Después de la llegada tan inesperada de Michael, los tres vieron una película la cuál acabo con un final trágico.
Michael y Luke lloraban desolados y Alexis roncaba y babeaba sobre el hombro del rubio.
- ¡Se ha muerto! -sollozo Michael- ¡Tiene que ser un sueño!
- ¡La película se ha terminado hace media hora! ¡No puede ser un sueño! - Luke, con las mangas de su jersey, se limpió las mejillas y suspiró- Denunciaré al guionista. -susurró y Michael asintió con la cabeza efusivamente.
Después de que ambos se tranquilizaran, Luke se percató del peso de su hombro. En cuanto giró la cabeza una Alexis dormida, con los labios entreabriertos y el pelo ligeramente despeinado, se encontraba frente a sus ojos.
Sus pupilas se dilataron, casi ocultando el azul de sus ojos. Se sonrojó hasta las orejas y se puso nervioso, su respiración entrecortada lo delataba.
El rostro de Alex se encontraba muy cerca del suyo.
Michael, que los había estado observando el silencio, sonreía de oreja a oreja. Luke no había dejado de querer a Alex ni un sólo día, e incluso puede ser que su amor por ella hubiera aumentado con el paso de los días. ¿Pero era eso posible? El teñido sabía muy bien cuánto era el amor que Luke tenia guardado dentro de su corazón cuando estuvieron en el hospital. ¿Era posible querer más a alguien de lo que ya lo hacía un niño de diez años?
El amor de los niños era el más puro e inocente. Y Michael sabía que, a pesar de que él hubiera crecido, su amor por ella era igual.
«Cuánto aprende uno observando tan solo a dos personas» pensó Michael y rió ligeramente.
Pero no estaba observando tan solo a dos personas, estaba observando una escena, un recuerdo, un presente y un futuro pasado, unos sentimientos que no cambiaron, unos sentimientos nuevos que si cambiaran, unos sentimientos que permaneceran para siempre, y un Luke completamente avergonzado, sonrojado, y feliz.
