25 | Ex mejores amigos.

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25 | Ex mejores amigos.


Dejo de retorcerme las manos para mirar el móvil por sexta vez consecutiva. Hace más de diez minutos desde que Noah debería haber llegado y estoy empezando a impacientarme. No es porque sea una obsesa con la puntualidad, ni mucho menos: en realidad, creo que todos los que me conocen saben que se me da muy bien llegar tarde a los sitios; sin embargo, hoy los nervios que me torturan el estómago crecen con cada segundo que pasa, y estar a solas provoca que mi cabeza no pueda dejar de darle vueltas a todo lo que podría salir mal.

Mis ideas tienden a ser terribles, es cierto; sobre todo si las planeo con tan poca antelación como ahora. Sin embargo, algo me dice que estoy haciendo lo correcto. O, al menos, lo que más se aleja de lo incorrecto. Tampoco es como si tuviera otras opciones. No puedo permitir que las cosas sigan como han estado hasta ahora, porque no sería justo y porque guardar silencio es de cobardes. Así que he decidido meterme de lleno en lo que podría acabar siendo el desencadenante de la III Guerra Mundial.

En fin, nada fuera de lo normal en mi día a día, supongo.

Noah Carter, ¿dónde diablos te has metido?

Estoy a punto de empezar a escribirle un mensaje avisándole de lo peligrosa que puedo llegar a ser yo, cabreada y tenedor en mano, cuando diviso su atlética figura al otro lado de la calle.

El corazón se me acelera de repente, aunque esta vez no sé si se debe a su presencia o al hecho de que sé que va a odiarme después de esto. Noah se acerca a mí a paso ligero, con su característica sonrisa plasmada en los labios. Lleva el mismo jersey oscuro de esta mañana y un abrigo negro con capucha que le cubre toda la cabeza y le hace parecer un futuro delincuente en potencia. Me río y me pongo de puntillas para quitársela.

Así está mucho mejor.

Él junta las cejas, aunque no enseria su rostro.

—¿No te gusta cómo me queda? —me pregunta.

—No.

Últimamente me caracterizo por ser una persona muy sincera, pero la realidad es que ahora estoy mintiendo. He dicho eso solo porque me gusta enfadarle.

Tal y como imaginaba, Noah decide hacerse el ofendido.

—Imposible. Los gorros me favorecen desde que era pequeño —replica—. Karinna dice que es porque la forma de mi cabeza es perfecta.

No me queda otra que reírme.

—Eso es una estupidez.

—Para nada.

—Los gorros te quedan fatal —sentencio, aunque en verdad me parece adorable verle con ellos.

—Bueno, me da igual. Voy a seguir poniéndomelos aunque no te gusten.

—Ya, ya lo sé.

Termino la frase rodando los ojos, y él amplía su sonrisa y se acerca hasta que nuestras manos se tocan. Entrelaza sus dedos con los míos. Me pregunto si volverá a ser tan cariñoso después de que vea a quién he invitado a nuestra cita.

—Bueno, cuéntame: ¿qué tienes planeado para esta tarde?

Me esfuerzo por que no se me escape una risita nerviosa. En su lugar, me encojo de hombros y señalo la cafetería frente a la que llevo un buen rato esperándole. Noah arruga la nariz, como si la idea le desagradase. Vaya fiasco de quedada, ¿no? Ni siquiera hemos llegado a la parte mala y ya parece disgustado.

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now