Liz no pudo guardar más el secreto y les reveló a los amigos de su hijo dónde se encontraba. No tardaron más de dos segundos en abandonar el hogar, no necesitaban saber nada más del por qué el se encontraba allí, solo querían apoyar a Luke incondicionalmente y darle sus hombros si él necesitaba desahogarse. Eso es lo que hacen los amigos, ¿no?
Luke no sabia qué hacer, le costaba respirar con normalidad y no podia creerse lo que estaba pasando. Todo le daba vueltas.
Calum tuvo que mantener la calma e intento tranquilizarlo mientras seguía abrazándolo. Luke estaba quieto, no queria dejar de sentir a su amigo de nuevo con él. Intentó entrar en razón y calmar todo lo que estaba sintiendo. Calum de alguna forma estaba vivo, e iba a estar con él, como lo habia estado siempre.
— Yo, te explicaré esto mejor más tarde. —se separó de él y le sonrió— Te veo luego. —le guiñó un ojo riéndo y desapareció.
— ¿Calum? —susurró— ¿¡Calum!? —miró hacia todos lados hasta que sintió un gran peso en su espalda provocando que casi se comiera el suelo al estar de rodillas.
— ¡Eres una bruta, Alex! ¡Tienes que llevar más cuidado! —gritó una voz conocida para él y sintió los pequeños brazos de ella abrazarlo con fuerza por la espalda.
– ¡¿Quieres cállarte, incordio?! —le gritó, y Luke pudo jurar que le estaba sacando la lengua.
— ¡Pero qué ataque! —exageró el teñido.
Luke sonrió levemente, aunque seguramente solo le salió una pequeña mueca. «Idiotas» pensó. Sabia que estaban haciendo todo esto para alegrarle.
Alexis se separó de él y Luke se levantó y se giró para verlos.
Michael y Alex presencieron una de las peores cosas que podian ver nunca.
Su amigo estaba mucho más que destrozado, estaba completamente destruido.
La cara de Luke solo reflejaba un dolor inmenso. Ambos amigos se abalanzaron sobre él y lo abrazaron fuertemente, como si Luke de un momento a otro desapareciera lentamente como la niebla entre sus brazos.
— No estás sólo. —dijeron los dos al unisono.
Calum sonrió.
