COLISIÓN - Homoerótica [EN EDICIÓN]

Química

ANDREW:

Estoy yendo a comprar las benditas muletas para mi mejor a amiga. Miro mi reloj y veo que ya no podremos ir a la gala. Lástima, será para la próxima.

Le entrego mi tarjeta de crédito al cajero, un chaval de diecisiete a lo mucho. Su cabello castaño y su piel lechosa me recuerdan a Jeff.

Y vaya que ha cambiado...

Cuando le abrí la puerta no sabía que esperar. Allí estaba él. Con el cabello más largo que antes, había ganado peso puesto que sus brazos no tenían esos pequeños bíceps y ni hablar de su vestimenta. El chico había pasado de ser un conservador con estilo a un jodido hípster badass. Restando el cómo se veía por el exterior, seguía siendo el mismo Jeff de siempre. Solo que con más confianza.

Cuando entramos al loft, miles de recuerdos atacaron mi mente. Realmente no esperaba tener que encontrarme con él en un buen tiempo, pero me alegra que no haya sido así.
Lo que no me gustó es que tratara de mantener las distancias. Joder, ¡si nos habíamos acostado una infinidad de veces! Sabía que la conversación que tuvimos con Live no fue la mejor del mundo pero tampoco tenía que tratarme como un perfecto desconocido. Es más, ni cuando me conoció por primera vez me trató así.

Por suerte, su actitud de "no te conozco" le duró sólo hasta que llegamos a mi vestidor. Juro que fue la cosa más tierna y graciosa que había visto. Ahí estaba él, tratando de que no se le desencajara la quijada y se le cayera al suelo al ver la cantidad de ropa que Live me había hecho comprar porque, sinceramente, si por mi fuera solo tendría un conjunto de cada cosa. Pero bueno, como les dije antes, ella fue mi salvadora.
Cuando Jeff recuperó la compostura, volvió a tener esa actitud profesional de mierda...hasta que puso música. Dios, nunca pero nunca habría imaginado que Stella tuviera esos gustos. Y según lo que me dijo el ojos de avellana, tal vez ella es más de cantar canciones con la palabra con "N"* en la ducha. Definitivamente tengo que burlarme de eso cuando la vuelva a ver. Debería preguntarle a su sobrino cómo está mi futura madre favorita.

Todo estuvo normal hasta la segunda canción, la cual me hizo tener un nudo en la garganta como si no pudiera pasar una pastilla de las grandes. Es como si su reproductor tuviera vida propia y pusiera las canciones a propósito.

"Pero la noche era caliente, los dos éramos atrevidos y jóvenes"
" Todo lo que necesitamos es alguien en quien apoyarnos"

Esas fueron las frases que más me ompresionaron.

No volví a hablar durante toda la canción. No podía y, aparentemente, Jeff tampoco podía. El estruendo de la animada música callaron nuestras voces y pensamientos.

Por suerte, después de eso, la llegada de una alocada y gritona Live hizo las cosas más amenas y fáciles de llevar. Hasta que la cerebro de lengua le tuvo que preguntar por su ex. La forma en que sus ojos pasaron de la alegría a la añoranza hizo que sintiera unas punzadas inexplicables. Es que... ¡vamos! El tipo lo dejó (aún no ha dicho por qué pero le haré confesar tarde o temprano) y encima se atreve a poner ojos de cachorrito por él, es más que obvio que lo extraña.
Por tanto, ¿qué signifiqué yo para  Jeff? Nada, esa era la respuesta. Solo fui una polla — muy grande — que le ayudó a sentirse mejor. Nos usamos mutuamente, eso lo dejamos claro, pero por alguna estúpida razón quería que me recordará como algo más que un revolcón.

Las cosas se fueron en picada desde entonces. Yo y mi lengua viperina no aguantamos en hacer un comentario sobre el estúpido de su ex y él me apuñaló por la espalda recordándome a Pamela. Live se torció el tobillo y terminamos discutiendo ya que la niña no quería obedecer las indicaciones del doctor y, para cerrar con broche de oro, el doctorcito salió siendo un marica lameculos que no paraba de tirarle los tejos a Jeff; quién no dudó en restregarme en la cara cómo le había invitado a salir el médico de quinta ese. No aguanté más y romí la tarjeta para luego irme a comprar las cosas para Live.