Capitulo 23

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Brian:
Cuando la miré a los ojos vi una especie de horror reflejado en ellos. Sabía que se trataba por mi imagen: tenía el labio partido, una brecha en la ceja, un corte acompañado de un moratón en el pómulo derecho y un leve morado en la mandíbula izquierda. Aunque eso era solo la parte que se encontraba visible: mis costillas habían sufrido mucho más.
Levantó suavemente una mano y la posó sobre mi pómulo izquierdo, mandándole calambres a la piel. Cerré momentáneamente los ojos, se sentía genial...
¿¡Pero que estaba diciendo!? Esto no me podía estar pasando a mi, nunca me ha pasado...¿por que me tiene que ocurrir ahora? Y encima con la persona que creía haber odiado hasta ahora. Acarició suavemente mi rostro haciéndome sentir raramente mejor. Cuando vio lo que estaba haciendo apartó la mano de inmediato.
Abrí los ojos cuando no sentí su tacto sobre mi piel y un dolor inmenso recorrió de nuevo las partes afectadas. Sin pensarlo tomé su mano y la volví ha acercarla a mi cara. Me miró sorprendida pero aún así accedió a seguir acariciando mi piel. La miré fijamente a los ojos mientras recorría suavemente mi rostro con la yema de sus dedos.
-¿Que te ha pasado?- preguntó después de unos minutos entre caricias y miradas.
-Nada...- le dije restándole importancia.
-¿Como que nada?¿Te has visto? ¡Estas hecho una mierda!- dijo separándose bruscamente de mi. Cerré unos segundos los ojos ante el atiborro de decepción que me calló encima al no sentir sus dedos en mi.
-No creó que te importe Carla- dije sin más.
No quería dar pena a nadie con mis problemas, mucho menos darle al enemigo algo con lo que hundirme.
-No digas eso. Si te pregunto es por algo- hizo una leve pausa- Además, como si no estuvieras acostumbrado a la preocupación de todas las chicas.
-A ellas no les importo Carl, no te engañes...es solo interés físico- dije contrariado.
Me deslice hasta el suelo en un intento de sentarme en el, pero un intenso dolor se apoderó de mi. Hice una mueca captando la atención de Carl, que se arrodilló de inmediato frente a mi.
-¿Te encuentras bien?- dijo con preocupación.
-Sí, no pasa nada.
-¡Como que no pasa nada! Claro que pasa Brian, no te puedes casi ni mover- exclamó preocupada.
Una especie de paz recorrió mi cuerpo al ver que esa preocupación iva dedicada a mi.
-No tienes por que preocu...
-Lo hago ¿vale? Deja de quejarte y por una vez en tu vida deja que alguien te ayude. Aunque sea yo, no significa que no me preocupe por ti- me interrumpió de inmediato.
Me quedé, callado mirandola mientras unas mariposas se instalaban en la parte central de mi estomago. Esto no podía ser real.
-¿Te has curado las heridas?- me preguntó después de unos segundos de contacto visual. Negué con la cabeza- Levanta anda, te ayudaré a curarlas.
Le sonreí con amabilidad y extrañamente conseguí, después de unos tres minutos, ponerme en pie a pesar de todas esas mariposas que me impedían respirar.
Cuando llegamos a la enfermería Carla avisó a la enfermera de si podía coger el botiquín, esta accedió y tras otros cinco minutos, regresamos. Esta vez a las gradas. Me senté en una de ellas con menos dificultad que en el suelo y abrí mis piernas para que ella se colocara entre ellas. Después de sacar betadine y un pequeño algodón del botiquín, empezó a cubrir todas mis heridas con mero cuidado.
Me agarraba con una mano la mandíbula mientras que con la otra sujetaba el trosito de algodón. Mis manos sin embargo estaban colocadas a los lados de sus muslos, apresándolos con cuidado de no hacerle daño.
Estaba nervioso por la cercanía y los roces, no podía evitar querer más.
Después de unos minutos acabó de curarme y limpiarme las heridas, nos quedamos mirandonos unos segúndos hasta que ella decidió romper el hielo y hablar.
-Se que tienes mas debajo de la camisa...- dijo con algo de timidez.
Me puse tenso ante la imagen, la verdad es que si quería. Solo de imaginarla rozando mi cuerpo me ponía nervioso.
-Si...claro...- dije titubeante.
Sí, titubeante. Ni yo mismo me reconocía ya. Estaba callendo en algo que ni yo mismo sabía ni quería, pero lo estaba haciendo, y me daba terror.
Me puse en pie y me quité la camisa, esta se quedó mirándome sorprendida y horroriza a la vez.
Sonreí ante su imagen a la vez que ella cogía de nuevo el algodón rebozándolo de betadine por segunda vez.
Me pasó el algodón por todas la heridas abiertas que tenía y yo no pude evitar cogerla de las caderas.
-Mi padre...- dije derrepente.
Esta me miró sorprendida y confusa a la vez- Fue mi padre quien me hizo todo esto- dije para aclararla.
No sabía por que cojones me estaba sincerando con ella y mucho menos abriéndome a ella pero lo hacía, y la cosa es que me agradaba.
-¿Que?- dijo esta con cara de horror.
-Desde hace unas semanas mi padre viene siempre borracho a casa, siempre grita y pega a mi madre delante de mi hermana y de mi. No sabemos los motivos de su alcoholismo y ya estaba harto de la situación. Ayer decidí acabar con todo cuando llegué a casa después de acabar en el parque...- me miraba con atención, con empatia en el rostro- Cuando entré encontré a mi madre temblando en la cocina y cuando me di cuenta estaba demacrada. Le dije qué esta vez si llamaría a la policía y no me había dado cuenta de que mientras todas esas palabras escapaban de mi boca mi padre estaba atrás escuchándome despotricar de el. Cuando me vine a dar cuenta estaba en el piso de la cocina inconsciente...- por un momento tenía ganas de llorar, de dejar el chico fuerte ante todos y formar una rabieta...pero me contube. Lo tenia que hacer, al menos frente a ella sí.
Carla me miraba con comprensión hasta que estiró su mano y me acarició suavemente la mejilla. Me hizo sentir mas vivo al instante, con más ganas de seguir siendo fuerte.
-¡Tranquilo...!- me dijo mientras acariciaba mis mejillas.
Sin pensarlo dos veces me acerqué a ella y enterré mi cabeza en su cuello, inhalando su olor a frutas del bosque; tan natural como ella. Sin pensarlo dos veces me rodeó con sus delgados brazos y comenzó a acariciar mi espalda y mi nuca.
Me relajé momentáneamente y me alejé, la cogí por la cintura y la pegué mucho más a mi.
No me podía contener más. Acerqué mi rostro al de ella y pegué sus labios a los míos. La besé lo más dulce que pude, acaricié sus labios con los mios perdiéndome en ellos. Eran cálidos, suaves, blanditos a la vez que gruesos; simplemente me encantaban.
Me devolvió el beso pasando sus manos suavemente por mi abdomen marcado y herido, hasta llegar a mi pecho y subir a mi cuello revolviendo todo mi cabello.
Después de unos minutos nos separamos por falta de aire, pegué su frente a la mía mientras hiper ventilábamos los dos a la vez
-Lo siento...- le dije después de unos segundos, ella negó con la cabeza.
-Da igual, has como si esto no hubiera pasado. Está claro que solo fue un pequeño error por parte de los dos- su frialdad me causó un pequeño pinchazo de dolor en el pecho.
Definitivamente yo no lo consideraba un error. Había sido fantástico, sin duda el mejor beso de hace mucho tiempo.
Cogió la crema y con suaves movimientos la extendió por todo mi abdomen, acariciando y poniendo a nervio vivo todos mis sentidos.
Cuando acabó se apresuró a apartarse de mi, cerrar las cosas y dirigirse a la enfermería.
Me dispuse a ponerme la camisa y a esperarla, hasta qué salió.
-Me tengo que ir, lo siento...- asentí dolido y entonces se fue.
Me senté en la grada frustrado, con mis manos me tiré de mi cabello y resople unas cuantas veces.
Definitivamente estaba jodido.

Acabando Contigo.Where stories live. Discover now