaban de él, era como si le hubiera borrado rápidamente del mapa. Le estaban ignorando.

Dentro de clases sucedida lo mismo, incluso Karasuma pasaba de él, Karma suspiró exhausto y se reclinó en la silla de madera, para luego ojear algún manga abandonado en las profundidades de su mochila.

Su mente había estado planificando la forma en la que retomaría su gran popularidad como el único e inigualable Karma Akabane, el chico más temible del lugar, sin embargo, para ello necesitaba urgentemente a Shiota, quién no se había aparecido aquel día, y según algunos rumores que había escuchado vagamente de las chicas Nagisa se había lesionado algunos huesos en el accidente por lo que estaría faltando con bastante frecuencia por un tiempo, entonces debía esperar a que él volviera.

En cuanto al transcurso de la semana no había nada más que resaltar, Nagisa había faltado como era de esperarse y sus compañeros de clases no hacían más que ignorarle olímpicamente, en especial Gakushuu, quien a pesar de su amigo barra rival barra lo que sea, no se había ni siquiera dignado en dirigirle la palabra o simplemente retarle; estaba a punto de perder toda su cordura.

—¿Has escuchado los rumores que corren por los pasillos?—Una chillona voz inundó la casi vacía aula del primer grado.

—¿Qué quizás Nagisa nunca vuelva a pisar la escuela?—Respondió otra femenina voz, está a diferencia de la primera se escuchaba más grave y mucho más amigable.

—Exacto, exacto. Me pregunto...¿A quién molestará Karma ahora?, después de todo no es más que un bravucón—Alegó la de la chillona voz, mientras Karma, quien se hallaba tras la puerta del salón tan solo alargo un bufido—¡Qué miedo!, incluso Asano le ha estado evitando—Exclamó con cierto desdén en su voz, Karma sólo bajo su cabeza y contempló su reflejo en el suelo, sin emitir sonido alguno.

—Sigo pensando que la mejor solución sería expulsarlo.

Aquello era todo lo que necesitaba escuchar, tomó aire y abrió la puerta logrando un ahogado sonido, se introdujo con rapidez dentro del aula mientras sentía las frías miradas posarle firmemente sobre él, no le tomó demasiada importancia y se dirigió a su asiento, tomó sus cosas y salió del lugar.

No necesitaba más de aquello, se sentía como un completo idiota, no había persona en aquella clase que no molestara a Nagisa, entonces...¿por qué él era único malo de la historia?, incluso las chicas se mofaban de su apariencia, los chicos no dejaban de empujarle y hacerle bromas...entonces...¿por qué?.

Al llegar a su hogar había lanzado su mochila a algún punto muerto de la sala, había corrido hasta su habitación y se había encerrado en ella, quizás si se arrepentía mínimamente de lo que le había hecho a Nagisa, sin embargo, como él habían muchos y por esa misma razón no daría su brazo a torcer.

El mes había transcurrido con rapidez, el día de hoy finalmente Nagisa había vuelto, y el plan de Karma estaba a punto de dar comienzo.

Tras pasar un largo tiempo soportando insultos, robos y grandes golpizas estaba más que listo para hacer pagar a Shiota por todo lo que había logrado y dar a conocer su verdadera fuerza.

Se había posicionado justo detrás de él, en medio del patio justo a la hora del recreo, necesitaba todos los testigos posibles, así su gran hazaña sería reconocida por todos; tomó una bocanada de aire y se dirigió a los oído del pequeño peli-azul, quien antes de percatarse tan sólo se mantuvo quieto esperando lo peor.

Una silenciosa vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora