No hay lugar como el hogar

4K 270 30
                                    



ANDREW:


Estoy persiguiendo a mi hermano, quien camina más rápido que entrenadora de footing, en vano.

— ¡Malc! — le llamo por quinta vez pero este nuevamente me ignora. Sigue caminando a toda marcha por un sendero conocido y adivino hacia dónde se dirige mi hermano.

Tomando un atajo, que descubrí de niño, tomo la delantera rogando por tener la razón y así lo es. Malcom está subiendo ahora y yo me escondo para evitar que vuelva a escapar. Una vez que está dentro de nuestra casa del árbol, que mi padre y yo construimos una década atrás, salgo de mi escondite y bloqueo la entrada.

— ¡¿De dónde carajos?! — grita de la impresión.

— ¿Podemos hablar? — le pregunto.

El musita algo incomprensible pero, por suerte, acepta con un asentimiento de cabeza.

— ¿Qué pasa? — empiezo, porque no sé qué parte de todo lo que dije en la cocina le pudo haber afectado.

—No lo sé — responde dudoso — Es solo que...siento como si me hubieras timado — confiesa enojado sentándose y apoyando la espalda contra la pared de madera.

—No entiendo.

— ¡¿Cómo no entiendes?! ¡Me refiero a que toda la vida haz estado con miles de mujeres y ahora vienes con un tío y nos dices que eres marica! ¿¡Sabes lo mucho que presumía con las chicas que tú fueras el gran Andrew Liberman!? — me recrimina y no me lo tomo muy bien que digamos. Las ganas que tengo por darle un puñetazo me invaden pero trato de parar.

Calma Drew, este pendejo es tu sangre y nuestra madre se enojaría si regresa a casa con el ojo morado. Eso...respira, muy bien. Ahora sí, dale una lección a este mocoso.

—Primero, no soy ningún marica de mierda — gruño haciendo que mi hermano me mire algo asustado ya que normalmente no suelo tener un carácter explosivo —. Me gusta Jeff, sí. Pero eso quiere decir de un día para otro haya amanecido con ganas de tirarme a cualquier ser humano con polla, ¿entiendes? — pregunto y este asiente asustado —. Y segundo, ¿desde cuándo aquí necesitas pavonearte, diciendo que eres mi hermano, solo para ligar con alguna zorra interesada? — le recrimino. Veo que he dado en el blanco por la forma en que se sonroja de la vergüenza.

—Y-yo...yo no — se intenta excusar.

—Yo no, nada — le corto sus balbuceos —. Mírame a la cara cuando te hablo — ordeno al ver cómo sus ojos se encuentran clavados en el suelo de madera mirando a sus pulgares formar círculos entre ellos. Este levanta la mirada y el temor en sus ojos hacen que mi enojo disminuya, pues lo que menos quiero es traumarlo. Así que relajo mi expresión —. Te quiero Malc, eres mi único hermano — empiezo — a quién le enseñado a mandar sus primeros puñetazos, a jugar por primera vez al play, al que encubrí cuando mamá descubrió esa playboy en tu habitación — ante esto último, él se ríe.

—Eso fue una de las cosas más vergonzosas de mi vida — recuerda.

—Lo fue — concuerdo riendo también —. Es por eso que si les he traído a Jeff es para que lo conozcan porque él es una persona maravillosa. Un dolor de muela a veces, terco como mula y más vengativo que el padrino — le digo recordando lo exasperarte que puede ser a veces — pero, — agrego pensando en las cosas buenas del castaño — es leal, como pocos; sincero con lo que siente y si tiene un problema contigo te lo dice en tu cara, la persona más profesional que conozco después de Zania y un gran amigo — siento como mi sonrisa se ensancha más y más al decirlo.

COLISIÓN - Homoerótica [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora