Cuestión de pelotas.

991 143 45
                                    


Después de algunas frutas y algo de silencio roto por la radio y preguntas personales bombardeando mis oídos, Linda nos invitó a quedarnos esa noche. El primero en retirarse fui yo, la vieja habitación de Sarah la hermana de Frank, iba a sernos de techo esa noche.

Dejando a Linda y su cara preocupada en uno de los extremos de la mesa, subimos las escaleras y viendo la primer puerta a la izquierda de ese pasillo, entramos a la habitación. Era amplia de un color rojo apenas visible, en una de la esquinas había un escritorio lleno de papeles y lo que parecía una pila de libros. La cama era pequeña y tenia un acolchado azul sobre ella. Escuché como la puerta se cerró y me di la vuelta, notando que Frank estaba deshaciéndose de su ropa en total silencio, su mirada perdida en algún lugar del suelo mientras quedaban sus tatuajes al descubierto. Noté que habia un espejo ovalado de cuerpo entero en una de las esquinas y pañuelos de diversos colores colgando del mismo, tapando casi la mitad de nuestro reflejo.

Yo no quería, pero lo hacia; no podía evitar pensar en algo más que en Frank corriendo peligro solo por sacarse de encima a esos tipos.

-Te dejo el lado de la pared. - la voz de Frank saliendo desde su garganta, como si tuviese una maldita mano apretando fuertemente.

Lo miré fijo, intentado descifrar algo sobre lo que pasabapor su mente, pero era como si tuviese una gran capa de cemento alrededor de su cuerpo y más que nada, en su parte expresiva. Frank tenia un aura completamente diferente a todas las facetas que yo le había conocido hasta ese momento. Notó mi mirada fija en sus ojos y como si se diese cuenta de la tensión que yo mismo estaba generando me sonrió acercándose a mi y tomando mis mejillas, su boca junto a la mía solo rozando.

-Vamos a dormir. - murmuró sobre mis labios apretando levemente mis mejillas y luego, picoteó mi boca con un beso rápido. - Ha sido un largo día.

No acoté nada a ello y con total naturalidad volvió a desnudarse frente a mi, pero dejó uno de sus dedos dentro del bóxer y ojeó mi reacción. Yo era más grande que Frank, pero aquello no me hacia sonrojar menos. Soltó una pequeña risita y dejó que la tela lo siga cubriendo. En parte quería verlo, Frank me parecia en esos momentos un hallazgo único e irrepetible. Todo lo que fuese su entorno tenía un aire mágico y genuino.

Tomé de las puntas de mi remera y la saqué, dejando por primera vez mi torso desnudo y vi la mirada de Frank perderse en él. No era nada extraordinario: mis claviculas naturalmente no se notaban por el peso normal que yo tenia, mis pezones algo claros estaban ahí también como pequeños botones y quizás la parte más interesante -donde vi que Frank fijó su vista- era el triángulo que se formaba hacia mi sexo, donde desde el ombligo un pequeño camino de pelos oscuros se perdían dirigiéndose al que interior del mi pantalón.

Sin pensarlo mucho, me deslicé en la cama hacia la pared y me tapé hasta el cuello. Ahora no por vergüenza sino frío. En cuanto sentí su cuerpo junto al mio me acurruqué en mi propio espacio, sintiendo el cansancio golpearme fuerte como si fuera una resaca. Caí dormido al instante.

Un pequeño murmullo me despertó en la noche, todavía no habia abierto los ojos pero podía escuchar a Frank y a su madre hablar fervientemente.

-Es algo serio Frank. Esa gente está mal. - la voz de Linda se escuchó fuerte. Me sentí un intruso escuchando pero mi curiosidad era mucha más que mi moral - Además, estás metiendo a un tipo que no tiene nada que ver. ¡Ni siquiera sé de dónde lo sacaste!

Me extrañé de escuchar aquello y escuché un pequeño golpe de puño contra la mesa y seguido de ello, la voz de Frank. -¡Él no es cualquier persona!

-¿Te olvidaste de Steve?

Después no se escuchó nada y mi piel se erizó ante ese nombre y ese silencio mortal. Yo sabía lo que para Frank era ese nombre y como se ponía cuando le nombraban a aquél hombre que tomó todo de él. Yo sabia que Frank no tenia la culpa de nada, se había enamorado. ¿Quién era ese hombre que no tenia nada que ver?¿Acaso era yo?¿Por qué traía de nuevo a Steve?

Hubo más silencio y escuché solo lo que parecía la puerta de entrada, más ruidos inperceptibles que se trasladaron al jardín en la casa de Frank que poseía un pequeño árbol. Asomé mi cabeza por la ventana y ahí estaba Frank. Semi desnudo contra la pared, justo debajo mío y con un cilindro luminoso en sus dedos. Le vi fumar dos o tres cigarros y al parecer rodeó la casa de nuevo porque pronto escuché pasos tranquilos y pesados acercarse a la habitación.

La puerta se abrió lentamente y dejó entrar la luz amarilla hacia lo oscuro de la cálida habitación.

-¿Está todo bien? - pregunté en un susurro cuando lo vi entrar en la habitación con sólo sus bóxers. Frank no quería que yo me de cuenta de su huida y por eso había dejado la pared para mi. Me di cuenta que aquél modelo vivo, era un completo enigma. Frank era de las pocas personas especiales y quizás, más brillantes. Frank era único. Quizás jamás terminaría de descubrirlo del todo.

Le sentí acostarse a mi lado, pegando su cuerpo semi desnudo al mio, su corazón bombeando contra mi espalda al igual, desnuda. Su brazo corrió contra mi costado y pronto me encerró en un pequeño abrazo, su nariz quedando justo sobre mi oreja. Y en un pequeño e ingenuo instinto, me volteé para verlo. Sus ojos estaban pequeños y algo rojos. Su nariz perlada de color rojo me decía que había estado llorando un gran tiempo y el olor a nicotina inmerso en su aliento me dijo que había estado fumando varios cigarrillos. Así y todo, me sonrió enormemente. Colocando sus labios sobre los míos. Tocando y casi picoteando con dulzura, un dulce de malditas moras.

Cuando me alejé de él, mitad de su torso estaba sobre mi, su pierna izquierda entre las mías que estaban cubiertas por el jean que no quise sacarme. Me miró. Me miró tan fijamente qur pensé que me iba a golpear fuerte en los huesos. Aunque después, una pregunta tuvo que salir desde algún lugar de mi mente, directo a mi lengua y al aire contra el rostro de Frank.

-¿Es una cuestión de orgullo?

Y lo que murmuró después sobre mis labios cuando tomó fuertemente de mis mejillas, me terminó por romper: "Es una cuestión de pelotas, Gerard"

Y por primera vez en mi vida, sentí el miedo real. Ese que te deja en un estado catatónico. Tenia miedo de Frank o más bien, de las secuelas provocadas por su orgullo. No le pude responder, porque solo volteó su cuerpo llevándome con él, haciendo que yo enredase mi brazo en su cintura, como él había hecho conmigo. Esa noche, solo pude respirar su olor hundiendo mi nariz en su piel, tratando.. solo tratando de no ser un cobarde.



Comentarios e insultos bienvenidos. Ya falta poco para el Grande Finale.

El Arte del Modelo Vivo |Frerard|Where stories live. Discover now