¿Quién pensaría que ayudar a alguien sería tan horrible? Jamás debí confiar en él, me cerré en lo que él pretendía ser. Para luego desenmascararse frente de mí, ahora estaba recibiendo mi castigo. ¿Por qué no escuche lo que me decían? Ellos se acercaron a mí y comencé a gritar.
-déjenme.
-cállate – me pega un puñetazo.
Me llevaron entre todos, no podía hacer que me suelten. Me ataron en la parte donde estaba una de las columnas. Nunca me sentí tan humillada, no sé como hicieron para atarme en este lugar. Se reían de mí, comencé a sentir tanto odio e impotencia. Se acercaban a mí, y Gonzalo me besaba. Yo lo miraba con asco, luego comenzó a sacarme la remera y todos se reían.
-esto te pasa por zorra.
-púdrete imbécil.
Me pego una cachetada, pronto escuchamos que tocaban la puerta. Se escucharon unos gritos, y golpes. Pronto vi subir a David y a los chicos, me daba vergüenza que me vea en este horrible estado.
-tenias razón- comencé a llorar.
-tranquila –me desata – ven – me pongo mi remera y luego me carga en sus brazos.
-perdón por no haberte escuchado.
-no te preocupes, lo que importa es que estas bien y te diste cuenta.
-sí, pero muy tarde.
-¿te hicieron algo?
-algunas cosas, pero llegaste a tiempo – me aferre mas a él.
-eso me alegra –me besa la frente.
-vámonos chicos, Chester espera en el auto –dice Mike.
- estarás bien.
Llegamos a mi casa y mi madre estaba muy preocupada. David le conto todo lo que sucedió, ella no lo podía creer. Mi madre me miro, muy enojada.
-perdón por no escucharte mama –dije triste.
-ahora no te esfuerces, mañana vamos a hablar – vuelve a mirar a David – gracias por traerme a mi hija.
-no hay de que, ella es como mi hermana – sonríe- haría lo que fuera por que este bien.
-no sé como agradecértelo, no sé cómo no se junto contigo desde el principio.
-eso no importa, al menos esta bien –me abraza y se va – me tengo que ir.
-adiós Phoenix.
-adiós –sonríe.
Mi madre no me dijo nada, y dejo que me vaya a dormir temprano. No pude dormir pensando en lo que hicieron, mi madre llego rápido a mi cuarto.
-¿estás bien?
- si – mi respiración estaba acelerada.
- sé lo que paso, pero debes tranquilizarte –me miro seria y yo la abrace – tranquila, ya paso.
- realmente debí haberte escuchado.
-ahora ya es tarde para lamentarse, simplemente hay que aprender de los errores.
-es verdad... - dije triste.
-descansa ahora, mañana hablamos – apaga la luz y se va.
-si mama.
Los siguientes días fueron los peores, pero por suerte no me sentía sola. Lo que si me atormentaba la mayor parte del curso, hacían que me sienta mal. No quería recordar lo que había pasado con Gonzalo, simplemente estaba arrepentida de todo lo que hice por él. Raramente no supimos nada de Gonzalo, hasta que un día las cosas empeoraron.
