Psicótico|Shawn Mendes©

¿Qué le pasa a mi hijo?

- ¡Shawn! - gritó la mujer cuando vio al hijo de su jefe que estaba forcejeando, mientras sus pies no tocaban el suelo y colgaba del techo. Se estaba ahorcando.

El ama de llaves, Rebecca, corrió rápidamente por unas tijeras, para poder cortar la soga. Subió a la silla y la cortó, tan rápido y como pudo.

Shawn cayó de rodillas y después su espalda chocó con el suelo. Comenzó a toser exageradamente.

- ¡¿En qué diablos pensaba niño?! - preguntó más que molesta Rebecca.

Shawn carraspeó para dejar de toser.

- Puedes retirarte Nana - murmuró Shawn.

- Ni loca lo voy a dejar solo, no después de lo que estaba a punto de hacer - lo regañó Rebecca.

- Nana, no le estoy preguntando - alzó un poco la voz Shawn.

- Perdóneme pero no lo haré - se cruzó de brazos la señora Rebecca.

- Bien. Me iré yo - habló Shawn, para así salir de su recámara dando un portazo. Dejando a Rebecca ahí dentro.

- ¡Joven!, ¿A dónde va? - gritó Rebecca, mientras salía del cuarto de Shawn.

Shawn no contestó. Salió lo más rápido de casa como pudo. Y comenzó a caminar por las calles húmedas y frías de Canadá.

¿Por qué no me dejan morir?, pensó Shawn, mientras caminaba y pateaba una piedra, con las manos en sus bolsillos, hacía mucho frío.

Después de varias horas caminando y hablando con sí mismo volvió a casa, para su mala suerte, su padre, Manuel, ya se encontraba en casa.

Pasó al frente de su padre, quien estaba comiendo mientras veía algo en su teléfono. Shawn se pasó de largo.

- Shawn - habló su padre. Haciendo que Shawn se detuviera y rodara los ojos con fastidio.

- ¿Qué? - murmuró molesto.

- Rebe me dijo lo que hiciste hoy - su padre dejó el teléfono en la mesa para ver a su hijo.

- Mira, qué interesante - dijo con sarcasmo Shawn.

- ¡Basta! - gritó su padre, para después pegar un manotazo en la mesa - ¡No voy a tolerar que me hables de esa manera! - volvió a gritar.

- ¡Nadie te pide que me toleres! - gritó Shawn, mientras se daba la vuelta para quedar frente a frente con su padre.

- ¡Sí, nadie lo hace, pero es mi obligación! -

- ¡Pues anda, abandóname, así como lo hiciste con mamá y Aaliyah! - su padre se puso de pie inmediatamente. Se quedó callado, no quería tocar ese el tema.

- Eso es diferente, tú bien sabes por qué lo hice -

Shawn rió amargamente.

- Eres un asco - murmuró Shawn, tan bajo para que su padre no lo escuchara. Comenzó a caminar hacia las escaleras

- ¿Por qué lo volviste hacer? - preguntó su padre.

Shawn paró en seco.

- No sé de qué hablas - mintió Shawn.

- No quieras jugar conmigo Shawn, sabes perfectamente de que hablo -

- Sólo fue un experimento - murmuró Shawn.

- ¿Un experimento para matarte? - preguntó su padre alzando la voz.

- Ahora sí te importo, ¿no? -

- ¡Basta!, ¡Mañana mismo te voy a llevar con un psicólogo! - gritó su padre.

- ¿Qué? - Shawn frunció más el ceño - tú no harás eso - habló serio Shawn.

- Ahí tienes los mucho que me importas - habló su padre.

- ¡Pero no estoy loco! - gritó más que molesto Shawn.

- ¡¿Que no estás loco?! - gritó exasperado su padre - ¡Shawn, has intentado suicidarte tres veces! -

- ¡Cállate!, ¡Cállate ya!, ¡Estoy harto de ti y de tus malditas reglas! - Shawn comenzaba a ponerse rojo de la ira - ¡Qué no entiendes!, ¡Ya no quiero vivir!, ¡Ya no! ¡Odio todo, de odio a ti, me odio a mí! ¡Odio a todo el mundo! - gritó Shawn, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas - ¡Ya cállate ya no hables! ¡Deja de hacerlo papá! ¡Haces que me duela la cabeza! -

Manuel, su padre, se asustó, no entendía por qué Shawn le gritaba que se callara si él ya había dejado de hablar.

- ¡Cállate, basta! - gritó Shawn, tomó un jarrón y lo estampó con el suelo.

- Shawn - susurró su padre.

- ¡Deja de gritarme! - gritó Shawn, desesperado, comenzó a romper cosas, cualquier objeto que estuviera a su vista.

Su padre se alarmó.

- ¡Shawn basta! - gritó su padre.

Shawn colocó la palma de las manos en sus oídos y comenzó a gritar incoherencias, mientras sollozaba.

A su padre se le aceleró el corazón.

¿Qué le pasa a mi hijo?, pensó.