Quédate, puede que te quiera.

Capítulo 35

Me deshice de su agarre y la aparte de mi sin ser muy grosero.

-Lo entiendo...-Dijo secando sus lágrimas.

-Me alegro, vamos a mi habitación o te vas ya?

-Vamos a ti habitación...

Me encaminé hacia mi habitación, Dami estaba con Melina, así que íbamos a estar solos, y hablaríamos lo que nunca hemos hablado y lo que nos a llevado a estar así, ella parecía no haber cambiado desde el primer día que la conocí, bueno, mentalmente no, físicamente, sí, estaba mucho mejor ahora, hacia deporte, se había quitado esas gafas que yo le quitaba, y su pelo estaba suelto, ese pelo que olía Flor de Azahar, olía tan bien, pero no podía pensar en su estupendo físico, su personalidad, daba asco.

Llegamos a mi habitación, y como un caballero la hice pasar antes, entró y miró toda la habitación, inspeccionando cada rincón, cerré la puerta y me senté en la cama, en mi cama ella se quedó de pié.

-Esto va para rato? Es para ponerme el pijama y hacer palomitas o algo.

-Supongo... Quiero arreglar las cosas.

-Guay, pero no seremos nada, tenlo claro, no salgo con mentirosas.

Me levanté de la cama, y me quité todo menos el bóxer, para luego ponerme un pantalón corto gris de deporte, ese era mi pijama. Sabía que ella me miraba, quería que viese lo que había perdido, porque yo, al igual que ella con los años, también he mejorado, así que ahora se muera de ganas por tenerme, porque no me va a tener.

-Bueno, ya, habla, venga.-Dije mirándola a los ojos.-Sienta te en la cama de Damian o en una silla, no sé, no te quedes de pié.

-Quería decirte que he pensado en todo, he estado leyendo tus cartas, tus poemas, mirando tus fotos, leyendo nuestras conversaciones...-Se sentó a mi lado, en mi cama.

-Bueno, eso ya fue, fue tu época de mentirosa máxima, recuerdas? Espero que mereciera la pena ganar la apuesta, y que salieses con muchos, me alegro, que te vaya bien, ya?

-No... David, por favor...

-Por favor que? Quieres mentirme más? Eso quieres? Busca a otro tonto, porque yo de tonto ya no tengo nada.

-David, solo quiero decirte que sí, que si te quise y te amé con todo mi ser, era feliz a tu lado, solo tu sabias como hacerme sonreír, sabias como tratarme, eras paciente conmigo...

-Se como soy, no hace falta que me lo digas.

-Te mentí cuando dije que no te amaba, era una cría solo quería demostrarle a las guarras de tus amigas que era capaz de gustarte, pero tu a mi ya me gustabas desde que entre al instituto, vi como un niño súper mono con gafas y el pelo perfectamente arreglado, año a año se volvía un hombre, iba creciendo ese pequeño David, a un chico atractivo y musculado, como su estilo cambiaba y ya no era ese chico tímido y listo, era ese chico mayor, guapo e inteligente que tenía a todas locas, a mi la que más, tenía sus besos, y como una idiota lo deje ir, me arrepiento de esa apuesta, de todo, quiero volver a abrazarte y besarte, no puedo sin ti, se que estuve con ese chico imbécil, pero solo para olvidarte, y cuando le pegaste... Supe que aún me querías y que tendría una pequeña oportunidad, lo intenté y falle, ahora lo intento y no fallaré mas, no voy a dejar que te alejes de mi, lo siento.

No sabía que decir la miraba serio, ella me miraba con lágrimas en sus ojos, no sabia que hacer, no sabía si era verdad, no sabia nada.

-No hace falta que digas nada, solo dejame besarte, sino sientes nada, me iré.

Nada, ni podía articular una palabra, mover la cabeza para negarme, solo me quedé allí, atónito ante sus palabras y mirando sus labios varias veces disimuladamente.

Me cogió de la cara, sus suaves dedos me cogieron de la mandíbula y me acariciaban las mejillas, cerré los ojos, esto no me podía estar pasando a mi, entonces, se acercó poco a poco, y sentí sus labios presionar los míos. Movió lentamente sus labios, yo seguía inmóvil, poco a poco el beso se fue intensificando, yo me aleje de ella.

-Estoy conociendo a alguien, no quiero engañarla, no soy como tu, lo siento.

-Entonces conoceme a mi también.

-A ti no quiero conocerte.

Entonces la puerta sonó, dos "Tok, Tok" nos hicieron callar.