"Te sorprendería la cantidad de veces que he mentido", pensó.

Él sonrió de medio lado y se acercó más a ella, para poder tocar su mano, posando sus dedos sobre el dorso de esta, lo más natural y casual posible.

—¿Cómo lo conociste? Es una ciudad muy grande y ustedes no tienen mucho en común.

—Ya te dije que no lo conozco. —Agachó la vista.

—Ok —aceptó despreocupado y se echó hacia atrás, desparramándose en el asiento.

La mesera llegó repentinamente. Joe se acomodó en cuanto la vio y Maddie recibió sonriendo el menú, para revisarlo rápidamente.

—¿Qué van a pedir?

—Yo voy a pedir un té con...

—No creo que tengan eso —dijo Joe, torpemente, sin dejar de ver la carta.

—¿Uh?

El chico alzó la vista, notando que lo estaban mirando expectantes y confundidas.

—Perdón, estaba pensando en voz alta —se excusó y sonrió—. Sigue pidiendo.

—Una taza de té con un trozo de pastel, por favor.

—Lo lamento, es que, recién estamos abriendo en el día y todavía no ha llegado el pedido de pasteles de hoy. En las tardes siempre hay.

—Lo sabía —murmuró el chico por lo bajo, casi inaudible.

—¡Oh! Bueno, entonces con un muffin de chispas de chocolate.

—¿Y usted, señor?

—¿Señor? ¿Tengo cara de señor? —preguntó angustiado, a lo que Maddie rio.

—Relájate, es una forma cortés de llamar a los hombres.

—Eh... bueno. Quiero un café Macchiato, con dos croissants.

La mesera terminó de apuntar y entró al local.

—Que fino —se burló Maddie—. ¿Siempre pides el mismo café?

—Es el único café raro que me gusta. Si uno va a venir a lugares así, debe aprovechar, ¿no?

—Es verdad.

Un par de minutos después, la mesera trajo sus pedidos.

—Te voy a decir algo que quizás suene muy tonto —comentó mientras masticaba un poco del muffin—, así que, no te burles de mí por lo que voy a pedir.

—Ok, te escucho. —Dejó el café en la mesa y se reclinó en su asiento.

—Estoy en el club de teatro y...

—Eso sí es muy tonto —la interrumpió riendo.

—¡El teatro no es tonto!

—Claro que no, pero los clubes de teatro de las escuelas sí lo son. En ellos solo hay dos tipos de personas: los que están desesperados por la fama y las sensibles mariposas, que están ahí porque de verdad aman el teatro y no tienen una pizca de malos sentimientos, pero sí quieren volar alto.

—Lo que dices es ridículo. Todos los que estamos en el club, estamos porque amamos el teatro.

—Y por supuesto: tú eres una de las sensibles e ingenuas mariposas. Me lo esperaba, aunque lo que acabas de decir me lo confirmó rotundamente. ¿Sabes lo que pasa con las mariposas?

—Pues... Las mariposas vuelan, ¿no?

Él sonrió.

—Las personas que están desesperadas por la fama las toman por las alas y las despedazan. Las pisotean hasta que dejen de moverse, para que no vuelen y se interpongan en su camino.

Mad #PGP2023Där berättelser lever. Upptäck nu