Capitulo 14

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Estaba vestido de deporte y corría por el inmenso parque. En una de las ocasiones su mirada se encontró con la mía, pero no la aparté, no estaba dispuesta a que pensara de que me sentía intimidada, hasta que el tomó la iniciativa a apartarla.
-Hola chicas- dijo la voz de Jason detrás de nosotras.
-¡Hola!- exclamé contenta, abalanzándome enzima de él.
El poco tiempo que lo conocía basta para que nos hubiéramos hecho íntimos amigos.
-¿Y eso?- me preguntó confuso, el mas que nadie sabía que me encantaba mi espacio personal.
-¿El que?- le pregunté "confusa".
-¿Tanta felicidad por que?- me reí a carcajadas, lo siento, no sabía como evitarlo.
-¡Soy tía!- exclamé emocionada.
-¡Vaya...felicidades!- exclamó al mismo tiempo que me levantaba del suelo y me ponía sobre su hombro, mientras dábamos vueltas y reíamos.
-¡Suéltame loco!- grité pataleando en su espalda.
Pocos segundos después aterrice en el suelo. Lo abracé con fuerza.
Después del numerito, decidimos ir a calmar nuestras agitadas respiraciones a unos bancos cercanos a unos árboles en el centro del parque.
-Dicen que va a venir un alumno nuevo al colegio- dijo entusiasmada Jeza.
¿Un chico nuevo?¿Como seria?
Obviamente todas deseábamos que fuese guapo, pero yo pasaba del tema...fuera guapo o no, no se iba a fijar en mi.
-Dicen que es de España y que es muy guapo- dijo con voz chillona.
Puse los ojos en blanco y comenzamos a reír.
-¿De verdad?- pregunté con curiosidad.
-Sí, yo también he oído esos rumores, dicen que llega mañana- dijo esta vez Jason.
-Me parece bien...se de una que lo acosará hasta conseguir todo de él- miré hacia mi amiga con una sonrisa pícara.
-¡Ah, vamos!¿Enserio?- todos comenzamos a reír, parecíamos morsas con problemas.
He de decir que me encantaban estos momentos en los que eramos nosotros mismos. Me hacían olvidar los malos momentos y me lo pasaba de miedo.
En tan poco tiempo se habían convertido en mis dos mejores amigos, con los que pasaba y compartía la mayor parte de mi tiempo libre y no me arrepentía de nada ocurrido con ellos.

Cuando ya estaba oscureciendo, me despedí de los chicos. A mi madre nunca le a gustado que anduviera por ahí de noche.
Sí, aún con diecisiete años seguía siendo la niña pequeña de mama, pero no podía hacer nada y tampoco me importaba demasiado, por ahora...
-Nos vemos mañana.
-¡Hasta mañana!- dijeron los dos a la vez.
Estaba a punto de cruzar la última esquina que me conduciría a casa cuando choque con un cuerpo robusto, musculoso y alto haciendo que mi cuerpo aterrizara en el suelo.
Cuando levanté la mirada me di cuenta de que era el pelirrojo y le fulminé con la mirada mientras me ponía en pie.
No lo había visto desde que nuestras miradas se habían cruzado en el parque y me alegraba bastante de que así fuera.
-¡Mira por donde vas imbécil!- exclamé con mosqueo.
-¡Ten tú más cuidado!- me dijo este a la defensiva.
-Gilipollas- le dije mientras pasaba por su lado.
Al escucharme me agarró con fuerzas del brazo y yo hice una mueca de dolor al sentir como apretaba los moratones de mis brazos causados por él mismo. Este al ver mi expresión me soltó de inmediato con el rostro...¿preocupado?
JA si claro, las ganas mías...
-¿Que pasa?- preguntó confuso.
-Nada...- dije seca, intentando retomar mi camino, pero este se metió delante interrumpiendo mi paso.
Me cogió la manga de la camisa y me la subió hacia arriba. Sentí un extraño escalofrío al sentir sus dedos rozar mi brazo pero este paró al llegar a la altura de mis hombros, se tensó al ver las marcas de mis brazos y yo me extrañé.

Brian:
Cuando un impulso me llevo a levantarle las mangas para contemplar de que se trataban esas muecas que me provocaban un intenso picor en la boca del estomago, no pude evitar rozar mis dedos con su cálida piel; al llegar a la altura de sus hombros deje la prenda enroscada en este, bajé mis ojos para ver de que se trataba y me quedé estático al ver los grandes cardenales que tenía alrededor de los brazos.
Me enfurecí al instante por ello, pero más enfurecido me sentí cuando supe que era por mi culpa.
Me repetí mil y una vez que no me tenía por que sentir así, pero fue en vano. Cada vez me sentía peor.
-¿Te lo he hecho yo?- pregunté mirándola fijamente a los ojos. Claro que se lo había hecho yo...¿quien si no?
-¡No mi abuela!- exclamó con sarcasmo.
Mi mal humor y odio hacia esta chica se activó al instante.
-Sinceramente ¡Te lo tenías bien merecido!- le solté con frustración.
¿Que coño le pasaba a esta? Había llegado nueva y no era capaz de respetar unas simples normas. Y para no variar tenía el valor de enfrentarse a mi. No sabía donde se estaba metiendo y yo se lo iba a mostrar.
-¿De que vas gilipollas?- me gritó.
Su mano tomó vuelo y se estampó contra mi mejilla. Me quedé aturdido durante unos segundos, ahora si que se había acabado mi paciencia.
La cogí de las muñecas y la estampe contra la pared, poniendo estas sobre su cabeza.
-Recuerda estas palabras por que a partir de ahora definirán tu vida- dije acercándome peligrosamente a su repugnante cara- Voy a hacer de tu vida un infierno Risielle- la miré de arriba a abajo. Forcejeo de mala manera hasta que yo cedí a soltarla.
-No me dan miedo tus amenazas, deberías de estar ya más que enterado- me dijo en un tono frío y calculador, mientras se acercaba a mi amenazante.
Una vez más me demostró que era diferente a las demás chicas. Su actitud me dejaba cada vez más sorprendido.
Respiré ondo y me separé de ella.
-No hagas idioteces de las que después te arrepientas. Mi paciencia tiene un límite y contigo ya se ha agotado- le dije intentando intimidarla.
La odiaba con todas mis fuerzas, nunca había intentado intimidar a nadie, simplemente ya de por sí se sentían intimidados por mi.
-¡Aplícatelo!- me gritó, para luego darse la vuelta y marcharse de allí.
Con un cabreo monumental llegué a mi casa donde me encontré con el panorama habitual.

Acabando Contigo.Where stories live. Discover now