4 | Algo que oscila es un oscilador.

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4| Algo que oscila es un oscilador.


Después de revisarlo todo impetuosamente, esa noche descubro que faltan tres cosas en mi dormitorio:

La primera es el tenedor que le robé el sábado a los Carter. Lo dejé encima de mi mesilla, junto a una lamparita de noche que Rose compró para adornar mi habitación, pero ya no está allí. La verdad es que me preocupa un poco pensar en quién se lo ha podido llevar. Pese a que sé que hubo cinco chicos en mi cuarto anoche, todas mis hipótesis apuntan hacia la misma persona: Noah.

Pero todavía hay más.

La segunda cosa que los chicos se llevaron de mi dormitorio fue una de las patas de mi cama.

La tercera, los dos tiradores de mi guardarropa.

Es ahora cuando estoy empezando a arrepentirme de no haber perseguido a Jason ayer cuando lo vi en las escaleras. Podría haber abierto su caja de herramientas, haber cogido un martillo y habérselo tirado a la cabeza. Quizás Rose se habría enfadado conmigo, pero por lo menos eso ayudaría a calmar la ira que siento por dentro. En este momento, sin embargo, en vez de un hermanastro herido, tengo un armario inútil, que no puedo abrir sin rebanarme las yemas de los dedos, y una cama coja.

Maravilloso.

No obstante, la verdad es que las cosas podrían haber ido todavía peor. Gracias a la advertencia de Noah, no quise tumbarme en la cama antes de revisar que todo estuviese en su sitio, lo que me salvó de un buen golpe. Además, estuve hablando con Wesley ayer por la noche y, aunque al principio le pareció muy divertida la broma pesada de Jason había organizado para mí, terminó brindándome una solución.

Siguiendo sus indicaciones, he conseguido reemplazar la pata que falta por una enorme pila de cuadernos viejos. Es una idea ingeniosa, debo admitir, pero poco duradera. Por eso mismo, la mañana de mi primer día de instituto decido pasarme a hablar con el estúpido hijo de Rose para pedirle que me devuelva lo que es mío. En un principio, solo tengo planeado darle dos oportunidades. Si llega a negarse una tercera vez, entraré a la fuerza en su cuarto para recuperarlo todo por mí misma.

Muy a mi pesar, poco después descubro que la puerta de su dormitorio tiene pestillo.

Pese a que aporreo con fuerza la pared y le llamo a gritos, Jason no se atreve a salir de su escondite. Formo tal escándalo, que Rose se despierta antes de tiempo y viene a preguntarme qué ha pasado. Yo me invento buena parte de lo ocurrido, porque no quiero meterla en este lío, y le pido que vuelva a la cama; pero ella insiste en quedarse a ayudarme a sacar a su hijo de ahí.

Aun así, Jason no tiene la valentía suficiente para salir a dar la cara. Se me hace tarde, así que al final acabo dejándolo pasar y me marcho a clase. Antes de salir de casa, creo escuchar cómo Rose le dice a mi hermanastro que va a pasarse el resto del mes sin televisión y, siendo sincera, esto consigue animarme un poquito.

Cuando llego a mi destino, suelto un suspiro y lo observo todo a mi alrededor. El Instituto del Este es uno de los edificios más grandes de la ciudad, por lo que tiene muchísimos más alumnos matriculados que mi antiguo centro educativo. Es una diferencia muy notoria; sobre todo para alguien que odia las grandes multitudes tanto como yo. Mire a donde mire, solo veo gente, y estoy empezando a ponerme nerviosa.

Distingos muchos rostros conocidos, de chicas a las que quizás sigo en las redes sociales o de algunos de mis antiguos compañeros del colegio, pero no me paro a saludar a nadie. En lugar, me agarro a las correas de mi mochila y entro rápidamente en el edificio.

Lo primero que encuentro nada más cruzar el umbral es la recepción. Es una sala espaciosa, pero está tan llena de gente que la simple idea de quedarme aquí esperando a Wesley empieza a parecerme aterradora. Sin embargo, no me muevo; básicamente porque no tengo ni idea de adónde ir.

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora