24 | Contando mentiras.

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24 | Contando mentiras.


—Así que por fin te has enrollado con Carter.

Sé que es una estupidez, pero me basta con escuchar esas palabras para sentir cómo me embriaga la vergüenza. Atacada, cierro la puerta de la taquilla para toparme con la mirada inquisitiva de mi mejor amigo. Me observa con las cejas alzadas, a la espera de una respuesta. Abro la boca, la cierro durante un segundo y vuelvo a coger aire para responder:

—No nos hemos enrollado. Quiero decir, al menos no como tú piensas. Aunque, bueno, tampoco sé cuál es exactamente tu concepto de enrollarse... y no me interesa descubrirlo, tranquilo. Pero algo me dice que tenemos definiciones diferentes para ese término. Noah y yo solo nos hemos besado una vez. Eso no tiene nada que ver con enrollarse. Deja de darle vueltas al asunto —sentencio, mientras termino de guardar mi libro de matemáticas en la mochila. Intento parecer relajada, como si este tema no me pusiese el corazón a mil, pero me cuesta; y el hecho de que Wesley no deje de mirarme como si supiera que oculto algo no me ayuda en absoluto.

—¿Estás segura de eso? —me pregunta de repente.

En cuanto termino de cerrar mi macuto, vuelvo a clavar mis ojos en los suyos.

—¿Segura de qué?

—¿Solo os habéis besado una vez? —continua, jugueteando con sus cejas—. Porque eso no es lo que él me ha contado.

Tardo sorprendentemente poco en reaccionar. Dejándome llevar por un impulso, abro los ojos de par en par, me aferro bien a la libreta de historia —que todavía llevo en las manos— y le doy con ella en el brazo. El rubio trata de apartarse, pero no hay forma de evitar que vuelva a atacarle.

—¡No puedo creerme que hayas hablado con Noah de esto! —chillo, abriendo el cuaderno para desdoblar un par de páginas que han sufrido desperfectos—. Se supone que eres mi mejor amigo. ¡No deberías intimar con el enemigo!

El asqueroso traidor que tengo delante arruga la frente. Entonces, comienza a reírse mientras se soba la zona del brazo en donde le he golpeado.

—No soy yo quien está intimando con Carter, Abril —me suelta, y de inmediato me arrepiento de no haberle dado en la nariz.

—¿Por qué diablos hablas con él de esas cosas, de todas formas? —acabo preguntando, resignada. Wesley se limita a encogerse de hombros. Juntos echamos a andar por el pasillo en dirección a la cafetería. Lleva dándome la murga toda la mañana porque ha oído que esta semana los bocadillos están de oferta y tiene la necesidad de aprovecharse de ello. Le miro de reojo mientras me aprieto el interior de la mejilla con los dientes—. ¿Te ha dicho algo sobre... ya sabes, qué le pareció? Sé que los tíos soléis contaros esas cosas —añado, con algo de esperanza. Si consigo sonsacarle a Wesley un poco de información, quizás no me importe que Noah lo utilice como confidente.

Ante esto, mi mejor amigo sube las cejas.

—¿Estás pidiéndome que traicione su confianza?

—En absoluto —me apresuro a responder—. Solo estoy pidiéndote que le des ciertos... privilegios, a tu mejor amiga. Vamos, me merezco que tu lealtad esté conmigo. Llevo años soportándote.

—Más bien, yo diría que llevas años disfrutando de mi presencia.

—Vale, lo que tú digas. ¿Me cuentas ya qué es lo que te dijo?

—No voy a traicionar a un colega, Abril.

Ruedo los ojos.

—Noah y tú no sois colegas. Scott es su colega y, por si se te ha olvidado, quiere partirte la cabeza.

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora