Capitulo 36

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Carla:
Cuando salí del salón de actos me apresuré a meterme en el baño. Estaba demasiado nerviosa, no sabía por que, pero lo estaba. Había escuchado a Brian decir que iría, así que seguramente se debiese a eso.
Justo cuando estaba a punto de salir, escuché dos voces femeninas hablando de un tema peculiar:
-Tienes que aprovechar este viaje para terminar de camelartelo. Ya sabes como puede llegar a ser Brian- escuché atenta.
-No creo que pueda, ya sabemos todas lo que le ha pasado. No ha tardado en dejarlo claro- escuché otra voz.
-Que más da, nena. Nada dura para siempre- dijo entonces la dueña de la primera voz.
-Lo sé, pero sabemos que yo para él siempre he sido un simple polvo...- al instante mis tripas se revolvieron- Además, ya no quiere ni eso conmigo. El otro día vino a mi casa, empezó a besarme y se fue corriendo al minuto y medio...- dijo con lástima.
Un agudo pinchazo hundió mi pecho ante esas palabras y no pude seguir escuchando más. Salí del baño y me dispuse a lavarme las manos, siendo el centro de atención de aquellas dos chicas. Cuando salí del baño me dirijí rápidamente a mi próxima clase. Gimnasia.
Me cambié rápido en el vestuario y fui directa a la cancha, donde la profesora nos esperaba.
-Buenos días chicos, debido a que el discurso del director nos ha quitado tiempo iremos rápido ¿de acuerdo? Hoy la clase consistirá en una prueba de resistencia.
Los quejidos de desaprobación no tardaron en hacerse presentes.
-Bueno...pónganse al final de la cancha, debéis dar cuatro vueltas sin parar...- continuó.
Todos nos colocamos en el puesto adecuado, hasta que escuchamos el silbato. Los chicos hacían carreras entre ellos fundiéndose a correr, mientras que las chicas corrían despacio, caminaban o simplemente se quejaban de todo. A mi, como no; no me desagradaba del todo la idea, tenía buen fondo físico y si seguía corriendo con un ritmo constante me iría genial.

Cuando acabé la prueba me di cuenta que era de las primeras de la clase en llegar. Sonreí animada y me dirijí a la grada. Necesitaba tomar aire y relajar mis pulsaciones.
La clase acabó cuando todos habíamos llegado. La profesora nos dio las notas y nos hizo ir a los vestuarios a cambiarnos e ir a nuestra próxima clase. Había sacado un ocho y me sentía bastante satisfecha.
Llegué a los vestuarios, me cambié y al salir de ellos me encontré con la persona que menos deseaba ver en el mundo.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando posó su mirada sobre la mía.
Se acercó, quedando a mi lado mientras caminaba por los pasillos semidesiertos.
-¿Que quieres?- dije con asco.
-Veo que hoy no hay nadie de buen humor...- su expresión ofendida me revolvía la entrañas.
-No te acerques a mi, eres asqueroso...- escupí con repulsión.
Este me miró, me agarró de la cintura y me estampó contra las taquillas mirándome con furia.
-No me hables de esa forma preciosa, no querrás arrepentirte más tarde- advirtió con una sínica sonrisa en el rostro.
Abrí la boca para contestarle pero fui interrumpida por alguien.
-¡Aléjate de ella, Kyle!- dijo una voz familiar que conocía mejor qué nadie.
Kyle pegó su frente a la mía mientras la giraba en su dirección.
-Pero mira a quien tenemos aquí- dijo vacilante.
-Suéltala- dijo separando cada sílaba- No lo repito más, Kyle.
-¿O que?- le desafío entonces, acabando con la poca paciencia que recorría el cuerpo de Brian.
En menos de dos segundos me vi libre, observando como Brian le propinaba fuertes golpes en el rostro a Kyle, el cual no se quedaba para nada atrás, claro que, no tan fuertes y certeros como los de Brian.
-¡Brian para!- grité cuando vi empeorar la situación- ¡Brian, por favor!
Ciego de la rabia le propinó un último golpe, levantándose del suelo con el labio, la ceja y la mejillas llenas de sangre.
-¡Te dije que no te acercaces a ella!- dijo mientras escupía sangre.
Me asusté ante su imagen. Lo vi dispuesto a volver a abalanzarse  sobre este, así que lo tomé del brazo y lo llevé hacia la enfermería, donde como había hecho días anteriores, le pedí a la enfermera el botiquín y nos dirigimos directos a las gradas. Allí, miles de recuerdos me abarcaron.
Saqué un algodón y lo cubrí con alcohol. Me posicioné entre sus piernas sin pronunciar palabra. Este tenía la cabeza baja así que, cogí su barbilla con delicadeza y la subí con suavidad, estableciendo contacto visual con él. Dejé mi mano sobre su barbilla, mientras pasaba con delicadeza el algodón por sus heridas, siendo observada por él en todo momento.
-Gracias...- susurré cuando acabé con su ceja.
-Una vez te dije que no permitiría que nadie te hiciera daño. Sigo pensando lo mismo- su voz sonaba segura y satisfecha.
De pronto, posó sus manos en la parte baja de mi trasero, apretando levemente mis muslos. Me di cuenta que era a causa de la presión que estaba ejerciendo sobre su ceja, no me había dado cuenta, así que aflojé.
-No hace falta...se defenderme sola- dije, intentando no sentirme débil a su lado.
-Si hace falta, o ya has olvidado la última vez que estuviste con él- su tono se tornó duro.
Miré sus ojos esmeralda y negué débilmente:
-Da igual, tienes cosas mejores que hacer que estarme protegiendo a mi...- volví a pasar el algodón por su suave mejilla, un tanto nerviosa.
-No, Carla- aseguró, mientras bajaba el algodón hacia su labio inferior. Lo pasé con suavidad, acariciándolo como si se tratase de porcelana.
Se veían tan apetecibles, que no me había dado ni cuenta la proximidad que había tomado ante él. No sabía si eso estaba bien o mal, pero cuando me quise dar cuenta me encontraba a pocos centímetros de él.
-Hazlo...- susurro con voz casi inaudible, suplicante.
Entonces pegué mis labios a los suyos. Me besó con absoluta suavidad, saboreando cada centímetros de mis labios, mientras yo aprovechaba cada segundo de ese apasionado beso.
Se separó de mi por falta de aire, aunque no dudó en pegarse de nuevo.
Tomó mi cintura, haciéndome bajar hasta quedar sentada en su regazo. Definitivamente, este sería a partir de ahora, mi lugar favorito.

Acabando Contigo.Where stories live. Discover now