Capitulo 61

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Carla:
Abrí la pequeña caja con delicadeza. Mis ojos se abrieron con sorpresa al ver la pulsera de plata con varios colgantes, un corazón con nuestros nombre, una bailarina y la palabra Love.
-¡Me encanta!- exclamé con mucho más entusiasmo que con el que me desperté.
-¿Enserio...?- preguntó inseguro.
Asentí con la cabeza, me levanté de la cama y salté arriba de él, riendo como una loca. Enrolle mis piernas en su cintura y posicioné mi cabeza en el hueco de su cuello.
-Gracias...- noté como sus manos se afirmaban en mi trasero y mis nervios subían a mi estómago.
-No tienes que darlas, Carl- susurró en mis labios.
Con desespero lo besé como nunca, mis manos se enrollaron en su pelo, mis labios acariciaban los suyos con destreza y mi lengua se deleitaba con cada una de sus caricias.
Noté como caminaba hacia la cama. Me tumbó con cuidado sin separar nuestros labios y se posicionó encima de mí, apoyando sus codos en la cama para no hacerme daño.
Mis manos bajaron al bajo de su camiseta, me sentía preparada para todo y necesitaba más de él.
Necesitaba saber que estaba ahí para mí y que tenía todo de mí como yo de él. Quería entregarle mi alma al igual que mi cuerpo.
-¿Estas segura de esto?
-Más que nunca- susurré en sus labios.
Se separó en poco de mí y conseguí quitar su camisa por completo. Admiré sus perfectos abdominales, y su marcada V.
-¿Estás completamente segura? No quiero hacerte daño, Carlos.
-No me hagas suplicar, por favor...- mi voz casi inaudible debido al deseo.
Sin perder mas el tiempo, se acercó a mí y siguió acariciando mis labios mientras yo subía mis manos por su firme estómago hasta sus hombros.
Bajó sus labios a mi cuello y un gemido salió de mis labios. Sus manos bajaron esta vez a mi camisa y tiraron de ella quitándola ágilmente. Contempló todo mi cuerpo y mi rostro se volvió completamente rojo por la vergüenza que me causaba.
-No tengas vergüenza de mí, nena- asentí con la cabeza, y este bajó su cabeza a mi pecho.
Comenzó a besar la copa de mi sujetador, mandando electricidad a todo mi cuerpo. Me encantaba esta sensación.
Siguió bajando sus labios hasta llegar a mi pantalón, lo bajó despacio, dándome tiempo, y cuando estaba fuera subió sus labios a los míos de nuevo.
Mis manos bajaron a sus pantalones, desabroché el botón y lo bajé con más rapidez que él.
Los dos nos encontrábamos en ropa interior y mis nervios florecieron al tener su cuerpo semidesnudo encima de mí, simplemente me estaba volviendo loca.
Otro gemido se me escapó y Brian lo cayó con sus labios. Mi espalda se arqueo al sentir sus manos intentando llegar al cierre de mi sujetador, lo desabrochó y mi pecho quedó expuesto a él.
Su mano acarició mi pecho, dándome placer con solo sus caricias. Sus labios volvieron a bajar y otro gemido se me volvió a escapar.
Su boca llegó a mi pezón y todos mis sentidos se volvieron locos.
-Brian...- suspiré.
Volvió a subir sus labios y sus manos quitaron con facilidad la última prenda que me cubría, mientras que las mías estaban listas para hacer lo mismo con él.
Cuando lo conseguí Brian se bajó de encima mío. Un frío un tanto desagradable me envolvió. Se dirigió a la mesilla y sacó un preservativo y se lo colocó bajo mi atenta mirada.
Me encantaba su cuerpo, me encantaba él en sí, en todos sus aspectos.
Se volvió a colocar encima mío, y su boca fue hacia mi oreja.
-¿Lista?- preguntó con una sexy voz grave.
Asentí incapaz de hablar y este me penetró con suavidad. Un pinchazo de dolor se situó en mi parte baja, un gemido más bien de dolor resonó en la habitación.
-¿Estás bien...?- dijo preocupado, yo volví a asentir- Necesito que me avises si te hago daño, nena- susurró y volví a asentir.
Continuó moviéndose lentamente. El dolor seguía aunque se hacía menos insoportable con cada embestida por su parte. Hasta que se sació. Un autentico placer recorrió mi columna vertebral y un gemido sonoro se escapó involuntariamente de mis labios.
-Brian...- volví a gemir.
-Carl...- gimió esta vez él, causando una fuerte satisfacción en mi interior al saber que podía volverlo igual de loco que él a mí.
Mis uñas se clavaron en su espalda por el placer, su ritmo aumentó y los dos juntos llegamos al clímax juntos.
-Te quiero...- susurró en mis labios, algo agitado.
-Y yo...- conseguí decir antes de que mis labios quedaran atrapados debajo de los suyos.
Se tumbó a mi lado, nuestras respiraciones agitadas, me acerqué a él y lo abracé apoyando mi cabeza en su pecho, y él sus manos en mi cadera mientras que una de ellas acariciaba mi pelo enmarañado y ahora sudado.
-¿Te he hecho mucho daño?- preguntó preocupado.
-No...- susurré- ha sido perfecto -subí mi cabeza para mirarlo.
-Sí...- suspiró y beso mi frente.
Se levantó, se quitó el preservativo haciéndole un nudo y lo tiró a la basura, para después volver a acostarse conmigo.
Cerré los ojos cuando sentí su cuerpo y nos quedamos dormidos.
Sin duda había sido el mejor cumpleaños de todos.


Cuando me desperté eran las ocho de ma tarde, tenía calor y un peso arriba mío. Abrí los ojos despacio y observé como la cabeza de Brian se encontraba apoyada en mi pecho desnudo.
Acaricié su pelo con una estúpida sonrisa en mis labios, sin duda había pasado los mejores momentos de mi vida a su lado, no cambiaría nada de él ni de l pasado.
Me sentía rara. Una pequeña molestia se estableció en mi parte íntima, pero no le di importancia ya que sabía a lo que se debía. Los ojos de Brian se abrieron despacio.
-Hola...- susurré y este sonrió somnoliento.
-Hola...- miró hacia arriba y reí delicadamente al ver su cara de zombie somnoliento.
-Tengo hambre -esta vez fue él el que rió.
-De eso me puedo encargar yo- sonrió pícaramente.
-¡De comida, pervertido!- reímos juntos, haciendo que mi día mejorara.
Se quitó de encima mío para darme un casto beso en los labios.
-¿Nos bañamos juntos?- preguntó.
Los elefantes se establecieron en mi estómago a causa de su atenta mirada.
-Brian...- intenté hablar pero este me interrumpió.
-Vamos, ya te he visto desnuda- me picó un ojo- no pasará nada.
-Esta bien...- dije dudosa después de unos segundos.
Me senté en la cama y me tapé con la sabana, mientras que Brian se dirijía al baño con el mismo atuendo con el que nació.
-¡Vamos, como si no te hubiera visto ya!- exclamó.
-Cállate, estúpido- le alegué completamente roja.
Me adentré en el baño y me metí con él en la bañera, era una sensación nueva, la verdad es que había aprendido muchísimas cosas de las cuales no me arrepiento con Brian. Lo quería más que a nada en el mundo.

Cuando acabamos de bañarnos y vestirnos juntos salimos de la habitación, me había puesto la pulsera, la cual no pensaba quitarme jamás. Bajamos al comedor y nos sentamos en la mesa que compartíamos ahora todos.
-Hola...- saludé a todos los chicos, ya que ya se encontraban allí todos.
-Hola parejita, parece que ya habéis resuelto vuestros problemas- dijo James a lo cual yo sonreí.
-¿Ha habido pinchito ya?- bromeó Nick a lo cual yo me quedé completamente roja, sabiendo que no era una broma.
-¡No!- exclamó sorprendida Jeza- ¡No me digas que sí lo ha habido!- bajé mi cabeza al igual que Brian.
-Bueno...creo qué es hora de comer...- dijo Brian sentándose al igual que yo.
-No me lo puedo creer, mi pequeño gusanillo ya ha echado alas- exclamó entusiasmada Jez a lo que todos rieron.
-Bueno...¿Podemos cambiar de tema?- dije avergonzada.
-Sí, es verdad, hoy es un día muy especial- sonreí a lo que dijo Jason- Felicidades, Carla.
Antes de poder contestarle se puso a cantar la típica canción de cumpleaños, a lo cual todos le siguieron, dejándome en completo ridículo. Poco después todo el comedor los acompañaba.
-¡Gracias...!- exclamé cuando acabaron. Un tanto avergonzada.
Una pequeña lágrima se derramó por mi mejilla, a diferencias de las anteriores, esta era de alegría.
-Felicidades...- me dijeron varias personas de mesas cercanas y todos los profesores se acercaron para a su vez también a felicitarme.
-Muchísimas gracias de verdad, chicos.
-No hay de que. Siempre estaremos dispuestos a humillarte- dijo James satisfecho.
No dude en atacarlo con mi mirada y sacarle el dedo de en medio, provocando que todos rieran.
-¿En paz?- escuché decir a Brian, que le tendía una mano a Masón.
Este la Miró por unos segundo y luego a mí. Sabía que lo hacía por mí y  para llevarnos todos bien.
-En paz...- dijo, estrechando con destreza la mano de mi pelirrojo, de mi maravilloso y exasperante chico.

Cuando acabamos de comer nos fuimos a dar una vuelta por ahí, llegamos a una discoteca, aunque no era la de anoche. Entramos sin problemas, y pasamos una de las mejores noches de mi vida; entre risas y locuras por parte de mis amigos y bailes y caricias por parte de mi novio.

Acabando Contigo.Where stories live. Discover now