Capítulo 50.

4.1K 283 5
                                    



Caí con todo mi peso sobre aquél lugar desconocido, o más bien me habían tirado. Aún seguía con los ojos tapados, así que no pude ver nada, pero olía a tierra mojada. Y a suciedad, de repente podía sentir algunas patas de algún bicho caminando por mis brazos. 

-¿Porqué me quieren? Déjenme ir.- Rogué mientras mi cuerpo estaba en el suelo.

-El señor así lo quiso.- Respondió un hombre con vos grave mientras tomaba mis brazos y los ponía en mi espalda. Segundos después una opresión sentí en ellas, supongo que sería una cuerda, porque ya sentía mi piel ampollarse. 

-¿Qué señor?- Pregunté temerosa.

-Lúcifer- Dijo y de repente sacó el trapo que tapaba mi vista, el lugar era cerrado, estaba muy oscuro, y sólo podía ver porque desde el techo lejano había una pequeña claraboya. Por donde entraba la luz cómo si fuera un iluminador. 

-No lo entiendo, por favor, no les sirvo aquí.- Supliqué mientras me arrastraba y mis muñecas ardían.

-Quédate quieta.- Dijo un hombre y se agachó poniéndome un trapo en la boca. Grité y grité pero era inútil. Mis gritos eran ahogados, casi inaudibles.

Intenté utilizar mis poderes, contuve ira, muchisimo.. Pero no parecía resultar.

-Aquí no funcionaran tus sucios poderes chiquilla.- Dijo otro hombre riendo. -Oh claro, no puedes hablar. Te explicaré porque soy un hombre caballeroso, aquí no funcionan tus poderes, porque hay un hechizo de parte de Lúcifer. Que impide que puedas acceder a tus poderes. Así que lo siento pequeña.- Sus ojos me causaban pavor, eran amarillentos. 

Me arrastré intentando conciliar algún tipo de pose cómoda, pero era inútil, y mis muñecas se estaban rasgando, lo sé porque un hilo de sangre brotó de mi muñeca derecha. Y ardía.

Grité con todas mis fuerzas, capté la atención de ellos varias veces. Pero no parecieron darle importancia, hasta que pateé un tarro de agua que había a mi lado. 

-¿Qué haces idiota?- Preguntó uno volteando exaltado mientras se acercaba ami y me arrancaba violentamente el trapo de mi boca.

-Me duelen mis muñecas.- Dije enseñandoselas como pude.

-¿Y eso debería importarme?- Rió a carcajadas.

-Pues si imbécil.- Lo miré enfurecida.

-Oh vaya, la nenita de papi está enojada.. te ves hermosa así.- Dijo en mi oído mientras su dedo índice acariciaba mi mejilla.

Me di la vuelta hacia su cara y llo miré.

-Jamás vuelvas a tocarme maldito.- Lo escupí en la cara. 

-Perra.- Se limpió la cara y me miró con furia. Hizo su mano un puño, y lo estrelló contra mi mejilla. Mi cara dió la vuelta abruptamente.

Dolió como los mil demonios, tanto que unas lágrimas de dolor brotaron de mis ojos, que pronto se confundieron con la sangre proveniente de mi mejilla. 

-Eso para que no vuelvas a faltarme el respeto.- Me pateó el estómago y terminé de quedar en el suelo. 

Al mirarlo vi que reía junto a otros hombres. 

Me sentía miserable, no sabía que me harían ni para qué me querían. Yo no les he hecho nada. Pero lo que más ocupaba mis pensamientos en ese momento, era Zack. Quería saber que estaba pensando, si le sucedió algo.. Si había comido, si se encontraba bien, QUERÍA que esté bien. 

Las horas pasaron lentas y dolorosas, mi mejilla dolía muchísimo, incluso mi estómago y mis muñecas. Me sentía sedienta y hambrienta, no había comido en horas. Y debido a eso mi vista era un poco errónea. 

Los hombres se fueron del lugar luego de dejarme atada en una silla, con la boca amordazada y los pies y manos atados. mi cabeza caía hacia un costado de mi cuerpo, incluso tenía sueño. 

Un ruido se escuchó, y contiguo pasos.. y luego la puerta se abrió. Dejando ver al mismo hombre que me había golpeado antes. 

-Ten.- Dijo y me tiró un plato con.. ¿Fideos?.

Lo miré con cara de pocos amigos. ¿En verdad este tipo creía que una persona podía comer con las manos y pies atados, y encima con la boca amordazada? Estaba comenzando a creer que los demonios no tenían cerebro o algo así.

Como si estuviera leyendo mis pensamientos, se acercó y me desató las manos, sentí un alivio pero me alarmé cuando vi las heridas. Estaban en carne viva y había sangre seca a su al rededor. Luego de eso, me sacó el trapo babeado de mi boca. 

-Come.- Me ordenó.

-No comeré eso.- Fruncí mis cejas.

-COME.- Gritó mientras pateaba el plato a mi dirección.

Me agaché como pude debido a que mis pies seguían atados y tomé el plato. No había cubiertos así que supuse que comería con la mano. Y así lo hice, comí unos bocados y no quise mas, tenía un sabor repugnante. No sé que demonios tenía eso.

-¿Qué tenía eso?- Pregunté.

-No querrás saberlo hermosa.- Sonrió benévolamente.

No me costó mucho entender que era lo que tenía, por supuesto estos asquerosos habían eyaculado sobre los fideos. Vomité en el sucio suelo. 

-Malditos asquerosos.- Vomité repetidas veces. 

-¿Te ha gustado verdad?- Rió a carcajadas.

Lo miré con asco. Y vomité nuevamente.

-Vomitas una vez más y lo limpiarás tu.- Gritó mientras tomaba mi mentón y me obligó a mirarlo. -¿Me escuchaste corazón?- Me miró y su manó descendió hacia mi cuello, y luego más.. hasta mis pechos. 

Me aparté en el instante. 

-Aléjate.- Me moví hacia atrás en mi silla.

-Uhm.. Me gustan las cosas difíciles.- Su mirada demostraba lujuria. 

Siguió tocándome, mientras intentaba apartarme. Su dedo índice rozó mis labios, y no lo pensé dos veces. Mordí como si de una hamburguesa se tratara su dedo, haciendo que sangre. 

Chilló de dolor. 

-IDIOTA.- Gritó y elevó su puño. 

Pero gracias al cielo alguien entró. Y ese alguien era otro hombre.

-Richard.. Noticias. Ven rápido.- Dijo un hombre. 

Richard me miró con odio, y siguió a su compañero. 

Y ahí comprendí todo, Richard... El hombre del que tanto me había estado hablando Zack, me tenía atrapada. Y eso no era nada bueno. 


A n g e l ' sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora