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Su corazón latía con fuerza mientras caminaba por aquel pasillo sucio y abandonado, recordándole una y otra vez que estaba cometiendo un terrible error. ¿Qué hacía? ¿Qué estaba haciendo? ¿Por quién estaba haciendo aquello? Raven no lo sabía, simplemente estaba segura que iba a terminar consiguiendo lo que había ido a buscar en aquel lugar. Sus botas crujían cada vez que pisaba algún residuo en el suelo y el solo pensar en la situación le daba asco. Pero sabía que tenía que hacer, sabía que tenía que buscar.

Escuchaba todo tipo de voces en las habitaciones alrededor del pasillo, gritos en diferentes tipos de idiomas y hasta llantos. Estaba en el sector más bajo de Auburn, donde normalmente vivían los indocumentados o inmigrantes que habían llegado muy lejos sin documentos. Siempre los Williams los habían amparado, pero desde que los mexicanos habían llegado, eso se había vuelto un conflicto mayor. Muchos trabajaban sin un sueldo normal o básico y vivían escondidos en las sombras. Trabajos malos, de poca paga y que nadie quería hacer.

Era la primera vez que Raven entraba a ese lugar, pero no era por bien propio.

—¿Que estás buscando, niña? —preguntó una mujer al final del pasillo, mirando a Raven con enojo al estar en aquel lugar. La chica se detuvo y la observó, tenía rasgos mexicanos y su inglés había sido bastante malo—. Está no es tu casa, niña.

—Lo sé, señora —respondió rápidamente ella, sabiendo que poniéndose a la defensiva no iba a lograr nada—. Mi nombre es Raven Olivera y por mi apellido podrá ver que mis padres y ustedes comparten algo más que el idioma.

La mujer se mostró desconfiada al instante y Raven se dio cuenta que ella sabía quién era, de donde venía. Desde que era adolescente vivía al lado de los Williams y manejaba sus números, como también el bar. Ella era quien se encargaba de todo en aquel lugar y Hunter más de una vez la había llamado una mujer William. Pero no era el título que ella quería ganar. Deseaba ser una William, pero de otro modo y odiaba que la rubia Reeves llegara tan rápido para quitárselo todo.

Lo peor era que antes de Valerie, Hunter nunca le había prestado atención pero Luke sí. No se sentía igual, no se sentía del mismo modo que ella deseaba pero algo era algo. Hasta que apareció la otra Reeves y también logró llevarlo. ¿Qué tenían las Reeves que siempre se robaban a los Williams? Estaba empezando a cansarle aquello, pero no era la razón por la que estaba ahí. Ese día, estaba en ese lugar por los Williams. Por el club.

—Sé que trabajas para los Williams —acusó la señora hablando en español y probándola para ver hasta donde llegaba sus conocimientos. Raven suspiró. Sus padres le habían hablado en español por mucho tiempo pero llevaba casi diez años huérfana y le costaba volver al pasado doloroso—. No tengo nada que ofrecerte, niña. Vuelve a casa a jugar a las armas.

—Espere, no por favor —rogó Raven con un español muy malo, que no podía convencer a nadie de sus intenciones.

La señora iba a cerrarle la cara cuando un chico apareció a lo lejos de la casa y observó al instante a Raven. Sus miradas se encontraron y él fue hasta la anciana para detener la puerta. Fue un movimiento muy rápido y a Raven le asustó como de improviso estuvo tan cerca de ella.

—Los Olivera murieron por culpa de los mexicanos, me acuerdo de eso. Me acuerdo de la niña que dejaron huérfana. Me impresionó porque tenía mi edad —habló un inglés mucho mejor que el de la señora, pero con leves tonos del español. Raven lo observó con urgencia, rogándole que entendiera que necesitaba de ellos en ese momento—. Mamá, ¿Por qué no escuchas a la jovencita? Los mexicanos le quitaron a su familia, como a todos nosotros.

HUNTER. Tierra de salvajes #1 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora