Capitulo 48

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Brian:
Me tranquilisé después de quince minutos en los brazos de Carla. Me relajé como nunca antes pensé que podría llegar ha hacerlo, y todo gracias a ella, como siempre.
Todo esto me avergonzaba. Esta chica acababa de derrumbar mi fachada por completo, me había dejado al desnudo ante ella. Y me daba miedo.
Sí, muy hombre yo.
-Gracias...- murmuré al levantar la cabeza de su cuello.
Subió sus manos con cuidado y las pasó por mis mejillas, arrastrando a su paso con los restos de lágrimas que había en ella.
-Sabes que no tienes que darlas- me dijo apoyando su frente contra la mía.
Mi estómago sintió estragos, mi mirada fue directamente a sus ojos color miel que tanto me llamaban la atención. Subí mis manos por sus muslos hasta su cintura. Sus manos llegaron hasta mis hombros y su lengua pasó por sus labios, casi inconscientemente mi mirada bajó hacia ellos como un imán.
Me encantaban sus labios gruesos, eran una autentica droga para mi sistema.
Su mirada bajó a los míos y me fui acercando poco a poco. Sus labios rozaban los míos y nuestros alientos se mezclaban el uno con el otro. Sin poder esperar un segundo más pegué nuestros labios.
Sus gruesos labios acariciaban apasionadamente los míos, mientras yo pasaba la lengua por su labio inferior para que me permitiera acceder a su boca. No lo dudó, abrió su boca como si su vida dependiera de ello.
Una idea pasó por mi cabeza, tirando de mis labios, haciéndome sonreír en medio del beso. Cogimos aire y fue ella la que esta vez se pegó a mi. Sin dudarlo pasé mis manos por debajo de su tracero cogiéndola en peso y poniéndola sobre mi hombro. Un chillido salió de su garganta. No pide evitar reírme ante su horror.
-¡Brian ni se te ocurra!- me gritó, dándole golpes a la parte baja de mi espalda- ¡Bájame ahora mismo, lo digo completamente enserio!
Llegué a la orilla de la playa y la tiré al agua sin pensarlo. Con ropa y tenis.
Me reí con ganas cuando salió del agua y me fulminó con la mirada.
-¿¡Eres idiota o que te pasa!?- me gritó completamente llena de furia.
Bajé mi mano al agua y le eché agua en la cara, haciendo que ella se enfadara mucho más.
-Ya puedes empezar a correr...- me amenazó.
Al ver que no estaba de broma salí corriendo del agua. Tenía ventaja porque no estaba mojado ni pesado. Y pensaba aprovecharla.
Salí más rápido que nunca del agua. Me quité la camisa lo más rápido que pude y con gran esfuerzo pude quitarme los tenis.
No me dio tiempo de quitarme los pantalones ya que esta estaba casi alcanzandome y tuve que salir corriendo de nuevo.
-¡Alejate, loca!- exclame riendome como nunca.
-¡Ven aquí poco hombre!¿Es que acaso tienes miedo de una chica?- gritó divertida.
-Tu no eres una chica ¡estas loca!- entonces no la escuché más.
Me giré para ver que le pasaba. Estaba parada en la orilla, con sus brazos cruzados bajo el pecho, comuna mueca de tristeza en la cara.
Fruncí el ceño. No le podía haber molestado eso, estábamos bromeando.
Me acerqué a ella despacio.
-¡Ah, vamos! Tampoco es para que te pongas así- al escucharme se dio la vuelta dandome la espalda.
Troté un poco hasta llegar a ponerme delante de ella. El agua mojaba mis canillas y una pequeña sensación de frío me subió por las piernas, pero lo agradecí.
-¡Oye, mírame!- cogí su cara entre mis manos- Era una broma, solo eso...- una sonrisa pícara cubrió sus labios y entonces me empecé a preocupar.
De un salto enganchó sus manos en mi cuello y me tiró al agua, mojándome los pantalones por completo.
¡Me la había jugado!
-¡Maldita tramposa!- gruñi. En su rostro la expresión se volvió a tornar alegre y burlona.
-Nadie puso reglas...- me sacó la lengua y me salpicó agua en la cara, como yo había hecho minutos antes con ella.
La cogí de la cintura y la empujé para que cayera en el agua junto a mi. Las grandes carcajadas que salían de su interior hacían vibrar mi pecho, con una sensación extraña que nunca había sentido.
-¿Y si hacemos una carrera?- propuse.
-Sabes que ganarás. La ropa me frena.
-Siempre puedes quitártela- propuse, no me perdería su imagen en bañador nuevamente.
Todos sabíamos que no tenía un abdomen perfecto, pero sus curvas lo compensaban.
Le di una sonrisa pícara, haciendo que un leve tono rojizo tiñera sus mejillas.
-Eres un completo idiota, ¿lo sabías?- me dijo antes de salir y desvestirse.
Se quitó los tenis haciendo una mueca ante como habían quedado, todos empapados. Siguió con el pitillo, que esta vez se adherían mucho más a su piel. Y acabó con la camiseta, dejando su cuerpo destapado.
Una especie de nervios me recorrió el cuerpo entero. No podía apartar la mirada de ella.
-¿Que miras?- preguntó cuando se dio cuenta de mi evidente mirada descarada.
-Tus perfectas curvas, nena...
-Sabes que eres un tremendo cerdo ¿no?- enmarqué una ceja, poniendo mi más amplia sonrisa en mi rostro.
Cuando ya estuvo dentro nos adentramos un poco más, llegando adonde no dábamos pie ninguno de los dos. Marcamos la línea de meta, más o menos a unos cinco metros más adelante. Se trataba del pequeño muelle de barcos pesqueros que había allí.
-¿Y que consigo yo si gano?- preguntó curiosa.
-Lo que quieras,...¿y yo...?
-¿Que quieres...?- puse cara de pensativo, ya se me ocurriría algo grande, lo único que me preocupaba ahora era ganar, aunque sabía que lo iba a conseguir fácilmente.
-Ya veré...
-Vale entonces a la cuenta de tres.
-Uno...dos...y tres...- dijimos los dos a la vez.
Nos sumergimos bajo el agua y comenzamos a bucear. Cuando subí a la superficie la había perdido de vista. Seguí nadando lo más rápido que pude y cuando llegué al muelle me subí a el para esperarla.
La divisé a medio metro de allí. Cuando estuvo subió al muelle, tumbándose para detrás. Estaba hiperventilando.
Me quedé embobado mirándola durante unos segundos Su respiración se fue calmando y sus ojos se abrieron para mirarme con curiosidad.
-¿Qué...?- preguntó frunciendo el ceño.
-Me debes dos apuestas- le recordé, ella solo tenía fuerzas para rodar los ojos.
-¿Se puede saber que quieres?- pensé por unos instantes hasta que se me ocurrió una pequeña idea.

Acabando Contigo.Where stories live. Discover now