Raymond

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El departamento que compartirían con el dueño que solo conocía Bob, no era muy diferente a lo que estaban acostumbrados, era un poco más grande y en uno de los últimos pisos, donde tenían vista hacia una Avenida exageradamente poblada a la vista de Frank, quien cuando se encontró con aquél impresionante edificio ahogó un gritito que solo sus oídos sintieron. Eso era más de lo que podía pedir para vivir, pero bueno, era lo que había y no iba a quejarse de ello.

Miró la rubia cabeza de Bob adelantarse para abrir la puerta de cristal, solo Frank llevaba su equipaje, Robert había dejado sus cosas después de caminar algo adolorido por la pisada enojada que su amigo le había dado. El castaño miró a ambos lados como gente iba y venía, no era mucha, pero era más de la cantidad normal que estaba acostumbrado a ver en los suburbios de Jersey.

Suspiró fuertemente ante algunas nubes que querían opacarle su bonito mediodía en otra ciudad. Tomó su bolso azul de suelo, y emprendió camino a su nuevo hogar

Frente al espejo del ascensor miró sus facciones cansadas y el reflejo de sus muñecas marcadas por unas pulseras rojas en cada una, dolía como la mierda, miró su rostro bostezando y viendo la espalda de Robert, recordó que debía llamar a Jamia y a Sarah, joder, se había olvidado completamente, - ¿Llamas a Julie? - preguntó apoyando su frente en el espejo mirando sus zapatillas algo sucias.

-Sí, mamá me dijo que deberíamos mantenernos en contacto. - Frank alzó una ceja volteándose para verlo, Bob miraba las luces y los números como pasaban ascendiendo, y luego abrió la puerta bandoneón para salir de ahí, un pasillo a su izquierda marcaba las letras de cada departamento.

-¿Ella lo sabe? - preguntó Frank en voz baja, el rubio también había tenido que dejar a su familia atrás, eso nunca lo consideró. Bob lo miró y negó suavemente.

-Le dije que había un trabajo en una galería, ella está feliz. - murmuró, y Frank solo pudo abrazarlo, tratando de reconfortarse a él mismo y a su mejor amigo.

-Está bien, Bob. - frotó su espalda, y sintió como su robusto amigo sorbía su nariz, antes de que la cosa fuera hacia el sermón de las disculpas y de arriesgar el culo por el otro Frank habló, - abre que estoy muriendo de hambre.

La puerta del se abrió frente a su nariz, un espacio donde una mesa familiar de madera daba lugar a la ventana felizmente ubicada en la izquierda del departamento, frente a un cuadro que no supo entender del todo, a su derecha la puerta de la cocina escondida, y visualizó otra puerta sobre la misma pared que reconoció como el baño, al lado de ésta había una cortina de lo que llamó 'maderitas' y ahí se veían tres camas, dos de ellas como cuchetas y la otra se veía sin dificultad.

-Hogar, dulce hogar. - murmuró rodando los ojos, el lugar era lindo y había algunos cuadros bizarros que ojearía después, ahora necesitaba llamar a Sarah.

Dejó sus cosas en el sillón morado que estaba a un lado de la ventana cubierta por una fea cortina naranja y se sentó allí sacando su celular, miró a Bob y al parecer entendió que necesitaba privacidad porque desapareció por la puerta de la cocina.

El pitido molesto llegó a su oído derecho, obligandole a recostarse sobre el sofá tronando su espalda y gimiendo en simpatía después.

-¿Hola? - la voz era sin dudas la de su hermana menor Sarah Iero, sonrió sin pensarlo dos veces para después suspirar sonoramente, - ¿Frankie, estás bien? - preguntó ella con voz preocupada, el castaño pasó una mano por su cara cerrando los ojos y decidió hablar.

-Hey, Sari. - saludó en un susurro, - llegué al lugar.

-¿Me vas a contar qué pasa? - ella lo ignoró hablando fuerte y claro, sabía por supuesto que algo con su hermano no estaba bien, no por nada de un día para el otro alguien se va del pueblo. Sarah estaba casi segura que Frank estaba escondiendo algo, y mirando su delgada figura en el espejo de donde Linda vivía con ella, escuchó la voz de su hermano preguntar.

El Arte del Modelo Vivo |Frerard|Where stories live. Discover now