6 | No te mueras todavía.

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6 | No te mueras todavía.

En cuanto termino de introducir la combinación de mi taquilla, esta se abre de golpe. Meto dentro la cabeza, nerviosa, porque quiero coger mis libros lo antes posible para marcharme de aquí. El pasillo está tan poco transitado a estas horas que no puedo evitar sentirme expuesta. Cualquiera podría verme desde lejos, lo que me juega muchos puntos en contra, teniendo en cuenta que llevo toda la mañana evitando a Noah Carter como si fuese el asesino de una película de terror.

Pese a que al principio solo lo hacía porque es el primo de mi exnovio y sabía que mantener una relación con alguien cercano a él solo iba a traerme problemas, después de lo de ayer tengo motivos de sobra para tenerle miedo. De hecho, apuesto a que la próxima vez que le vea no podré hacer más que salir corriendo.

No me hace falta conocer a Noah para saber que debe de estar muy enfadado conmigo por lo que ocurrió anoche. Yo lo estaría si las cosas hubieran sido al revés, e incluso diciendo eso me estaría quedando corta. Conociéndome, seguro que me lanzaría a por él sin pensar y le clavaría un tenedor en la espalda o algo así.

Solo espero que Noah no haga lo mismo, porque no me gustaría llegar a casa con una cicatriz en la espalda. Menos aún si su origen es tan difícil de explicar.

—¿Por qué dices que yo no te valgo?

No me doy cuenta de que llevo más de tres minutos observando el fondo de mi taquilla, sin pronunciar palabra alguna, hasta que escucho la voz de Wesley a mi lado. Quiero salir de este pasillo lo antes posible, pero no puedo dejar que él lo note; así que rodeo el lomo de un libro con los dedos, lo saco y me lo meto en la mochila antes de cerrar la puerta.

Después, trato de volver a encontrar el hilo de la conversación.

—Porque yo busco gente con talento —especifico, e intento parecer tranquila y aburrida. No me gusta ocultarle cosas a Wesley, mas sé que he tomado la decisión correcta al no contarle lo que pasó ayer. Lo mínimo que puedo hacer por Noah Carter ahora mismo es evitar que se propague ningún rumor.

—Por eso creo que yo soy exactamente lo que buscas —me responde. Cuando me vuelvo hacia él, alcanzo a ver cómo se señala a sí mismo con un dedo. Después continua hablando, haciendo énfasis en cada palabra—: Te exijo que me entrevistes.

Enarco las cejas. Su propuesta me parece tan absurda que desde el principio he estado tomándomela como una broma; no obstante, pronto me encuentro a mí misma inspeccionando su rostro, en busca de algo que me indique que no me equivocaba. No puede estar hablando en serio, ¿verdad?

Solo por si acaso, decido dejarle las cosas claras.

—Ser capaz de tirarse pedos con el sobaco no es un talento, Wesley. —Arrugo la nariz al añadir—: Y, aunque lo fuera, jamás escribiría un artículo sobre tus gases. Es asqueroso.

Hace una mueca y se lleva una mano al pecho, afligido.

—¿Y tú te haces llamar buscadora de talentos? —me suelta, escupiendo con fingido asco las palabras. Yo me encojo de hombros, y él me hace un gesto para restarle importancia al asusto—. Como quieras. Si tú no sabes apreciar mi talento, tendré que buscar a alguien que sí que tenga un buen criterio. Solo te pido que no vuelvas llorando cuando veas cómo otra periodista sube al estrellato gracias a mí.

Esbozo una sonrisa burlona.

—La única que llorará es ella, cuando arruines su carrera.

—Muy graciosa. —A pesar de su tono desganado, curva los labios hacia arriba enseguida—. ¿Te ha llegado alguna propuesta más? —se interesa.

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora